¿Para qué un partido político conformado y manejado exclusivamente por mujeres peronistas, si el movimiento peronista ya tenía su rama femenina? ¿Para qué un partido femenino a nivel nacional y totalmente independiente del partido peronista?
Estas preguntas desvelaron en los años ‘40 a muchísimos dirigentes y sindicalistas del peronismo, que miraban con sumo recelo la formación del Partido Peronista Femenino (PPF). Esas mismas preguntas siguieron flotando en el aire por décadas, y hasta hoy algunos se las siguen haciendo.
Cuando entró en vigencia la Constitución de 1949, que introdujo en la vida política nacional la reelección del presidente, los gobernadores pudieron optar por extender automáticamente su mandato de cuatro años (1946-1950) a seis años (hasta 1952). Pero el mandatario bonaerense Domingo Mercante, cofundador del peronismo junto a Juan D. Perón y definido por Eva María Duarte como “el corazón” del líder justicialista, quiso ir a elecciones pues argumentó que a él lo habían votado por cuatro años.
Así las cosas, en la mayor provincia argentina se votó gobernador para el lapso 1950-1952 el día 12 de marzo de 1950. En esa ocasión, la fórmula Mercante-Passerini representó al PP-PPF, es decir, al Partido Peronista y al Partido Peronista Femenino, el cual definió previamente en una asamblea presentar ese binomio electoral.
Fue la gran presentación en sociedad de una construcción política que Evita había impulsado desde finales de 1947, luego de que el 9 de septiembre de ese año se sancionara la ley 13.010, que habilitó por primera vez en la historia el voto de las mujeres y su derecho a ser elegidas para todos los cargos públicos.
Ahora bien, volviendo a las preguntas del inicio, hay una respuesta que, pese a no figurar en ningún estatuto o documento del PPF, formaba parte del pensamiento profundo y revolucionario de Eva Perón: ella nunca iba a permitir que la naciente “mujer política” quedara bajo el ala de un dirigente o caudillo, una práctica que en muchos casos llega hasta nuestros días.
Es por ello que el partido femenino se dio su propia estructura a lo largo y ancho del país, sus normas de funcionamiento, y hasta sus propias unidades básicas. Desde la creación oficial del PPF, el 26 de julio de 1949, en el país hubo unidades básicas y unidades básicas femeninas.

En el discurso que dio aquel 26 de julio de 1949 en el Teatro Nacional Cervantes ante 1.500 delegadas, la propia Evita empezó a dejar claras las cosas. En el marco de una sociedad ultramachista para la cual el rol de la mujer estaba íntimamente asociado a la casa y los hijos, Eva disparó: “El partido femenino que yo dirijo en mi país está vinculado lógicamente al movimiento peronista, pero es independiente como partido del que integran los hombres”.
Y añadió: “Así como los obreros sólo pudieron salvarse por sí mismos, y así como siempre he dicho que solamente los humildes salvarán a los humildes, también pienso que únicamente las mujeres serán la salvación de las mujeres. Allí está la causa de mi decisión de organizar el partido femenino fuera de la organización política de los hombres peronistas”.
“Un caso único”
De esa manera, en los lejanos años ’40, una joven Eva Duarte inició una experiencia totalmente inédita para la época, “un caso único dentro de los países republicanos de mediados del siglo XX”, como definió Julia Rosemberg. Creó un partido político exclusivo para mujeres y dirigido por ellas, que en el seno del movimiento nacional peronista, el mayor movimiento sociopolítico de América Latina, tenía garantizado el 33% de los cargos electivos en todos los estamentos. Y, sobre todas las cosas, tenía poder de decisión independiente del partido masculino.
Un tornado
La rapidez y la eficacia con que se organizó el PPF en todo el territorio nacional llaman la atención hasta hoy en día. Cinco meses después de aquella asamblea en el teatro Cervantes “las mujeres habían abierto 6.000 Unidades Básicas Femeninas desde Tierra del Fuego hasta Jujuy”, puntualizó la historiadora Araceli Bellotta. Contaba con una sede central en cada una de las 23 provincias o territorios nacionales y en la ciudad de Buenos Aires.
Todo empezó a fluir cuando, luego de la sanción de la ley de voto femenino en 1947, hubo que realizar un censo nacional para saber cuántas mujeres había. “Se sabía que había 3.000.000 de vacas, pero no cuántas mujeres”, contó la delegada censista de Santa Cruz, Beba Gil, según narró la arquitecta María Soledad del Cueto en un artículo periodístico.
