Cuando desde este medio, en distintas notas sobre rock nacional hemos hecho hincapié en el carácter anticomercial de la música de Luis Alberto Spinetta, no ha sido porque sí. Algunos podrán estar de acuerdo, otros no; a algunos les podrá gustar Spinetta, a otros no. Lo que es indiscutible es que el Flaco, uno de los fundadores del rock argentino, siempre tomó caminos a contramano de las modas, e incluso de las presiones de las compañías discográficas.
Por caso, cuando Almendra se disolvió en 1970 tras sacar dos discos (Almendra y Almendra II), Spinetta nunca más cantó Muchacha ojos de papel. Podría haberlo hecho. Es más, podría haber replicado ese formato tan exitoso de canción -considerada la segunda mejor de la historia del rock detrás de La balsa-, lo cual, sin dudas, hubiese llenado sus bolsillos de plata hasta hacerlos estallar.
Pero no. Para el Flaco Spinetta, “lo que es arte va por un lado y lo que es un puto comercio va por otro, y no se pueden conciliar, es muy difícil que las dos cosas vayan de la mano”. Eso declaró allá lejos y hace tiempo cuando contó el rechazo de la compañía discográfica y de gran parte de la prensa hacia el álbum Almendra II, que nada tenía que ver con el exitosísimo disco debut Almendra, sino que buceaba en un rock más duro, que luego se expandiría a través de las tres bandas que formaron los integrantes del grupo de Bajo Belgrano: Pescado Rabioso (Spinetta), Aquelarre (Emilio Del Guercio y Rodolfo García) y Color Humano (Edelmiro Molinari).
Spinetta, Almendra II y la música comercial
Crédito: Lucas Masino
Ahora bien, si hay un dato muy poco conocido de la vida de Luis Alberto Spinetta es que entre 1987 y 1988, casi veinte años después de la publicación del LP Almendra (1969) y tras liderar los grupos Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta Jade, todos columnas vertebrales del rock en castellano, el Flaco y su familia, tras sufrir una estafa, tuvieron que vivir tan pero tan austeramente que “la rotisería del barrio les fió durante un año para que puedan comer”, como nos cuentan los colegas del sitio Visión de Pez.
Con su gigantesco talento y el reconocimiento universal que tenía, si Spinetta hubiese compuesto un solo tema con el fin de “hacer plata” la hubiese hecho a carradas. No. Literalmente estuvo en la lona por una estafa. No menor, pero que a un rockstar ultracomercial no lo hubiese llevado ni de cerca a tener que vivir de fiado durante un año.
Entre Charly y Fito
1984 y 1985 fueron años complejos desde el punto de vista artístico para el Flaco. Por un lado, le puso punto final a la experiencia de Spinetta Jade con el LP Madre en años luz, uno de sus trabajos preferidos, como confesaría con el tiempo. Por el otro, el álbum a dúo que intentó hacer con Charly García, al que le dedicó mucho tiempo y energía, se terminó frustrando por “incompatibilidad de caracteres”, por decirlo de un modo suave. “Charly estaba imposible”, contó con menos diplomacia Alejandro Rozitchner, testigo privilegiado de todo ese proceso, durante el cual el (entonces ex) líder de Sui Generis y Serú Girán le tiró un cenicero a Luis, primero, y un paquete de galletitas a su esposa Patricia, días después, además de otros “problemas de convivencia” que contamos con detalle en la nota que puede leerse aquí.
No obstante, hubo química con Fito Páez, y juntos hicieron el álbum doble La la la (1986), muy recordado sobre todo por los conciertos, que duraban hasta tres horas con la participación de todos los músicos que habían colaborado en el disco.
Ese mismo año, Spinetta grabó su quinto LP solista, Privé. Se trató de una muy buena producción donde exprimió a fondo la naranja de la música electrónica, con la cual ya venía experimentando desde el último trabajo de Jade.
Antes y después de Villa Gesell
En mayo de 1987, Spinetta participó del corto Balada para un Kaiser Carabela, del director Fernando Spiner, el cual transcurre en una extrañamente solitaria avenida principal de Villa Gesell. Pero el Flaco aceptó ser actor y autor de la banda de sonido con una condición: que no le pagaran un centavo.
