La aparición de la foto de la celebración hace más de un año, del cumpleaños de la pareja de Alberto Fernández, Fabiola Yañez, en la Quinta de Olivos se metió de lleno en la campaña electoral, apenas a días de la celebración de las PASO, y cuando las legislativas de noviembre están a la vuelta de la esquina.
Se trató de una gigantesca “metida de pata” que obligó al Presidente a disculparse una y otra vez ante la ciudadanía y hasta demandó la reiterada aparición de la Vicepresidenta y principal dirigente de la coalición de gobierno, Cristina Kirchner, para minimizar las consecuencias políticas del episodio.
En primer lugar por pegarse un tiro en los pies en el momento que se demandaba a la población mantener la más estricta cuarentena para poder contener las consecuencias de la pandemia, que recién estaba comenzando a mostrar sus trágicas garras por estas tierras.
Es indiscutiblemente un enorme estigma a la credibilidad presidencial y a su accionar de gobierno, que puede devaluar cualquier pedido de nuevos sacrificios que se le demande a la población en caso de una tercera ola de la pandemia, en especial si la temida variante Delta alcance circulación comunitaria.
De allí los sucesivos pedidos de disculpas y la decisión del oficialismo de cerrar filas detrás del Presidente para minimizar el daño de un hecho particularmente irritativo para una parte del segmento de los votantes que precisamente el Frente de Todos busca seducir, para ganar las próximas elecciones.
Se hizo un daño enorme no sólo a la figura presidencial, sino también a la gobernabilidad ante una oposición que una vez más muestra pocos escrúpulos a la hora de demonizar a las principales figuras del oficialismo.
Pero el episodio tiene gravedad desde otras perspectivas.
Así una vez más quedó en la mira el entorno presidencial y de algunas presencias que ahora son motivo de sospechas. No ya por una supuesta “caza de brujas”, como se denuncia desde algunos medios opositores, sino porque se trata de un acto privado en una residencia oficial, que nunca debió haber trascendido.
Ahora la autodenuncia de Fabiola Yañez quien junto a otros asistentes a su fiesta de cumpleaños número 39, el 14 de julio de 2020, se puso a disposición de la Justicia mediante un escrito presentado en Comodoro Py en el que designó como abogados defensores a Juan Pablo Fioribello y Mariano Lizardo, busca minimizar los efectos políticos del episodio.
Además de Yañez, otros asistentes a la celebración también serán representados por los mismos abogados: Sofia Pacchi, Emanuel López, Stefanía Domínguez, Fernando Consagra, Santiago Basavilbaso, Rocío Fernández Peruilh y Florencia Fernández Peruilh. El peluquero Federico Abraham, sobre quien desde el entorno presidencial depositaron las sospechas sobre la filtración de la fotografía, no aparece en la lista de los representados por Fioribello y Lizardo.
Pero además de las críticas al entorno presidencial, el episodio también disparó sospechas sobre los responsables del control de la Quinta de Olivos, en especial de las autoridades de la Casa Militar a cargo del cuidado presidencial. Según trascendió por estas horas se trata de funcionarios puestos durante la gestión de Cambiemos, cuyas designaciones no habría sido revisadas con el cuidado necesario.
Se trata de otro frente abierto que el mandatario deberá revisar en el menor tiempo posible, luego de un episodio que puso a la defensiva al gobierno y que además provocó cuestionamientos internos, en especial cuando la propia pareja presidencial fue señalada como la principal responsable del lamentable festejo, al punto que el propio Fernández debió presentarse otra vez en público asumiendo la plena y absoluta responsabilidad por el episodio.
UNA OPOSICIÓN DE TODOS MODOS DÉBIL
En plena campaña electoral, el lamentable festejo fue un verdadero regalo a la oposición. Un gol en contra de esos que definen la suerte de un partido, pero claro, el problema es que los líderes de la oposición tienen poco para mostrar a la hora de querer exhibirse como paladines del cuidado de la salud pública.
