“A las tres y cuarto de la tarde empezaba el ensayo. Faltaba una semana para el estreno de Suit en Blanc (ballet del coreógrafo francés Serge Lifar). Yo estaba en el camarín terminando de hacerme el rodete y escuché gritos. Pero como los bailarines somos muy alegres y ruidosos, no me preocupé. Hasta que oí otro tipo de ruidos, me asomé y vi como muchos compañeros y compañeras venían desde el ala de calle 9 (hacia la de calle 10) por las tablas de las cuales se colgaban los telones del escenario. ‘Fuego, fuego’, gritaban. Y entonces corrimos. Llegamos a la planta baja y salimos a la calle por 51, donde entonces estaba la puerta que usaba el personal».
«Detrás nuestro cayó parte del techo. Luego, nos quedamos sentados en la vereda. Llorando”. Era el 18 de octubre de 1977, y Lucía Polo, por entonces solista del Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata, vivía en primera persona el incendio de la que siempre consideró su segunda casa. “Hasta diciembre seguimos ensayando en el teatro, porque solamente se quemó la sala”, enfatizó hace poco quien llegó a ser primera bailarina del prestigioso ballet.
“Es más -añade-, cuando se produjo el terremoto de Caucete, en San Juan (el 23 de noviembre de aquel año), todos los edificios que rodeaban la manzana del teatro sintieron el temblor, pero nosotros, que estábamos en pleno ensayo en las instalaciones que ocupaba la Escuela de Danzas, no sentimos absolutamente nada”, subrayó Lucía, para asegurar que, poco después, nadie daba crédito a la noticia de que lo iban a derribar. “¿Cómo lo van a derrumbar?, nos preguntábamos todos”, recordó, describiendo así el espíritu que reinaba entre los artistas y trabajadores del Argentino.
Y es que no había motivos para derribarlo, para negarse a poner nuevamente en pie a aquella magnífica construcción renacentista, más antigua que el mismísimo Colón. Un diamante en bruto del patrimonio platense, argentino y latinoamericano que se perdió, incomprensiblemente, para construir una mole de cemento que “hasta hoy no tiene final de obra”, apuntó Jorge Pachi Servidio, quien también vivió el incendio y se jubiló como subjefe de Regencia de Escenario, tras haberse desempeñado durante dos décadas como Regente del Cuerpo de Baile.
“El deseo de la mayoría era reconstruirlo”, coincidió Pachi -como se lo conoce-, para disparar: “El día siguiente al del incendio, todos empezamos a soñar con volver al teatro, pero cuando volvimos nos quedamos sin sueño”, dijo, en referencia al mastodonte que ocupó el lugar de aquel magnífico inmueble del siglo XIX.
Increíble pero real, uno de los coliseos más prestigiosos de Latinoamérica convivió durante décadas con «falta de agua corriente, al punto que los bailarines se tenían que llevar su botellita, sin agua caliente, sin calefacción, con camarines sin duchas, filtraciones, camarines en sitios pensados para oficinas administrativas», y un largo etcétera muy pero muy complejo de resolver porque la megaconstrucción tiene «problemas estructurales», enumeró quien en aquel octubre del ’77 era un aprendiz de 16 años y ‘vivió’ en el Argentino 44.
¿Por qué se perdió esa joya arquitectónica invalorable para reemplazarla por una estructura elefantiásica mal construida?
A las fuentes. Para su tesis de doctorado en Historia titulada “En las entrelíneas de la memoria y de los lugares: el proceso histórico de preservación del patrimonio cultural-material en la ciudad de La Plata”, Laura de Leão Dornelles entrevistó, el 1º de diciembre de 2015, al arquitecto Jorge Gazzaneo, ex presidente del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO y ex titular del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), entre muchos otros cargos que desempeñó. La doctoranda, en el trabajo dirigido por el ex decano de la facultad de Arquitectura de la UNLP, Fernando Gandolfi, y codirigido por dos profesores de la Universidad de Sevilla, contó que “en el momento de evaluar la situación del lugar (el teatro incendiado), el experto argentino trajo a La Plata al arquitecto inglés Roy Worskett, un especialista en patrimonio que trabajó, especialmente en Inglaterra, sobre intervención en el tejido urbano y restauración de teatros y cines en la post Segunda Guerra (nada más y nada menos)”.
NO SE HABIA PERDIDO NADA
“En tal visita, según Gazzaneo, Worskett aseveró que no se había perdido nada. Él expresó: ‘La caja está perfecta, se salvó completa’. Entramos y, por supuesto, todo el hall estaba negro. Eso era pasar agua y jabón. Acá no se había incendiado nada y, con la caja completa, no se necesitaba tocar el hall de entrada y las escaleras (…) Evidentemente, de la sala colgaban, del lado derecho de los muros, todos los hierros convertidos en fideos».
