Fabiana viajó a Zaragoza a visitar a su hija. Un día después de su llegada fue a un supermercado de capitales españoles, muy presente en la Argentina. Mientras recorría las góndolas, no podía salir de su asombro al ver que la mayoría de los productos costaban ‘cero coma’. “No es posible que pague cada cosa con una moneda de un euro y me tengan que dar vuelto”, pensaba.
Intentó no dejarse llevar por el impacto visual que le provocaban los cartelitos con los precios atendiendo el consejo de su hija: “No hagas la conversión de euros a pesos, no tiene sentido”, le había dicho. Pero no pudo evitarlo. Menos aún cuando, al hacerla, comprobó que ¡la leche! estaba más barata que en cualquier comercio argentino.
Sin salir de su asombro, Fabiana tomó una docena de productos básicos y fue a pagar. La cajera, una mujer de cuarenta y tantos, le hizo la pregunta de rigor:
-¿Tiene tarjeta equis? (el nombre del súper)
-No… Bueno, sí, pero tengo la de Argentina, no creo que sirva -le respondió.
-Sí, se puede validar y le sirve -le explicó la cajera, quien llamó a la encargada-. Si espera cinco minutos, la validamos y puede usarla -añadió-. Fabiana, por supuesto, le dijo que sí.
Eran las cuatro de la tarde y el supermercado estaba casi vacío. “A las seis empieza el jaleo”, le comentó la cajera. Acto seguido, le hizo la última pregunta que Fabiana hubiese pensado escuchar, más aún teniendo en cuenta que los españoles muy raramente hablan de política:
-¿Qué les pasó a los argentinos?
Sorprendida, Fabiana repreguntó:
-¿Por qué?
-Disculpe, no se vaya a ofender por favor, pero… ¿Cómo eligieron a ese presidente? Son una sociedad tan formada… -reflexionó.
-Sinceramente, ni yo entiendo qué pasó. Mi marido y yo no lo votamos, pero es cierto que lo votó gente que jamás hubiésemos pensado que lo haría… Lo peor del caso es que recién van cuatro meses de gobierno y la mayoría ya se arrepintió -se explayó Fabiana, tratando de explicar lo inexplicable y ganada por algo muy parecido a la vergüenza-.
Mientras regresaba al departamento de su hija, le resonaba una frase de la cajera: “Una sociedad tan formada…” Pensó que quizás la sociedad argentina hace rato dejó de ser aquella que tantos españoles y españolas idealizan; que después de los 90 aquella sociedad cambió sin retorno.
Entonces la ganó un sentimiento de bronca y se dijo: “No, no nos merecemos que este esperpento gobierne el país. Nos está convirtiendo en la vergüenza del mundo. ¿Cómo nos permitimos caer tan bajo? ¿Acaso perdimos toda autoestima y orgullo?”, se preguntó, casi en un grito interno.
A la noche, cuando su hija volvió del trabajo, el diálogo con la cajera del súper fue tema obligado de conversación durante la cena. “Nadie lo puede creer mamá; eso que a vos te pasó hoy, a mí me pasa casi a diario desde las elecciones”, le dijo.
“No, no nos merecemos esto que nos está pasando”, repitió Fabiana, esta vez en voz alta.
Nota.- Fabiana estuvo en Zaragoza a finales de abril, unos veinte días antes de que España, en un hecho inédito, retirara a su embajadora de Buenos Aires a causa del esperpéntico show de insultos y agravios que el presidente argentino ofreció en la cumbre de líderes extremistas europeos.
¿Qué estará pensando la cajera del súper?