Textos, selección de documentos y de fotos Carlos Altavista.- Formalmente nació en 1898, primer año de la segunda presidencia de Julio Argentino Roca. Pero el “conquistador del desierto”, durante su primer mandato (1880-1886) ya había dado los primeros pasos hacia la materialización de la emblemática Casa Rosada.
Y es que en la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), éste había hecho construir el Edificio de Correos a un lado del antiguo Fuerte de Buenos Aires, inmueble que ocupó -con sucesivas reformas- el sitio de la sede presidencial argentina desde la época de la Colonia, y como el moderno y opulento Edificio de Correos opacó por completo al que alojaba al Poder Ejecutivo Nacional, Roca optó por levantar uno igual a su vera. Luego, el arquitecto italiano Francisco Tamburini los unió mediante un arco. Así vio la luz “la Rosada”.
Frente a ella, la Plaza de la Victoria (hasta 1884) / Plaza de Mayo (desde 1884) fueron testigos de los hechos más relevantes de la vida nacional. Hasta allí llegaron los ingleses cuando convirtieron a Buenos Aires en una colonia británica en 1806; se concretó la Revolución de Mayo de 1810; hacia 1812 Don José San Martín y los granaderos a caballo encabezaron el pedido de renuncia al Primer Triunvirato, manejado por su secretario Bernardino Rivadavia contra los intereses revolucionarios y del interior del país.
Más de un siglo después, el combo Casa Rosada-Plaza de Mayo fue testigo del primer gobierno argentino elegido por el voto universal, secreto y obligatorio, que consagró presidente al radical Hipólito Yrigoyen en 1916. Pero 14 años después, en 1930, también dio fe del primer golpe cívico-militar que sufrió la República, al cual siguieron -entre los más sangrientos y fatales para el país y el pueblo- los de 1955 y 1976.
El 17 de octubre de 1945, Juan Domingo Perón inauguró el balcón de la Casa Rosada como símbolo de política popular y de masas. Diez años más tarde, en junio del 55, las fuerzas antidemocráticas y cipayas la bombardearon, al tiempo que asesinaron a 400 civiles, para dar inicio tres meses después a casi 20 años sin democracia.
En 1982 salió al balcón el terrible dictador Leopoldo Fortunato Galtieri para “invitar” a los ingleses a la guerra por las Islas Malvinas. Al año siguiente, Raúl Alfonsín saludó a las masas como primer presidente democrático tras una década sin elecciones.
En 1986 se vivió desde el balcón de la Rosada un momento épico, cuando Diego Armando Maradona y el resto de los jugadores de la selección campeona del mundo en México levantaron la copa frente a una multitud enloquecida. No obstante, como si nada bueno pudiese perdurar en el tiempo en nuestro país, en la Semana Santa de 1987 el presidente Alfonsín anunció que la casa estaba en orden tras regresar de una reunión con los militares golpistas conocidos como “carapintadas”: dos semanas después llegaría la ley de Obediencia Debida.
El 19 y 20 de diciembre de 2001 la plaza fue escenario y la Rosada testigo privilegiada de la exteriorización de la mayor crisis socioeconómica y política de la historia, que finalizó con 39 muertos, más de 500 heridos y la renuncia del presidente radical Fernando De la Rúa.
Usó el balcón Néstor Kirchner para saludar en 2003; lo utilizó para bailar Mauricio Macri en 2015. Cristina Fernández jamás lo pisó con fines políticos.
Esta es la historia oficial de la Casa Rosada, con su balcón y su eterna “compañera de viaje”, la Plaza de Mayo.
El Fuerte
El solar en el que está emplazada la Casa Rosada fue, durante toda la historia de Buenos Aires, la sede de las distintas y sucesivas autoridades políticas que gobernaron el país.
A poco de fundar la Ciudad en 1580, Don Juan de Garay mandó cavar una zanja y terraplenes formados con las mismas tierras extraídas de ella, encerrando dentro el origen de lo que más adelante se llamó «Real Fortaleza de San Juan Baltasar de Austria» o «Castillo de San Miguel».
Posteriormente, en 1595, el gobernador Fernando de Zárate mandó levantar una amurallada construcción de 120 metros de lado, con foso y puente levadizo, que se alzó en la manzana ceñida por las actuales calles Rivadavia, Balcarce e Hipólito Yrigoyen y la Avenida Paseo Colón, sobre las barrancas que entonces daban al río.