En efecto las sucesivas marchas convocadas contra la cuarentena, o la oposición a las vacunas chinas y rusas (las primeras disponibles en el país) o a los controles a los centros educativos, sólo por citar algunos ejemplos, son pruebas cabales de que nunca el cuidado de la población estuvo a la cabeza de sus objetivos. Como muestra alcanza el caso de Formosa, la provincia que menos contagios y muertes registraba hasta que comenzaron las manifestaciones contra las restricciones dispuestas por el gobierno de Gildo Insfrán, tras las cuales se dispararon contagios y víctimas fatales, aunque aun así están entre las más bajas en el país.
Las denuncias sobre el presunto envenenamiento que podría provocar la Sputnik V, las marchas por la “libertad” ante cualquier restricción a los laxos controles a la circulación y hasta la quema de barbijos son apenas muestras de la actitud de los sectores más duros de la oposición que le dejan poco espacio para mostrarse como ejemplo.
Así, con el respaldo de algunos medios de comunicación se fue creando un clima social hostil hacia cualquier cuidado sanitario, como ser los controles de los vuelos provenientes de países donde la variante Delta es la prevaleciente, en base a mentiras tales como promover el consumo de dióxido de cloro por parte de una conocida chimentera, convertida ahora en conductora de programas de TV con aspiraciones de “seriedad”.
Pero si la mentira fue el elemento saliente de la oposición en su accionar contrario a toda medida sanitaria durante la pandemia, por estas horas sus propias desmesuras pasaron a jugarle de alguna manera en contra.
Más allá de la decisión de Fabiola Yañez y sus invitados en el festejo de sus 39 años de presentarse ante la justicia para hacerse cargo de cualquier acción punitiva (nadie puede creer que ningún juez decida un pena de prisión en este caso) parece exagerado el pedido de juicio político al Presidente.
Figuras de la oposición, de las manos del denunciante serial y precandidato a legislador porteño por el sector de Ricardo López Murphy dentro de Juntos por el Cambio, Yamil Santoro promovieron la acción judicial y política contra el Presidente por considerarlo incurso en un delito, al haber participado del polémico festejo. De inmediato los sectores más duros de Cambiemos, como Patricia Bullrich, Fernando Iglesias, Waldo Wolff, Mario Negri, Cristian Ritondo, Alfredo Cornejo Luis Petri o Jorge Enriquez entre muchos otros, adhirieron o bien a la presentación ante la Justicia o a iniciar el procedimiento previsto para este caso en Diputados.
Se trata de una movida política, dado que los números no le alcanzan para avanzar con la iniciativa, pero además intenta mantener el tema como una de las muletillas electorales, en medio de una campaña que busca desdibujar las propuestas
Pero esa misma desmesura de pedir juicio político a un presidente por participar de una reunión social -en un país, donde por ejemplo Fernando De la Rúa nunca fue enjuiciado por el estado de sitio que terminó causando al menos 39 muertos en las horas previas a su renuncia en 2001-, terminó dividiendo al arco opositor.
En efecto Elisa Carrió primero y luego nada menos que Horacio Rodríguez Larreta minimizaron la posibilidad del juicio, que de todas formas no tiene chances de prosperar, en otra muestra de la notoria disparidad de postura y ambiciones personales que rodean a ese espacio político.
Desde el oficialismo, en tanto, la respuesta fue contundente. Las muestras de unidad en torno al Presidente se reiteraron desde comienzo de semana y las máximas figuras del Frente de Todos, con Cristina, Massa, Kicillof y Máximo Kirchner a la cabeza y la asistencia de los candidatos bonaerenses Tolosa Paz y Gollán mostraron una imagen de homogeneidad que hasta eclipsó el lanzamiento de campaña en solitario de Diego Santilli que ni apareció en las pantallas de los canales de televisión seducidos por la presencia del oficialismo unido en el estadio Diego Maradona de La Plata.
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