de la escuela del barrio al argentino
“La historia de cómo entré a la Orquesta Escuela de Berisso es medio larga”, aclaró ella, para añadir: “Pero acá va… Yo soy de Bahía Blanca, nací ahí porque mi papá era militar naval. A los 6 años mis papás se separaron, entonces con mi mamá y mi hermana, que tenía un año en ese entonces, decidimos venirnos a vivir a Berisso, a la casa de mis abuelos”.
“Ella” es Melanie Lazarte (18), y toca el violín desde hace 12 años. Su historia tiene un comienzo muy, muy particular.

“Llegamos a La Plata en el peor día posible, justo el día de la inundación (NdeR: del 2 de abril de 2013). El micro, por obvias razones, no pudo entrar a la terminal, entonces nos avisaron que se tenía que mandar hasta Capital Federal. Cuando llegamos a CABA había 2 horas de cola de micros que tampoco pudieron llegar a La Plata… Finalmente, nos fueron a buscar unos amigos de mi mamá en una camioneta, y por fin llegamos a la casa de mis abuelos”.
“A la semana siguiente me anotaron en la Primaria Nº 22, y ese mismo día, que fue mi primer día en la escuela, escuché sonar un violín al fondo de un pasillo, me ganó la curiosidad, y ahí conocí al profesor Pablo Mancini, quien justo tenía un violín… A mis 4 años había pedido un ‘violín de verdad’ para Navidad, pero estaba roto y no sabía cómo arreglarlo”, rememoró Melanie.
Venir del sur a una capital provincial que atravesaba el peor momento de su historia, y siete días después, en un pasillo de una escuela de la periferia de Berisso, ser ‘llamada’ por ese sonido mágico que le cambió la vida. No hay casualidades. Hay causalidades.
“Hablé con Pablo y, al día siguiente, arranqué en la orquesta. ¡El resto es historia!”, volvió a exclamar Melanie, una de las 38 alumnas y alumnos de la Orquesta Escuela de Berisso que -hasta ahora- fueron seleccionados, en distintos momentos de la historia de la orquesta, para dar el salto soñado por todo músico a “ese coloso Centro de las Artes” llamado Teatro Argentino, como lo define el profesor y coordinador Juan Carlos Herrero: 29 chicos y chicas a la Camerata Académica (Melanie es una de los 9 de la última camada, 7 de los cuales aparecen en la foto principal); 8 contratados para la Orquesta Estable, y una, Candela, como miembro fijo de esa formación.

“Haber entrado al Teatro Argentino significa mucho para mí -remarcó Melanie-. Vengo de una familia de músicos (de parte de mi abuela materna, Finocchi) que trabajaron ahí mismo. ¡Incluso se jubilaron en el teatro!”. No, no son casualidades. “Mi bisabuelo fue Maestro Pianista del Ballet Estable del viejo teatro; dos de mis tíos abuelos entraron gracias a él y se jubilaron ahí; tengo algunos primos trabajando allí, y ahora me voy a sumar yo”, enumeró.
Y remató: “Es increíble que la vida me haya dado una familia así. Estoy especialmente agradecida a mi abuela Mari, que me crió escuchando todas las sinfonías y ballets de Tchaikovsky; mis tíos abuelos Tachi, Tato, Jorge y Raúl, que siempre estuvieron a mi lado acompañándome con su música en todo momento. Es especial para mí seguir el legado de mi familia” … Fue el sonido de un violín, a lo lejos, en el pasillo de una escuela pública de Berisso lo que hizo posible esta maravillosa historia. Sonido de un violín que nunca hubiese escuchado Melanie si no existiera esa perla de la educación pública llamada Orquesta Escuela.

