¿Por qué ganó Milei?
Por María Florencia Anzoátegui (para 90lineas.com)
«¿Cómo pudo ser que ganara Milei? La pregunta atravesó, durante las semanas posteriores al balotaje, a muchos colegas, militantes, amigos y amigas. La respuesta fue la negación: ‘No lo puedo creer, me despierto y pienso que fue sólo una pesadilla’. Para nuestra sorpresa, varios empezamos a compartir que teníamos esa misma sensación. Incluso, al ver televisado el acto de asunción del nuevo presidente, sentimos que era una película. Pero pasaron los días y, lentamente, por cierto, lo fuimos asumiendo. Era real. Y había que explicarlo».
El profesor de Historia e Investigador del Conicet, Javier Balsa, le contó así a este medio cómo surgió la necesidad de abordar esa respuesta desde un trabajo que, a todas luces, aparecía complejo, pues Argentina se encontraba ante un fenómeno social y político inédito.
Ese trabajo de investigación se convirtió en el libro «¿Por qué ganó Milei? Disputas por la hegemonía y la ideología en Argentina», y el viernes 28 de junio su autor dio una charla en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP, su alma mater (ex BIM 3, avenida 122 esquina 52).
Mucho más que un descontento coyuntural
Contó Javier Balsa: «Para elaborar una explicación hemos explorado una serie de elementos ideológicos que muestran que las transformaciones en la sociedad argentina han sido más profundas que un mero descontento surgido por las políticas gubernamentales frente a la pandemia o por una situación de alta inflación. Nos adentramos en las disputas sobre la hegemonía, sobre cómo se modifican las maneras de pensar acerca de qué es lo deseable y lo posible, y cómo estas cuestiones se articulan en torno a los proyectos políticos en lucha, con los distintos modelos de sociedad que proponen. Nos hemos basado, esencialmente, en una serie de quince encuestas que efectuamos desde comienzos de 2021 hasta fines de 2023».
Luego subrayó que «el proyecto neoliberal se había logrado recuperar de su estrepitoso fracaso durante la presidencia de Macri. El gobierno de Fernández había sido incapaz de generar una sanción política, o incluso legal, al macrismo por el desastre en que sus políticas habían dejado al país; en particular por su desmedido endeudamiento. Además, el mismo fracaso económico de la gestión de Fernández permitió la reinstalación de la opción neoliberal».
«Esta perspectiva, con un discurso que descuidaba por completo la cuestión de la igualdad social y económica, logró una importante capacidad interpelativa: un parte sustancial de la ciudadanía pasó a tolerar altos niveles de desigualdad: seis de cada diez encuestados aceptaba, en algún grado, que un empresario ganase 100 veces más que un obrero o un empleado suyo», indicó el académico platense.
Actitudes conservadoras, ‘anque’ autoritarias
Balsa se zambulló en el ‘mensaje’ que dejó la resolución de la interna de la derecha más tradicional, mensaje del que, por cierto, muchos no tomamos nota. «En particular, en la interna de Juntos por el Cambio, Bullrich se impuso holgadamente sobre Rodríguez Larreta, a pesar de que este último tenía muchos más recursos y apoyos de la dirigencia de todos los partidos integrantes de la coalición. La clave de esta victoria fue la fuerte asociación que existía entre neoliberalismo y conservadurismo. Hemos podido medir que casi todos quienes sostenían ideas neoliberales poseían actitudes conservadoras, cuando no autoritarias».
«El avance de una reacción neoconservadora se gestaba desde hacía varios años, a pesar de que muchos pensaban que las ideas progresistas estaban muy arraigadas y que existía un fuerte consenso democrático«, enfatizó y añadió: «Paulatinamente, el discurso reaccionario cobró legitimidad en la arena pública. Así, por ejemplo, entre otras cuestiones, hemos podido medir la crítica a las leyes que protegían a grupos específicos porque ‘se olvidaban de gente como yo’: el 44% de los encuestados sostenía esta reprobación».
¿Basta de corrección política?
El autor del libro hizo mención a un tema muy interesante, como el de los exabruptos de Milei y Cía., los cuales en ningún momento le jugaron en contra para sorpresa de los millones que estábamos y estamos en la vereda de enfrente; una práctica discursiva que ya habíamos experimentado en forma indirecta a través de los ex mandatarios de EEUU, Donald Trump, y de Brasil, Jair Bolsonaro, entre otros. «Observamos la extensión de la crítica a tener que cuidarse en las formas de hablar para no ofender a los demás: 36% reprobaban tener que ser ‘políticamente correctos’ y un 27% compartía parcialmente esta idea, mientras que sólo 9% adherían a la idea de que estaba bien pues ‘mucha gente se sentía discriminada y la pasaba muy mal'».
