¿Por qué Francisco es un revolucionario? “El Papa me defraudó”. “Esperaba más de él”. “Sí, aceptó la uniones civiles entre personas del mismo sexo, pero no el matrimonio igualitario”. Y un largo etcétera de expresiones de este tipo vengo escuchando desde 2013, año de la fumata blanca, sobre el primer sumo pontífice argentino de la historia de la humanidad.
Y siempre me hice la misma pregunta: ¿Qué cornos esperaban del padre Jorge? ¿No les alcanza con que se haya convertido en el referente mundial de la lucha contra el neoliberalismo, un lugar del cual casi todos los políticos del planeta huyeron? ¿O que haya dicho “los cristianos no tenemos un lugar privilegiado en la vida … Algunos quieren tenerlo, son los proclamados cristianos cualificados, que al final caerán porque no tienen consistencia”, en clara referencia a grupos como -por ejemplo- el ultraconservador Opus Dei, al que colocó a la misma altura que todas las congregaciones católicas del orbe?
¿Pretendían que se convierta en un Cayetano de Thiene, o en un Francisco o una Clara de Asís, que donaron sus enormes fortunas a los pobres y vivieron como Jesucristo? Lo hubieran echado del Vaticano; no tengan dudas.
¿Por qué tantos le han exigido a Francisco lo que no le exigen a ningún político, ni al más “pintado de rebelde contra el sistema” (sarasa)?

Hay una cuenta muy simple pero que pocas veces se realiza y es muy significativa: desde Jesucristo hasta el inicio de la Edad Media pasaron 5 siglos, y desde el final de la Edad Media hasta el reciente siglo XX pasaron…5 siglos.
En una línea histórica, muy poco tiempo desde la oscura, nefasta, corrupta, inquisidora, etc, etc, Iglesia medieval hasta nuestros días. Así y todo, antes de Francisco hubo dos papas ultraconservadores: uno muy carismático, por cierto, Juan Pablo II, que desarmó la “Iglesia de los pobres” en América Latina -porque los obispos y sacerdotes encolumnados con las líneas profundas del Concilio Vaticano II eran algo así como “marxistas”, y otro un representante directo de la Iglesia más retrógrada, como Benedicto XVI. Y el padre Jorge puso en Roma todo patas para arriba.
«Según algunos expertos, lo que está sucediendo en Gaza tiene las características de un genocidio. Debería ser investigado cuidadosamente» (Francisco)
“La dura carga que lleva sobre sus espaldas la Iglesia de Roma, desde la inquisición y las cruzadas hasta los abusos de obispos y sacerdotes a menores, pasando por la venta de bulas papales en los tiempos que decidieron a Lutero a abrirse y fundar el protestantismo, así como los actos de corrupción en el Estado Vaticano, o el ataque a los curas villeros o tercermundistas en la América Latina de los ’70 y ’80 a la par del apoyo de gran parte de la jerarquía eclesiástica a las dictaduras, dibujó una imagen ultraconservadora de la institución, elitista, alejada de los pobres”, subrayó hace unos tres años el historiador católico José Manuel Álvarez, para añadir que “este Papa (por Francisco) rescata todo lo que muchos de sus predecesores olvidaron. Pero, por su propia ideología, no es amplificado por los grandes medios. Y es que un Papa que habla abiertamente contra la ley del mercado, o dice que la economía neoliberal excluye y mata, no le conviene al poder económico”.
“La justicia social tiene que instalarse. No con teorías socialistas. El Evangelio tiene su propia voz” (Francisco, Timor Oriental, 10 de septiembre de 2024)
Es el Papa que pidió, en plena pandemia de Covid, la eliminación de las patentes de las vacunas; el que modificó, en un hecho histórico, el Código de Derecho Canónico para incluir duras sanciones contra los abusos a menores; el que en la 109º conferencia internacional del trabajo organizada por la OIT volvió a relativizar -como en su momento lo hizo el propio Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens (1981)- el derecho a la propiedad privada, trayendo al presente lo que la Iglesia firmó en los primeros años 60, durante el Concilio Vaticano II: “Junto al derecho a la propiedad hay uno más importante y anterior, el principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra, y por lo tanto el derecho de todos a su uso”, porque Dios dejó la tierra como herencia a toda la humanidad (la casa común).
