Cuando el 22 de diciembre de 1987 encontraron muerto a Luca Prodan en su casa de Alsina 451, un recital que se había llevado a cabo exactamente un año y 45 días antes en la Región Capital de la provincia de Buenos Aires, más concretamente en Berisso, cobró una relevancia impensada en su momento. Es que el viernes 7 de noviembre de 1986, en Amadeus, la primera megadiscoteca de la ciudad ribereña, unos 1.500 jóvenes habían tenido la oportunidad de ver y escuchar a un puñado de metros -ventajas de los conciertos en los boliches- a una de las bandas más potentes de la historia del rock argento: aquel día tocó Sumo, en su mejor momento. Y aunque el espectáculo fue bastante accidentado, a excepción de los fans del grupo, que lo seguían a todos lados, la inmensa mayoría guardó el recuerdo de aquella noche como un “divino tesoro”.
Sí, a Luca le robaron el cinturón cuando en un momento del recital se lanzó sobre el público -o bien el público lo lanzó sobre sí mismo, según se mire-. El cinto lo recuperó uno de los encargados de seguridad de la discoteca, pero la hebilla, que para el músico ítalo-escocés tenía un valor sentimental muy grande pues se la había regalado su hermana fallecida -de acuerdo con una versión-, su madre o abuela -según otras-, jamás apareció.
“El piso del boliche se rompió. Se hizo un agujero importante justo donde cayó Luca. Es que la discoteca se armó en el ex Cine Teatro Progreso de Berisso (avenida Montevideo esquina Génova), y se conservaron muchas cosas que le daban un aspecto fuera de lo común. Lo principal fue el antiguo suelo de madera. Pero también las butacas originales en la planta alta”, contó a 90lineas.com el entonces organizador de Amadeus, Marcelo Allevato.
(Amadeus nació a mediados de 1986, y en 1990 cambió su nombre por Asia. Vale la aclaración pues son muchos los que conocieron la discoteca bajo esta última denominación, sin saber que en un principio llevó el nombre de la maravillosa película que cuenta la historia de Mozart. Es más, el frente del edificio estaba pintado íntegramente de negro, y en la parte superior tenía una réplica gigante del logo del filme. Hermoso)
Uno de los disc jockeys de Amadeus, Rubén “Flaco” Kavanagh, tuvo en sus manos un diamante en bruto. “Yo le había insistido mucho a los dueños del boliche para que contrataran a Sumo. Finalmente, por suerte se dio. Fue poco después de que se inaugurara la discoteca, no más de dos o tres meses más tarde”, recordó.
Y contó que la noche del viernes 7 de noviembre de 1986 llevó “una deck marca Technics con la intención de grabar el recital. Le pregunté al sonidista si podía conectarla a la consola y no tuvo ningún problema. Fue así que el concierto completo quedó grabado en un cassette, con un sonido espectacular”.
Cuestión que dos de los dueños de Amadeus también eran propietarios -desde varios años antes- de la discoteca Kaimán, en la ciudad de Colón, en Entre Ríos. Y para la temporada de verano de 1987, Kavanagh se fue hacia allá a pasar música con un compañero.
No fue el mejor verano. “Kaimán era un boliche de madera y tenía techo de paja. Muy inflamable. Contaba con un departamento interno, que era donde yo paraba durante la temporada, junto con otro DJ. Una noche de enero del ‘87, mientras dormíamos, comenzó un incendio. Gracias al ruido de las botellas de la barra, que por el alcohol explotaban, nos despertamos y salimos por una ventana cuando el fuego estaba por alcanzar al departamento… Perdimos todos los discos, unos 500 vinilos, y el famoso cassette del recital de Sumo en Amadeus. Luego se supo que el incendio había sido provocado”, relató “el Flaco” Kavanagh.
Al rescate
“Antes de viajar a Colón, un amigo me pidió que se lo grabe. Como me estaba yendo, alcancé a grabarle cuatro temas. Tras el incendio, volví y le dije ‘por favor, dame el cassette que es lo único que queda’”, añadió.
Lo cierto es que en 2016, el músico y fotógrafo berissense Darío Almada halló en una caja algunas fotos del recital de Sumo en Amadeus que había sacado su padre, Ramón Almada. El 3 de agosto de aquel año las subió a su cuenta de facebook. Habían pasado casi 30 años. Pero la repercusión fue tremenda, sobre todo cuando las publicó la revista Soy Rock.