El Partido Peronista Femenino estuvo presidido por Eva María Duarte desde 1949 hasta su fallecimiento en 1952. Desde entonces, y hasta el golpe de Estado de 1955, la titular del PPF fue la diputada nacional Delia Parodi
Del Cueto destacó que el censo duró 4 años. Fue un trabajo tremendo pues no existía esa información. Por lo tanto, pese a que la ley las habilitaba a votar y a ser elegidas, las mujeres no pudieron participar de las elecciones legislativas de 1948 ni de las constituyentes de 1949. Recién lo hicieron en 1951, año de la reelección de Perón.

Así y todo, para las elecciones de 1951 no se llegó a cumplir con las proporciones de 33% para el partido peronista, 33% para el partido peronista femenino y 33% para el sindicalismo. Eso se cumplimentó por primera vez en los comicios legislativos de 1954 sin que Evita pudiese llegar a verlo.
Para formar el PPF en todo el país a través de la apertura de unidades básicas y la afiliación de mujeres, Eva nombró a una delegada por provincia o territorio nacional. Eran 23. No obstante, existían las subdelegadas. “Se cree que llegaron a haber unas 3.600 subdelegadas, número que nos permite tener una idea de la masividad que adquirió este partido en muy poco tiempo”, subrayó Rosemberg.
Un ejemplo del tremendo trabajo que realizaron las “enviadas” de Eva es el de Ana Carmen Macri, hasta entonces encargada del Hogar de Tránsito Nº 2 de la Fundación Eva Perón, en la capital federal; en el mismo lugar donde hoy se levanta el Museo Evita.
Las 23 delegadas partieron a los territorios que tenían asignados el 22 de octubre de 1949. Ana Macri fue a Tucumán, donde en tres meses afilió a 6.500 mujeres. Entonces, Eva la llamó y le dijo: “Peti, te relevo de tu puesto en Tucumán porque ahí hasta las piedras son peronistas. Te necesito en Santa Fe”. Ana Carmen recorrió cuatro veces todas las cabeceras departamentales de esa provincia, donde en poco tiempo abrió la friolera de 658 unidades básicas femeninas.
“La misión que Eva les encomendó a las 23 delegadas fue fundar unidades básicas femeninas en todo el país independientes de las que integraban los varones, porque intentó impedir que las mujeres, con ninguna experiencia en la acción política, fueran influenciadas por ellos y, sobre todo, que aprendieran las viejas costumbres de competencia que desunían al movimiento, a las que ella describía como ‘prácticas de comité que arreglan todo entre tabas y empanadas’”, explicó Araceli Bellotta.
Un dato revelador sobre el peso que rápidamente adquirió el PPF: el 11 de noviembre de 1951, la fórmula Perón-Quijano se impuso al binomio radical Balbín-Frondizi con el 63,5% de los votos (la mayor marca electoral de la historia) frente al 32,3% de la UCR. Cuando se conoció el desagregado de los votos por género, se supo que el mayor caudal electoral del peronismo provino claramente del padrón femenino.
Asimismo, “a partir de la apertura de sesiones legislativas de 1952, el Congreso de la Nación y las diferentes legislaturas provinciales contaron con la presencia de más de 100 legisladoras. Un dato no menor es que todas las mujeres que ingresaron a las cámaras de diputados y senadores ese año provenían del Partido Peronista Femenino”, remarcó Julia Rosemberg, para indicar que “incluso en la historia de Argentina lo sucedido a mediados del siglo XX parece ser una isla: la cifra del 30% de composición de mujeres en el Congreso recién volvería a repetirse más de cuarenta años después, a fines de la década de los 90 y gracias a la Ley de Cupo Femenino de 1991, que obligaba a los partidos a presentar 30% de mujeres en sus listas. Durante el primer peronismo se llegó a ese número sin necesidad de ley alguna, sólo por el empuje y la voracidad que Eva y el Partido Peronista Femenino le dieron al ingreso de las mujeres en la política”.

La marca que había dejado Evita era tan grande que muchos tardaron décadas en dimensionarla. No faltan historiadores de peso que opinan que Eva era más popular que Perón entre los sectores obreros, y que incluso tenía mayor ascendencia sobre los más humildes. Con apenas 30 años se había convertido en la mayor lideresa social de su tiempo; propios y extraños no dudaban en proyectarla como futura cabeza del movimiento nacional, en una época donde las mujeres estaban relegadas a lo doméstico. Algo que aterraba al poder real y a vastos sectores del propio peronismo.