«Habían colapsado, apoyados de un lado y a cielo abierto. Ahí sí me acuerdo que él dijo: ‘La sala tiene pérdida total’ -señaló Gazzaneo-. Pero los muros perimetrales estaban perfectos también y no tenían ni una rajadura. Incluso la parte que estaba soportando a todos los hierros que estaban colgando no tenía ni una rajadura (…) Entonces me acuerdo que le pregunté sobre el escenario. ‘El escenario ni me preocupa. Este edificio, ¿de qué año es? Los escenarios hay que renovarlos cada 50 a 60 años. Este tiene mucho más que 60 años. Así que eso no interesa, eso hay que hacerlo de nuevo. Si estuviera en perfecto estado, habría que sacarlo todo y volver a hacerlo (…) Acá hay un 60 por ciento del capital existente”, sentenció el experto inglés en restauración de edificios bombardeados durante la gran guerra mundial.
Y el edificio tenía, cuando lo sorprendió el fuego, 87 años. Con sus cinco niveles, sus palcos, galerías y capacidad para 1.500 espectadores, se inauguró el 19 de noviembre de 1890 con la obra Otello, de Giuseppe Verdi. La Plata cumplía apenas ocho años.
El arquitecto y profesor de la facultad de Arquitectura platense, Eduardo César Gentile, no se abona a las teorías del incendio intencional o del ‘gran negocio’ que habría impulsado la decisión de derribar el teatro original y construir la mole de cemento. “Así como a fines del siglo XIX era condición sine qua non de una ciudad importante tener un gran teatro lírico, en las décadas de 1960 y 1970 predominaba, en el campo de la arquitectura, una corriente mundial que promovía los grandes complejos culturales que reunieran todas las disciplinas artísticas y actividades en un único lugar; el ejemplo en Argentina fue el Teatro General San Martín”, dijo.
No obstante, Gentile es de los que siempre ‘militó’ la reconstrucción del Argentino original. “Se perdió una joya patrimonial. Y peor aún, les importó un comino dónde funcionarían los cuerpos estables (coro, orquesta y ballet) y dónde harían su trabajo los técnicos y empleados”, subrayó.
Para el experto platense, mientras Gazzaneo era la voz de la reconstrucción, “el crítico musical Jorge D’Urbano, uno de los directores del Ente de Construcción del Teatro Argentino de La Plata Sociedad del Estado (ECTASE), creado para levantar el nuevo complejo sobre las ruinas del ya derribado teatro original, representaba la corriente arquitectónica opuesta y tenía mucha influencia sobre el entonces gobernador bonaerense (de la dictadura cívico-militar) Ibérico Saint Jean”.
No perdieron tiempo. Sin lugar a debates, la estructura del teatro que nació con la Ciudad -casi intacta según expertos nacionales y europeos- sucumbió al pico y a las máquinas para dar lugar a 23 años de nada. “En enero de 1978 ya nos trasladaron al Teatro del Lago, y nueve años después al Cine Teatro Rocha”, recordó la primera bailarina Lucía Polo. “Estuvimos gitaneando más de veinte años”, graficó el jefe de escenario Pachi Servidio, en referencia a la inauguración, recién en octubre de 1999 y con la obra incompleta, del complejo cultural.
En el calendario del concurso de proyectos, el ECTASE puso como fecha para la apertura de sobres el 15 de diciembre de 1978. Apenas había pasado un año y monedas del incendio. A la postre, el “Concurso Nacional de Anteproyectos para la Construcción del Teatro Argentino de La Plata fue ganado por los arquitectos Bares, García, Germani, Ribio, Sbarra, Ucar”.
Durante esas dos décadas y fracción sin casa propia “se realizaban representaciones de los distintos cuerpos estables en el interior de la provincia de Buenos Aires. Paradójicamente, para esas presentaciones se refaccionaron a nuevo no menos de diez teatros municipales”, comentó Servidio. Lucía Polo recordó que “con el Ballet Estable reinauguramos un montón de teatros en distintas ciudades bonaerenses”.
Y así “se fue perdiendo sentido de pertenencia”, opinó la bailarina, que a los 40 años hizo su última función en el Rocha; se despidió con El Lago de los Cisnes.
Pero su historia empezó en 1958, a los 8 años, cuando entró a la “Escuela de Danzas que preparaba a los chicos y chicas para el ballet” y que “funcionaba en el teatro, en el original”. Increíble pero real, esa escuela hoy no está en el enorme y frío complejo de cemento de 51, 9 y 10, sino en una antigua casona de 54 entre 7 y 8 donde, desde hace añares, lucha contra deficiencias edilicias, falta de espacios y demás.