Lo cierto es que esa experiencia terminó marcando un quiebre en la carrera de Luis. Y es que era tanta la plata que le cobraba el estudio de grabación para hacer la música del filme, que decidió arriesgar y montar, por primera vez, su propio estudio.
“Lo que es arte va por un lado y lo que es un puto comercio va por otro, y no se pueden conciliar, es muy difícil que las dos cosas vayan de la mano” (Luis Alberto Spinetta)
Firmó entonces un contrato por tres discos con el sello discográfico independiente DBN (Distribuidora Belgrano Norte), que desde 1952 se había dedicado exclusivamente a la distribución de vinilos y cassettes, ganándose un lugar preferencial en el mercado. “DBN fue uno de los pocos sellos discográficos argentinos que aguantó el embate de compras compulsivas de los tres gigantes de la música mundial”, definieron en el blog No uses la lógica.
Así las cosas, el Flaco utilizó el adelanto de dinero que le hizo DBN para comprar equipos en Los Ángeles, EEUU, a través de un representante comercial. Cuestión que el hombre desapareció del planeta tierra con toda la plata. El Flaco, quien vivía con su esposa Patricia y sus tres primeros hijos, Dante, Catarina y Valentino -todos pequeños-, quedó en la lona y cayó en un pozo depresivo.
Siempre en la pared (Téster de violencia, 1988)
Incendio, la Mona Jiménez y resurrección
Mientras el Flaco intentaba superar el trance y vivía de fiado, apareció en escena Gustavo Gauvry, dueño de Del Cielito Records, empresa que nació en 1980 como estudio de grabación en Ituzaingó y que evolucionó a estudio de grabación y sello discográfico en 1985. En rigor, los responsables de DBN hablaron con Gauvry para que se acercara a Spinetta, pues aquel ya había trabajado con Luis.
Así lo contó: “Luis estaba en una mala racha. Le habían robado el dinero que DBN le había dado de adelanto y no podía grabar para cumplir con ellos. Nosotros habíamos tenido un distanciamiento después de Mondo di cromo (disco solista de Spinetta de 1983) y no nos vimos durante un tiempo. Cuando me enteré de sus problemas me acerqué para ofrecerle ayuda. Así fue como terminó grabando Téster (de violencia) y dos discos más que hicimos en coproducción: Don Lucero y Exactas”.
El mono tremendo (Téster de violencia, 1988)
El Flaco formó banda con su colega y amigo Machi Ruffino en bajo (miembro de Invisible y testigo del casamiento entre Luis y Patricia), el Mono Fontana en teclados, Guillermo Arrom en guitarras y Jota Morelli en batería, y arrancaron la grabación del disco Téster de violencia.
A mediados de 1987 interrumpieron la grabación para ir a tocar a Córdoba, concretamente al Club Atenas. La banda viajaba en un micro viejo, hacía un frío impresionante y la calefacción -que funcionaba mediante una caldera- estaba al máximo, contó Machi. Hasta que no dio más de sí y, cerca de Marcos Juárez, provocó el incendio del colectivo, lo cual incluyó todos los instrumentos, equipos de sonido y demás.
Fue entonces cuando el representante del grupo llamó a la Mona Jiménez, quien le pidió que le detallara bien qué instrumentos utilizaban, para luego mandarles un micro y todos los equipos. Llegaron tarde, pero el público del Flaco, fiel como pocos, esperó. El recital fue todo un éxito.
Téster de violencia se publicó en abril de 1988. Tuvo ventas masivas; fue votado como el disco del año; El mono tremendo, donde los coros están a cargo de los entonces niños Dante, Catarina y Valentino Spinetta y sus amigos Lucas Martí y Emmanuel Horvilleur, fue elegido tema del año, mientras que La bengala perdida, inspirada en la bengala náutica que mató al hincha de fútbol Roberto Basile, fue votada poco tiempo después como la canción de la década.
Spinetta grabaría en 1989 el álbum Don Lucero, donde, entre excelentes temas, sobresale Fina ropa blanca; en 1990 llegaría el disco en vivo Exactas, en el cual homenajeó a su admirado Tanguito interpretando Amor de primavera; en 1991, Pelusón of milk, y un largo y maravilloso etcétera.