Rosemberg apuntó al respecto que “el Partido Peronista Femenino fue, junto a la Fundación Eva Perón, el pilar central en la construcción de poder de Eva Perón. Un poder que, al decir de Marysa Navarro, una de las mejores biógrafas de Eva, era similar al que había construido el propio Perón. Sólo los diferenciaba el hecho coyuntural de que uno era presidente”.
María Soledad del Cueto afirmó que el proyecto integral de Nación que estaba expresado en el Primer Plan Quinquenal (1946-1951) tenía “el sufragio femenino y la participación de la mujer en la vida cívica entre sus líneas estratégicas”.
Por cierto, el feminismo tradicional, que contaba con un espíritu eurocentrista, criticaba fuertemente a Eva. Pero lo que no llegaban a comprender -y quienes lo comprendían, no lo aceptaban- era que Evita pensaba a la mujer política en el marco de un proyecto político muy diferente.
“Mientras que los movimientos feministas tradicionales apoyaban la construcción política liberal, el Partido Peronista Femenino tenía como objetivo construir políticamente para la liberación nacional, entendiendo que para lograr esa liberación femenina debía encuadrarse dentro de un proyecto político de Nación. Siguiendo la doctrina de Perón: no puede existir ninguna mujer libre en un país esclavo”, señaló Del Cueto.
“El Partido Peronista Femenino fue, junto a la Fundación Eva Perón, el pilar central en la construcción de poder de Eva Perón. Un poder que, al decir de Marysa Navarro, una de las mejores biógrafas de Eva, era similar al que había construido el propio Perón. Sólo los diferenciaba el hecho coyuntural de que uno era presidente” (Julia Rosemberg)
Dijo Evita en La Razón de Mi Vida (1951): “La organización del Partido Peronista Femenino ha sido para mí una de las empresas más difíciles que me ha tocado realizar. Sin ningún precedente en el país -creo que esta ha sido mi suerte- y sin otro recurso que mucho corazón puesto al servicio de una gran causa, llamé un día a un grupo pequeño de mujeres. Eran apenas treinta. Todas muy jóvenes. Yo las había conocido como colaboradoras mías infatigables en la ayuda social, como fervientes peronistas de todas las horas (…) Tenía que exigirles grandes sacrificios: abandonar el hogar, el trabajo, dejar prácticamente una vida para empezar otra distinta, intensa y dura. Para eso necesitaba mujeres así, infatigables, fervientes, fanáticas…”

La última pregunta que la periodista Claudia Peiró le realizó a la politóloga Soledad Palomino durante una entrevista sobre el PPF que le hizo en julio de 2019 fue “¿Qué deberían tomar de esa experiencia las mujeres?”. La respuesta es reveladora sobre aquella experiencia política, única en su tipo hasta hoy en día: “Bueno, primero tomarla, justamente. Conocerla (…) Cuando uno sabe de dónde viene la mujer en Argentina construyendo su rol político, tiene más fuerza, más argumentos, más potencialidad. Lo otro es pensar que para que las mujeres estemos mejor es necesario que esté mejor el conjunto de la sociedad, el conjunto de los trabajadores y las condiciones laborales; no se puede pensar aisladamente. El Partido Peronista Femenino fue una forma de organización de las mujeres peronistas, pero cumplía un rol y tenía una función de formación política y de buscar mejorar la situación de los trabajadores en su conjunto; tenía una visión de país. Tanto Evita como Perón querían la igualdad, no preguntaban el sujeto de esa igualdad. Si una mujer sufría una injusticia, eso no podía ser. Si un trabajador sufría una injusticia, eso no podía ser. Si un adulto mayor, un viejo, un jubilado, sufría una injusticia, eso no podía ser. La pregunta no era quién, la pregunta era sobre la desigualdad, sobre la injusticia. Y sobre eso trabajaba el peronismo con organización y con políticas para lograr igualdad y justicia social”.
Fuentes consultadas:
-Soledad Palomino: “El Partido Peronista Femenino fue una organización de las mujeres que buscaba mejorar la situación de todos y que tenía una visión de país” (Infobae, julio de 2019)
-“El PPF, el Partido Peronista Femenino” (por María Soledad del Cueto, web Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP)
-“Una lectura histórica: Eva Perón y las luchas feministas” (por Julia Rosemberg, web La Bancaria)
-“El Peronismo Femenino: La precuela (1945-1949)”, de Carolina Patricia Barry
-“La unidad femenina peronista” (por Araceli Bellotta, Tiempo Argentino)