El que exige tierra, techo y trabajo (las tres T) para todos, agua potable, un medioambiente sano, acceso universal a educación y salud de calidad, a una alimentación suficiente y segura, incluso al ocio; el que enfrentó a Trump ni bien asumió con su carta a los obispos de EEUU, donde les dijo que no cedieran ante las narrativas que identifican, tácita o explícitamente, la situación ilegal de todos los migrantes con la criminalidad; el que desde el inicio de su papado se alzó contra las iniciativas europeas que -de un modo “políticamente correcto” a diferencia del “emperador” norteamericano- han ayudado a convertir al Mediterráneo en el mayor cementerio a cielo abierto del mundo.
«Es una locura. Una locura. Cerrar la frontera y dejarlos allí es una locura. Hay que acoger al inmigrante» (Papa Francisco a EEUU)

Como dijimos en la nota El Papa que molesta, “lo que Francisco está haciendo no es ni más ni menos que traer a la vida cotidiana la palabra de Jesucristo. Lo que ocurre es que, a través de su larga historia, la Iglesia se ha desviado y mucho del camino marcado en los evangelios, camino basado en las palabras de Cristo y que no tiene de manera alguna dobles lecturas”.
Lamentablemente, es muy probable que se valore (mucho) y se extrañe (muchísimo) a Francisco cuando deje de ser Papa. Algo que, vergonzosamente, vastos sectores de la Iglesia y del poder económico quisieran que pase antes de que Dios lo decida (basta recordar aquella nefasta conversación entre curas católicos españoles en la radio Cope del país ibérico, que desearon abiertamente que Francisco se vaya de este mundo y por ello fueron castigados por la Iglesia de España).
No me voy a extender más. Es un tema que da para mucho. Y hoy lo más importante es rezar entre todas y todos los cristianos de bien por la salud del heredero de Pedro apóstol. Pero quienes se sintieron o sienten “defraudados” por Francisco (sigo sin entender el porqué), lean y escuchen esta conversación entre la chica española llamada Celia y el Papa durante una charla con jóvenes, donde el Santo Padre se sometió a las preguntas más incisivas e incómodas. Sólo este fragmento explica la “revolución” de Francisco. Imaginen cómo habrán recibido este diálogo los Aguer de la vida.
Celia: -¿Sabes lo que es una persona no binaria?
Francisco: -Sí.
Celia: -Me alegro (ríe tímidamente).
La joven explica brevemente lo que es, para aquellos que no lo saben, y luego se presenta:
Celia: -Yo soy Celia, soy una persona no binaria, y también soy cristiana. A veces, como que me es muy difícil llevar las dos cosas en la vida, y quería preguntarle si ve un espacio en la Iglesia para las personas trans, las personas no binarias o el colectivo LGTB en general.
Francisco: -Toda persona es hijo de Dios. Toda persona. Dios no rechaza a nadie. Dios es padre. Yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia. Más aún, mi deber es recibir siempre. La Iglesia no puede cerrarle las puertas ¡a nadie! … A nadie.
Celia: ¿Y qué piensa de aquellas personas de Iglesia que promueven el odio y utilizan la Biblia para sustentar esos discursos de odio? Y te leen como el evangelio, como para decir “yo no te estoy excluyendo, lo dice la Biblia”. Yo me harto y me canso de decir que ese no es el mensaje de Jesús, ¿no?
Francisco: -Esa gente son infiltrados. Infiltrados que aprovechan la Iglesia para sus pasiones personales. Para su estrechez personal. Es una de las corrupciones de la Iglesia, ¿no es cierto? Esas ideologías cerradas… En el fondo, toda esa gente tiene un drama interno; un drama de incoherencia interior muy grande, que viven para condenar a los demás porque no saben pedir perdón por sus propias faltas. En general, quien hace este tipo de condenas es incoherente, tiene algo adentro y se libera condenando a los otros, cuando tendría que agachar la cabeza y mirar su culpa. Pero el día que la Iglesia pierda su universalidad (…) deja de ser Iglesia. ¡Todos tienen cabida!
Eso es cristianismo puro y duro. Así actuaba Jesucristo. “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Mateo 7:1-6