Cienticidio.- Por primera vez en dos décadas, la comunidad científica argentina está sufriendo pérdidas sustanciales de empleo y recortes de fondos como resultado de las políticas de austeridad (N. de la R: en argentino, ajuste) impuestas por el presidente Javier Milei, según dos análisis recientes. Los investigadores temen que la disminución de las perspectivas en el país lleve a más científicos argentinos a buscar trabajo en el extranjero.
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El principal organismo científico de Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), ha perdido alrededor de 1.000 empleados, o el 9% de su fuerza laboral, desde que Milei asumió el cargo en diciembre de 2023, según un análisis publicado la semana pasada por el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI), un grupo de investigadores afiliados a universidades de Argentina.
El gasto total del gobierno en investigación ha disminuido un 31% durante el mismo período, a alrededor de 1.200 millones de dólares, informó el CIICTI a finales del mes pasado.
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Los recortes han desmoralizado a muchos investigadores argentinos. “Están destruyendo la actividad científica del país y estamos perdiendo un capital que será muy difícil recuperar”, dice la inmunóloga Alejandra Capozzo, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Capozzo ha desmantelado su propio laboratorio por falta de fondos, dice, y sus estudiantes se han ido al sector privado o a grupos de investigación en el exterior.
“Están destruyendo la actividad científica del país y estamos perdiendo un capital que será muy difícil recuperar”, dice la inmunóloga Alejandra Capozzo, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Capozzo ha desmantelado su propio laboratorio por falta de fondos y sus estudiantes se han ido al sector privado o a grupos de investigación en el exterior
Milei asumió el cargo el año pasado prometiendo rehacer radicalmente la atribulada economía argentina, en parte recortando el gasto público. También dijo que quería reestructurar el CONICET, al que calificó de “improductivo” , o incluso cerrarlo.
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Su gobierno no ha ido tan lejos, pero ha reducido la plantilla del CONICET mediante despidos y ofreciendo incentivos para que los investigadores se jubilen, según el informe del Grupo de Ciencia de la Economía Política del CIICTI. En total, la plantilla del organismo se redujo de unos 11.800 a 10.750 en los últimos diez meses. Las pérdidas incluyen 598 científicos de plantilla y 457 científicos en el inicio de su carrera que reciben becas.
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Según el CIICTI, los recortes de personal del CONICET representaron alrededor del 40% de una pérdida mucho más amplia en la ciencia financiada con fondos públicos de Argentina. El empleo general en el sector disminuyó un 3,6%, de 75.051 en diciembre de 2023 a 72.355 en septiembre. Entre los organismos que vieron reducirse su personal se encuentran el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, la Secretaría de Ciencia y Tecnología y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El INTA, la segunda institución científica más grande del país, con 6.900 empleados, fue el único que aumentó su personal. Pero ese crecimiento estuvo acompañado de un programa de adquisiciones que provocó la salida de unos 250 investigadores más experimentados, dice el físico Diego Hurtado, de la Universidad Nacional de San Martín. “Esto crea una fuga de cerebros interna”, dice. (El presidente del INTA, Juan Cruz Molina Hafford, renunció en octubre citando “diferencias” con una directiva del gobierno de reducir el personal en un 10%).
El éxodo
La situación laboral ha llevado a muchos investigadores jóvenes a buscar puestos en el exterior. El mes pasado, el especialista en computación cuántica Alejandro Díaz-Caro dejó la Universidad Nacional de Quilmes tras perder su financiación y aceptó un puesto temporal en la Universidad de Lorraine en Francia. Díaz-Caro había regresado a la Argentina desde Francia en 2014 gracias al programa Raíces, una iniciativa del gobierno destinada a revitalizar la comunidad científica del país. “Volví con el programa Raíces y me voy con el programa ‘motosierra’”, bromea.
Luis Moyano, especialista en electromagnetismo e inteligencia artificial de la CNEA, había regresado al país en 2019 después de casi 20 años en el extranjero y se afilió al prestigioso Instituto Balseiro, pero las congelaciones de gastos y el deterioro de los salarios bajo el mando de Milei lo llevaron a él y a más de 60 investigadores a renunciar. Ahora está en España
Díaz-Caro ha ayudado a dos de sus tres estudiantes de posgrado a trasladarse a la Universidad de la República de Uruguay. El tercero sigue en Argentina, pero cuenta con financiación de la nueva institución de Díaz-Caro, quien no está seguro de dónde acabará finalmente. Una posibilidad es Uruguay, donde ya tiene colaboraciones, porque su objetivo es ayudar a apoyar la ciencia en América del Sur. Sin embargo, está decidido: «No volveré a Argentina».
Luis Moyano, especialista en electromagnetismo e inteligencia artificial de la CNEA, también se fue. Había regresado en 2019 después de casi 20 años en el extranjero y se afilió al prestigioso Instituto Balseiro, pero las congelaciones de gastos y el deterioro de los salarios bajo el mando de Milei lo llevaron a él y a más de 60 investigadores a renunciar. Ahora en España, Moyano dice que aún no ha encontrado trabajo y «no está claro si podré seguir haciendo ciencia». Afirma que tampoco va a volver a Argentina, porque «el gobierno parece decidido a desvalorizar gran parte de la actividad científica».
El especialista en computación cuántica Alejandro Díaz-Caro dejó la Universidad Nacional de Quilmes tras perder su financiación y aceptó un puesto en la Universidad de Lorraine, en Francia. Díaz-Caro había regresado a la Argentina desde Francia en 2014 gracias al programa Raíces. “Volví con el programa Raíces y me voy con el programa ‘motosierra’”, dice
Muchos investigadores esperan que el éxodo continúe. En la Universidad de Buenos Aires, el microbiólogo Jorge Geffner dice que el 40% de los aproximadamente 60 científicos de su departamento están emigrando. Mientras tanto, el CONICET ha visto una reducción del 30% en las solicitudes de empleo, lo que sugiere que será difícil para la agencia reclutar nuevos talentos. Las políticas del gobierno representan un “cienticidio”, dice Geffner. “Ya estamos enfrentando consecuencias devastadoras para todo el sector”.
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