Cuando Kavanagh se enteró de la publicación de las fotografías, decidió hacer cuatro videos combinando las imágenes con el sonido original del concierto. Fue así que el 26 de septiembre de 2016 subió a facebook, youtube y twitter los temas que le había grabado a su amigo antes del incendio en Entre Ríos: Reggae de paz y amor, Debede, Nextweek y Los viejos vinagres, canción con la que finalizó el show.
El efecto fue tal que el propio Roberto Pettinato, para el programa que hacía en la radio Rock&Pop, llamó a Kavanagh para entrevistarlo por la publicación de aquellos temas.
La hebilla…
Kary Jurchuk, hace apenas unos días, le contó a Kavanagh que su padre trabajó un tiempo como personal de seguridad de Amadeus, y que fue él quien encontró y le devolvió el cinto a Luca Prodan. El cinto. La hebilla no apareció. Mejor dicho, no apareció la noche del concierto. A la mañana siguiente, cuando dos carpinteros contratados por el boliche para reparar el piso pusieron manos a la obra, se encontraron con que en el fondo del agujero estaba la hebilla. Eso fue así. ¿El resto? Es leyenda…
Pero lo cierto es que ese incidente casi termina con el recital. Cuando Luca volvió a subir al escenario, estaba desencajado. “Hijos de p… !!! Devuélvanme el cinturón!!!”, gritó una y otra vez, aclarando que tenía un valor muy especial para él.
Fondo blanco de vodka y la “sesión instrumental”
“En Amadeus, desde la cabina (del DJ) se podía acceder a la barra principal del boliche. En un momento del recital decido ir a esa barra para verlo desde atrás”, recordó Kavanagh. “Cuando Luca vuelve a subir al escenario y empieza a reclamar que le devuelvan el cinturón porque era un regalo muy valioso para él, se lo devuelven pero sin la hebilla. En ese momento se calienta, deja el micrófono, encara para la barra y me pide una ginebra. Como ginebra no había, le ofrecí vodka, le llené un vaso y se lo tomó de una”, detalló.
“Luca tardó en volver a cantar. Estaba muy enojado y decía que se quería ir”, rememoró Marcelo Allevato. “Si bien yo no participé de la charla, dos de los dueños de la discoteca estuvieron hablando con el representante. Es que el show ya se había pagado en un cien por ciento, y si se iba no cumplían con el contrato, que incluso especificaba el tiempo mínimo que debía durar el recital”.
Desde la cabina, el otro disc jockey y el sonidista se quedaron mirando al resto del grupo, que durante 5 ó 10 minutos (el tiempo desdibuja los recuerdos) siguieron tocando. Fue un espectáculo aparte, digno de disfrutar, pues en esos 5 ó 10 minutos instrumentales la banda estuvo a tope y dejó en claro, por si a alguien le quedaban dudas, cómo sonaba Sumo. Sólo Divididos, el power trío que formaron Ricardo Mollo y Diego Arnedo con los bateristas Gustavo Collado (1988) y Federico Gil Solá (1989) tras la muerte de Luca y la disolución de Sumo, alcanzaron una potencia semejante en vivo.
Finalmente, Luca volvió al escenario. Ya en un tono más tranquilo, siguió pidiendo por el cinturón. Como se puede escuchar en un mal audio tomado con un grabador por alguien del público, antes de cantar La rubia tarada dijo amablemente “No quiero hinchar las bolas…”, antes de insistir por la prenda tan valiosa para él que le habían robado. Al finalizar esa canción, le dedicó un fuck you al ladrón o ladrona.
“El puerto de La Plata, yeah!”
Cuando Pettinato entrevistó a Kavanagh en la radio, le dijo que eligiera un tema de los que había grabado aquella noche para despedirse, y “el Flaco” eligió Debede. Como se puede escuchar en el audio, Luca Prodan lanza el grito “El puerto de La Plata, yeah!”, a lo cual el ex saxofonista de Sumo reacciona riendo y diciendo “Uyyy, ya empezamos…”
Luego, Luca sigue con una serie de frases sin ningún sentido. Sin sentido sólo en apariencia. Pettinato explicó -aunque siempre entre risas- que esa era la forma de Prodan de ir marcando el ritmo para que los distintos músicos vayan ensamblando hasta comenzar la canción.