Lo dice claramente Carmen Figueras (16), otra violinista. “En lo personal (haber ingresado a la Camerata Académica del Argentino) significa un desafío nuevo para mí, que me permitirá seguir creciendo. Y también, por otra parte, se demuestra que la Orquesta Escuela de Berisso es un gran semillero que ofrece una formación de calidad con excelentes profesores y profesoras”.
Superar los límites que imponen las injusticias de la historia
¿Y qué piensa Juan Carlos Herrero, coordinador de esta maravillosa historia que está cerca de cumplir 20 años?
“Al momento de pensar en la Orquesta Escuela de Berisso y su relación con nada menos que el Teatro Argentino de La Plata, uno de los más importantes teatros de Iberoamérica, me vienen a la mente David y Goliat, el pequeño y el gigante. Claro que la analogía no es muy útil -subraya-, porque éstos fueron célebres por la lucha que entablaron el uno contra el otro, mientras que en el caso que queremos contar, el de los jóvenes que uno a uno salieron de un proyecto educativo que se desarrolla en espacios de pequeñas dimensiones, como escuelas, iglesias y clubes de los barrios más alejados, para luego integrarse en ese coloso Centro de las Artes… (hace una pequeña pausa) …Digo que la analogía no es buena porque en este caso se trata de una lucha interior de cada joven y de la lucha de toda una comunidad en pos de una superación de los límites que impone la historia y sus injusticias, que tantas veces dejan a enormes franjas populares de la población en una desigualdad tan notoria… De eso va la cosa”. ¡Pucha desafío!
“En cuanto a ese Centro de las Artes, orgullo de la provincia de Buenos Aires, dos son las formaciones instrumentales que motivaron y siguen motivando el esfuerzo de los chicos de la Orquesta Escuela para alcanzar un lugar que les permita seguir con su camino ascendente en el futuro: la Camerata Académica y la Orquesta Estable”, explica Juan Carlos.
“La Camerata Académica del Teatro Argentino nació a principios de 1997 con el nombre de Camerata Juvenil Bonaerense -apunta-. Surgió con el objetivo de ‘capacitar a los músicos jóvenes, otorgarles la posibilidad de adquirir experiencia y facilitar la promoción de nuevos talentos’”.
“Al respecto, hay que decir que ya suman 29 los chicos que, habiéndose formado en las filas de la Orquesta Escuela, integraron e integran esa formación. Algunos de ellos pudiendo proseguir su carrera en otras formaciones que les asegurara un sustento, o bien continuar sus estudios superiores en lugares destacados. Cabe mencionar, en este sentido, a Ramiro Minasso, quien hoy en día se encuentra en la ciudad de Ginebra, Suiza, cursando sus estudios como contrabajista. O a Luisina Castro, quien acaba de ser admitida en la ciudad de Bolzano, Italia, para continuar sus estudios de viola”.

“En cuanto a la Orquesta Estable del Teatro Argentino, un organismo profesional de los más destacados en nuestro país, hay que resaltar que hace más de una década, una jovencísima violista, Candela Gómez, se integraba en sus filas. Continuaron otros jóvenes como Jonathan, Federico u Octavio, que fueron oportunamente contratados temporalmente, siendo el caso más notable -por su corta edad- el de Bauti, que cumplió sus 16 años el 9 de marzo pasado debutando en su primer programa como cornista contratado, al cual siguió un segundo programa en lo que va del año de la Orquesta Estable. ¡Una maravilla!”, ahora exclama el profe. Y no es para menos.