Finalmente, a principios del siglo XVIII se construyó un sólido fuerte, íntegramente hecho de ladrillos, cuyas murallas y bastiones perduraron hasta su demolición, un siglo y medio después. Ya en el período de la Independencia, la Casa que había sido residencia de gobernadores y virreyes españoles albergó, con muy pocas reformas, a las autoridades de los sucesivos gobiernos patrios: las Juntas, los Triunviratos, los Directores Supremos, los Gobernadores de Buenos Aires y el Primer Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia (febrero 1826-junio 1827).
Abandonada y parcialmente demolida, volvió a tener protagonismo como sede del gobierno político a partir de 1862, cuando el presidente Bartolomé Mitre (1862-1868) se instaló con sus ministros, remozando la antigua residencia oficial del fuerte. Su sucesor, Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), decidió embellecer la morada del Poder Ejecutivo Nacional, dotándola de jardines y pintando las fachadas de color rosado, con el que, posteriormente, se continuó caracterizando.
La construcción de la actual Casa de Gobierno comenzó en 1873, cuando por decreto se ordenó construir el edificio de Correos y Telégrafos en la esquina de Balcarce e Hipólito Yrigoyen.
Pocos años después, el presidente Julio A. Roca decidió la construcción del definitivo Palacio de Gobierno en la esquina de Balcarce y Rivadavia, edificación similar al vecino Palacio de Correos. Ambos edificios se unieron en 1886 mediante el pórtico que hoy constituye la entrada de la Casa Rosada que da hacia Plaza de Mayo.
Con estas construcciones, desaparecieron los últimos recintos del antiguo Fuerte del que, sin embargo, quedan como testigos algunos muros y una tronera que se conservan y pueden visitarse, contiguas a las galerías de la Aduana de Taylor en el Museo de la Casa de Gobierno.
La línea del tiempo
El fuerte (parte II)
En 1536, Pedro de Mendoza establece en las proximidades de la desembocadura del Riachuelo de los Navíos un asentamiento que se denomina Nuestra Señora del Buen Ayre. En 1580, Juan de Garay efectúa la fundación de la ciudad en el lugar destinado a la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo), dándole el nombre de Santísima Trinidad y conservando para el puerto, el del primer poblado. En 1594 se levanta la «Real Fortaleza de don Juan Baltasar de Austria». En 1713 la reemplaza una construcción más sólida con torreones, garitas de observación, puente levadizo y foso que, al completarse sus defensas en 1720, recibe el nombre de «Castillo de San Miguel».
En 1820, el presidente Bernardino Rivadavia modifica el Fuerte y sustituye el puente levadizo por un pórtico neoclásico. Este solar destinado a lugar de defensa y asiento de las autoridades españolas y de los gobiernos patrios, está ocupado actualmente por la Casa de Gobierno. En el Museo de la Casa Rosada se conservan una de sus troneras y el recinto de bóveda que fuera Almacén de la Real Hacienda.
La Aduana Nueva o de Taylor
Dirigida por el arquitecto inglés Eduardo Taylor, en 1855 se levanta la «Aduana Nueva», lindando con las paredes posteriores del Fuerte y mirando al río. Es el primer edificio público de grandes dimensiones del joven Estado mercantil de Buenos Aires; su forma semicircular cuenta con cinco pisos de depósitos y cincuenta y un almacenes abovedados rodeados por galerías. Se utiliza por casi cuarenta años y es demolida hasta el primer piso por el proyecto del Puerto Madero, quedando su base sepultada bajo la actual Plaza Colón.
Primera construcción
En 1873, el presidente Sarmiento ordenó la construcción de una sede para el correo en el lugar que había dejado libre la demolición del ala sur del Fuerte de Buenos Aires (calles Balcarce e Hipólito Yrigoyen). Este proyecto fue realizado por el arquitecto sueco Carlos Kihlberg, con una marcada mezcla de neorrenacimiento italiano y detalles afrancesados.
El Palacio de Correos
El Palacio de Correos se completó en 1878 y fue inaugurado por el presidente Nicolás Avellaneda (1874-1880) en 1879. El nuevo edificio opacaba sensiblemente a la sede del gobierno.
Dada la insignificancia que mostraba la Casa de Gobierno frente a este nuevo edificio de correos, el presidente Julio Argentino Roca (1880-1886) solicitó al departamento de ingenieros civiles un proyecto de ensanche y reparaciones, aprobándose el proyecto de otro arquitecto sueco, de nombre Enrique Aberg, el cual proponía la demolición del Fuerte y la construcción de un edificio igual al del correo, diferenciándolo por la incorporación de una galería balcón en el primer piso para el uso de las autoridades durante las fiestas y desfiles. Esto marcó el fin del Fuerte.