“Tampoco está el Teatro de la Comedia de la Provincia, pese a que el proyecto original contemplaba que funcionase en el nuevo teatro”, marcó Servidio. La Comedia está en calle 12 Nº 1473.
LOS INTERESES POLÍTICOS E INDIVIDUALES POR SOBRE LA HISTORIA Y LA CULTURA
Volvamos a fines de 1977. Tras inspeccionar y evaluar los daños del incendio, el experto de la UNESCO y de ICOMOS, Jorge Gazzaneo, y el especialista inglés, Roy Worskett, “habrían realizado un informe sobre el edificio” que llevaron a “la secretaría de Cultura de La Plata. Días después, Gazzaneo llamó al organismo y le comunicaron que habían optado por la demolición del edificio, pues tenían un informe ‘muy importante’ del director general de bomberos de La Plata, un cargo directamente dependiente de la gestión política del momento (…) El caso del Teatro Argentino denota cómo el patrimonio está invariablemente involucrado a las cuestiones de interés político. La memoria histórica y la importancia simbólica material e inmaterial que tal edificio evocaba en la población platense, fue rechazada a favor de un nuevo proyecto político”, concluyó en su tesis de posgrado Laura de Leão Dornelles.
Hay quienes dicen que el incendio fue intencional. Y quienes aseguran que no. Hay quienes afirman que la decisión de llevar a cabo esa gigante estructura de estilo brutalista fue un gran negocio. Otros creen que fue el triunfo de una corriente arquitectónica sobre otra. Lo cierto es que hoy por hoy el teatro Argentino es una colección de deficiencias estructurales, a 21 años de su inauguración y a 42 de la demolición totalmente innecesaria del bellísimo edificio original. Así, en la manzana delimitada por las calles 9, 10, 51 y 53 sobrevuela cada día la frase del escritor español Francisco Galván: “El país que no respeta su historia, no se respeta a sí mismo”.
DOS TEATROS RECUPERADOS EN EL MUNDO LUEGO DE INCENDIOS:
Imágenes de un «naufragio» que se pudo evitar
Observar imágenes de obreros trabajando en el Teatro Argentino de La Plata tras el incendio, a sabiendas de que esa auténtica joya arquitectónica se pudo haber recuperado por completo, moviliza la nostalgia y, a la vez, un fuerte sentimiento de indignación.
Si además esas imágenes se intercalan con fotografías en blanco y negro de puertas y accesos del antiguo Teatro, aquel juego de cámaras de la película Titanic, entre tomas del barco hundido y del buque en un estado impecable, vienen automáticamente a la mente y potencian tanto la melancolía como la impotencia de los platenses, en particular, y de todos los amantes del arte y el patrimonio, en general. Porque este «naufragio» sí pudo evitarse y muy fácilmente. Pero algunos «no quisieron».
A continuación, como corolario de este informe, presentamos una serie de fotografías del Archivo Histórico del Ministerio de Infraestructura bonaerense, por gentileza de trabajadoras y trabajadores «de toda la vida» del Argentino.
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Teatro Argentino de La Plata
Excelente trabajo de investigación y aporte a la historia del Teatro Argentino de La Plata, gracias por el interés en nuestro patrimonio cultural.
Pienso que hubiera sido muy importante la reconstrucción del teatro sobre sus antiguos cimientos y renovar la belleza del viejo Teatro,al que añoramos todavía
Yo recuerdo que estaba en clases de la Esc. Sup de Comercio de la calle 46 al llegar la noticia salimos màs de la mitad de los alumnos corriendo por Diag.80 para ver el incendio de ese hermoso edificio.- Si mal no recuerdo creo que vì allì «La Celestina» con Iris Marga, Nora Massi y Roberto Hallac, donde al final se aplaudiò a los actores por casi diez minutos de piè (como se debe) por la genialidad que habìamos visto y sobre todo a Iris, que no desapararece del escenario en toda la obra haciendo un personaje antològico.- Si es asì que se lo destruyò por una orden polìtica, es otra gran mancha para este bendito pais, gobernado durante dècadas por gente que no tenìa ni idea ni cerebro.- Realmente una pèrdida enorme!!!!
Fue, es y será la eterna duda sobre esta tragedia para la cultura, si hubo una circunstancia fortuita o si lo quemaron a drede. Por la pocas ganas que puso el gobierno de-facto de entonces, nos inclinamos por la segunda duda. Confirmamos por los testimonios posteriores que ya tenían pensado demolerlo y construir este mamotreto que no sirve por las falencias edilicias que posee. Es un edificio que no tiene nada que ver con las líneas arquitectónicas del trasado original de la ciudad.
Quemaron un edificio emblematico de la cultura nacional. La voracidad por robar con la obra pública no viene de ahora, fue y es un denominador común de los gobiernos de todos los colores que sucedieron.desde antaño. El triste estigma de la Argentina. La corrupcion.