En tal contexto, Balsa indicó que «no sólo se logró que se pudieran decir cosas muy irracionales y faltas de toda compasión hacia el otro, sino que también se instaló un discurso del odio que promovía la estigmatización de determinados sectores y, directa o indirectamente, su eliminación: desde ‘los planeros’ y ‘los negros’ hasta ‘los kirchneristas’. La escasa reacción del conjunto de la dirigencia ante el intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación y su banalización en redes sociales, e incluso en importantes medios de comunicación, fue todo un síntoma de la instauración de este clima de violencia simbólica que podía trasladarse al plano de los hechos y también promover el apoyo a opciones político-electorales extremas«, puntualizó.
Así las cosas, «el libertario se había instalado no sólo como un candidato para canalizar la bronca por las sucesivas frustraciones generadas por el resto de la dirigencia política, sino que también consiguió que un importante sector de la ciudadanía empezara a compartir algunas de sus propuestas más extremas, como ‘acabar con la justicia social’, apoyada por el 34% de las personas, o su diagnóstico de que el problema de la economía argentina eran los elevados gastos estatales y la alta emisión monetaria, compartido por el 54%; por lo cual también acordaba con reducir drásticamente al Estado y despedir a muchos de los empleados públicos, una idea apoyada por el 37%. Un discurso simple, claro y repetitivo asentó algunas ideas como verdades para muchos«.
La remontada de Massa y la jugada de Macri
«Aunque Sergio Massa logró una espectacular remontada y estuvo a sólo tres puntos porcentuales de convertirse en presidente en octubre, la alianza que Macri realizó con Milei, a la que sumó a Bullrich, logró que fuera apoyada, a los pocos días, por el 80% de los votantes de Juntos por el Cambio. Es que la audaz jugada de Macri, acompañada por los medios concentrados, descolocó al resto de la dirigencia de Juntos por el Cambio, que si bien en general no apoyó a Milei, tampoco se inclinó por Massa, dejando la indicación de Macri y de Bullrich como única sugerencia electoral clara para quienes se sentían cerca de esta fuerza política», explicó el catedrático.
¿Ellos o nosotros?
¿Por qué Milei recibió el voto de sectores formados, incluso de ambientes universitarios, que históricamente han rechazado los extremos? «Massa no pudo atraer a un sector de la ciudadanía que tenía ideas nacional-populares moderadas, o progresistas moderadas, pero que mostraba cierta confusión ideológica en términos de cómo pensaba la dinámica social, pues consideraba que una minoría formada por piqueteros, feministas, la izquierda, los kirchneristas o los políticos corruptos se imponía a la mayoría de la sociedad. Por lo tanto, fueron interpelados exitosamente por Bullrich y Milei, y luego por este último en el balotaje, con sus propuestas de reprimir a estas minorías ‘izquierdistas’”, respondió el investigador del Conicet y docente en la UNQ.
«El apoyo a Massa de la enorme mayoría de los sindicatos, la activación del aparato del Partido Justicialista y la militancia, incluso de figuras de la sociedad civil, no lograron incrementar en el balotaje más que en un pequeño porcentaje el resultado alcanzado por Unión por la Patria en las elecciones generales. Se puso en evidencia la fragilidad de las mediaciones políticas y sociales», añadió.
Otros dos elementos configuraron el escenario de triunfo de La Libertad Avanza: «Por un lado, el éxito en la demonización del kirchnerismo, que logró que más de la mitad de la ciudadanía pensara que había que acabar con esta fuerza política para que el país saliera adelante; también la imposición de perspectivas históricas muy críticas del peronismo y laudatorias o justificadoras de la última dictadura y del menemismo aportaron a consolidar el voto por Milei: encontramos una relación extremadamente fuerte entre las visiones del pasado y el voto actual».
«Y, por otro lado, contó con la disposición al sacrificio de amplios sectores de la ciudadanía, en términos de aceptar el empeoramiento de su propia situación económica para lograr el crecimiento de la economía; aunque también operaran elementos de negación que hacían pensar a muchos que Milei no concretaría todo lo prometido, a pesar de la enorme determinación que su enunciación trasmitía».
Una pregunta por ahora sin respuesta y una brisa de esperanza
Finalmente, Javier Balsa dejó un interrogante flotando en el viento: «Queda planteado el interrogante de en qué medida los votantes de Milei mantendrán esta aceptación del ‘sacrificio’ y su fuerte adhesión a un conjunto de ideas y propuestas neoliberales cuando las políticas del gobierno erosionen sus ingresos reales en forma notoria. Al mismo tiempo, como reverso del avance neoliberal y neoconservador que brindó el apoyo a Milei, todos nuestros relevamientos mostraron que las bases electorales de Unión por la Patria presentaban una notoria coherencia en el plano ideológico en línea con los planteos nacional-populares y progresistas. Por eso, más allá de las crisis y la perplejidad que, por arriba y por debajo, ha generado la derrota, consideramos que la disputa política continúa abierta».