La Casa Rosada y el Palacio de Correos
Por razones estéticas y para solucionar necesidades de espacio, se pensó en incorporar el Edificio de Correos a la Casa de Gobierno, obra encomendada al arquitecto Francisco Tamburini. Para unir los dos edificios en uno, el profesional proyectó un gran arco central, el cual se asocia con los alrededores, donde se encontraba la Aduana Nueva y la Recova Vieja, a las cuales Tamburini interpretó como armados a través de un eje principal, sobre el que se ubican sus ingresos, enfatizados por un arco de mayor altura.
Unidos por el arco de Balcarce 50
El arquitecto Francisco Tamburini diseñó el proyecto y dirigió las obras que dieron a la Casa Rosada su definitiva estructura y ornamentación.
El Palacio
El conjunto edilicio se desarrolla en tres niveles sobre la calle Balcarce y en cuatro niveles más un subsuelo/galerías del Museo de la Casa de Gobierno, sobre la avenida Paseo Colón, ocupando una superficie de casi una manzana. Todos los locales originales que se encuentran sobre las tres fachadas principales tienen ventilación e iluminación directa, mientras que los locales originales internos fueron proyectados para que la ventilación y la iluminación se den a través de galerías que se organizan alrededor de patios de aire y luz. Todos ellos, menos uno, estaban coronados con claraboyas, de las cuales solo perduraron dos.
La estructura original consta de muros portantes de mampuestos con espesores variables y losas simplemente apoyadas por bovedillas de ladrillos con perfiles de acero o madera, según el sector. Fruto de un largo proceso constructivo, el edificio actual fue inaugurado oficialmente en 1898 (ver foto principal de esta nota), durante la segunda presidencia del general Julio Argentino Roca (1898-1904).
El balcón
Liliana Franco, periodista acreditada en Casa de Gobierno y autora del libro “Los secretos de la Casa Rosada”, dialogó con la cronista de la revista Noticias Karina Rocca en octubre de 2020, y destacó que “el balcón es un símbolo, el lugar donde el Presidente habla con el pueblo, y así quedó instaurado a partir del 17 de octubre de 1945 con Perón”.
“El balcón tiene un gran peso político”, señala Franco al repasar a quienes se asomaron después de Perón en la historia reciente de la Argentina: “Una de ellas en 1982, con Galtieri por Malvinas, y en Semana Santa de 1987 con Alfonsín. También saludó Néstor Kirchner y Alberto Fernández, en cambio Cristina no lo usó. Ella instalaba un escenario delante tapándolo, usaba más los balcones internos del Patio de las Palmeras para hablarle a la militancia. Y hay quienes se lo tomaron en broma, como cuando Macri salió y bailó”.
Más allá del balcón, desde 1810 la Plaza de Mayo fue el lugar donde se manifestó el pueblo. Nació de la unión de la Plaza de la Victoria y del Fuerte, al demolerse, en 1884, una construcción llamada Recova Vieja, que las separaba.
El historiador Felipe Pigna nos cuenta que hacia 1812 “la situación política en Buenos Aires era complicada. Gobernaba el Primer Triunvirato integrado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. Pero el verdadero poder estaba en manos del secretario de gobierno, Bernardino Rivadavia, que venía desarrollando una política muy centralista que desoía todos los reclamos del interior, cada vez más perjudicado por la política económica de Buenos Aires que fomentaba el libre comercio y mantenía un manejo exclusivo del puerto y de la aduana”.
En ese contexto “San Martín y sus compañeros se decidieron a actuar. Y el 8 octubre de 1812 marcharon con sus tropas, incluidos los granaderos, hacia la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) y exigieron la renuncia de los triunviros en un documento redactado por San Martín que concluía diciendo: “…no siempre están las tropas para sostener gobiernos tiránicos”.
Casi 190 años después, durante los cuales transcurrió la errática historia argentina, llegaron las terribles jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. En 2021 se cumplieron dos décadas de la represión ordenada por el gobierno del entonces presidente Fernando De la Rúa, que terminó con 39 muertos y 500 heridos en todo el país.
Fuentes: Casa Rosada Presidencia, diario La Nación, revista Noticias, sitio web FADU-UBA