En similar sentido, cuando arranca el Reggae de paz y amor, primer tema del recital (escuchar audio), Pettinato comentó que los primeros sonidos del saxo no tienen que ver con la canción sino que él “estaba probando sonido”. Y agregó: “Mollo, con la guitarra, era una gran cosa” porque marcaba el ritmo a seguir.
Cuatro temas de Sumo en Berisso – 7/11/1986 (Gentileza: Rubén Kavanagh)
Segundo y penúltimo disco
Sumo llegó a Berisso en su mejor momento. El 1 de abril de 1985 se había publicado Divididos por la felicidad, su álbum debut. Y el 22 de mayo de 1986 se editó Llegando los monos. Fue en el marco de la gira presentación de ese elepé que tocaron en Amadeus el 7 de noviembre de aquel año, con Alberto “Superman” Troglio (batería), Ricardo Mollo (primera guitarra), Diego Arnedo (bajo), Germán Daffunchio (segunda guitarra), Roberto Pettinato (saxo) y Luca Prodan en voz líder.
El 10 de octubre de 1987 presentaron After Chabón, el tercer y último álbum, en el estadio de Obras Sanitarias. El 20 de diciembre tocaron en el Club Los Andes. Cuentan que Luca, antes de cerrar el concierto con el tema Fuck you dijo “Ahí va la última”. Dos días después lo hallaron muerto en su casa. Sufría de una cirrosis terminal a causa del alcohol.
Como contamos en la nota La rubia tarada y la baterista en bombacha, Luca Prodan llegó a la Argentina invitado por su amigo Timmy McKern, también escocés y luego representante de Sumo, quien vivía en el pequeño y tranquilo pueblo cordobés de Nono.
Luca viajó a Inglaterra a comprar equipos, y allá convenció a su amiga y baterista punk Stephanie Nuttal para que se viniese al sur. Así las cosas, entre Nono y alguna incursión por Hurlingham nació Sumo, cuya primera formación tuvo a Prodan en voz, Germán Daffunchio (primera guitarra), Ricardo Curtet (segunda guitarra), Alejandro Sokol (bajo) y Stephanie en batería.
Corría el año 1980. En el ‘82, la guerra de Malvinas puso las cosas difíciles para Stephanie Nuttal, quien volvió a su país. Entonces se hizo cargo de la batería Sokol, quien le “pasó el bajo” a Diego Arnedo. También se incorporó Pettinato.
Ese fue el grupo que en 1983 grabó el demo Corpiños en la madrugada, donde La rubia tarada se llamaba Una noche en New York City y Debede llevaba el título Disco Baby Disco. Temas como Mejor no hablar de ciertas cosas (con letra del Indio Solari), Heroin, Divididos por la felicidad y Banderitas y globos, entre otros, ya estaban en esa grabación. Luego se fueron “repartiendo” en los tres primeros álbumes de estudio.
Fue una época gloriosa para el rock nativo. Quienes venían de finales de los ’60 y de los ’70, es decir, los pioneros y la “segunda generación”, no daban crédito a lo que estaba ocurriendo. De ser perseguidos y encarcelados en casi todos los recitales, los rockeros argentinos pasaron a ser las pepitas de oro de la industria musical. A tal punto que se conoció en estas pampas un fenómeno muy propio de los Estados Unidos: el one-hit wonder (cantante o grupo de un solo éxito). En efecto, hubo numerosas bandas que grababan un disco y después… si te he visto no me acuerdo.
Volviendo a Amadeus, un sábado del verano de 1987 se organizó “La noche del rock nacional”, donde “desde la música que se pasaba antes de que la gente empiece a bailar hasta el último tema de la madrugada fue de rock argentino, algo impensable en otro momento”, comentó Marcelo Allevato. Y Sumo fue uno de los protagonistas. Que incluyó en su corto pero impresionante raid a la ciudad de Berisso. Muy cerquita de, como dijo Luca aquella noche de noviembre del ’86, “el puerto de La Plata…yeah”.
*Nuestro agradecimiento a Rubén “Flaco” Kavanagh y Marcelo Allevato por su imprescindible y desinteresada colaboración para realizar esta nota