“Para el equipo formador de la Orquesta Escuela, que apareció hace casi 20 años en una humilde escuela (la 25) del Barrio El Carmen de Berisso prometiendo un lugar de amigos y de formación, ver a sus jóvenes acceder a puestos que tal vez les fueran vedados por desconocimiento o por falta de oportunidades, significa que aquella promesa se ha ido cumpliendo en las historias que cada uno de esos chicos ha forjado con sus logros”, puntualiza, para añadir: “Logros que no paran de acrecentarse. Nomás hubo que ver a Salvador (Roldán) hace unos días tocando en la Sala de Ópera del Teatro Colón. O a Luisina (Castro) empezar a preparar sus valijas (para estudiar en Italia). O a los últimos nueve chicos que hace días acaban de ingresar a la Camerata Académica (como Melanie, Brisa y todos y todas las que cuentan su historia a continuación). Historia que continuará, sin dudas”, concluye Herrero.
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Una x uno
- Salvador Roldán (22), percusión. “Ingresé a la orquesta escuela a los 7 años por un profesor de la primaria que siempre me vio muy entusiasmado con la música, ya que mi padre en casa siempre nos la inculcó. Estuve 3 años en la Camerata Académica del Teatro Argentino. La camerata me dejó algo muy importante incluso antes de entrar: preparar una audición por primera vez; empezar a estudiar de verdad, varias horas por día… Allí es cuando, creo yo, uno comienza a descubrirse mejor y a avanzar. Demás está decir que lo que también me dio fue experiencia, aunque la orquesta escuela ya nos había dado muchísima, más de lo que algún estudiante de conservatorio podría tener al comenzar. La camerata ya nos propuso obras más difíciles y desafíos que nos hicieron crecer mucho. Luego, tocar con la Orquesta Estable… fue cumplir el sueño de ese niño que al entrar a los 7 años a la Orquesta Escuela ya sabía que se quería dedicar a esto”.
- Victoria Formigo Ojea (25), viola. “Ingresé a la orquesta escuela a los 9 años. Mi mamá era maestra en la Escuela 25 (del Barrio El Carmen de Berisso), que es donde funciona, y un día nos llevó a mi hermana y a mí para que probemos. Al principio elegí violín, y a los 13 años me cambié a viola. La Camerata del Argentino fue una experiencia increíble, el poder hacer música y conocer a nuevas personas. También porque empecé a ver que ¡podía trabajar de lo que me gustaba!”.
- Valentina Licera (20), violín. “Ingresé a la OEB a los 9 años. Mi tía me anotó porque trabajaba en la Escuela 6 (de Berisso), donde daban clase los profes de violín. Estar en el Teatro Argentino era un sueño desde chiquita, porque tenía clases ahí, veía cómo pasaban las bailarinas y los músicos, iba a ver los conciertos de mis profesores, y cuando entré, fue cumplir ese sueño. Gracias a la Camerata Académica viví experiencias increíbles en el Teatro. Es de mis lugares favoritos, definitivamente”.
- Valentina Solange Miño Urbano (17), viola. “Ingresé a la OEB a los 11 años gracias a que mi abuelo me mostró un video de una violinista rusa, me gustó, y a mediados de septiembre, octubre, empecé. Para mí, estar en una formación del Teatro Argentino significa cumplir un sueño, una meta. Cada ensayo, cada hora de estudio, se convirtieron en una parte fundamental de este gran sueño de llegar a ser músico, que es más que tocar un instrumento, es transmitir sentimientos”.
- Ronaldo Condorí Jiménez (22), trompeta. “Empecé a los 7 años en la OEB. Dejé por problemas de salud y retorné a los 17. Para mí, entrar al Teatro Argentino es un desafío para formarme en la música académica y conocer gente a la que le apasiona lo mismo que a mí”.
- Lucio Reniero (18), viola. “Entré a la orquesta escuela en 2021, a los 14 años, porque un amigo que ya estaba (toca el chelo) me insistía para que arranque. Aunque al principio no quería, a los meses terminé aceptando. ¡Y qué buena decisión! No tenía mucha idea de qué instrumento elegir. Mi amigo me dijo que podía arrancar con la viola, porque al ser pocas eran necesarias, e iba avanzar más rápido. Los primeros meses de clases fueron por zoom (por la pandemia), hasta que a fin de año, luego de algunos ensayos generales en el Club Almafuerte de Berisso, tuve mi primer concierto en el Parque Cívico. Estar hoy en el Teatro Argentino me pone muy contento; creo que es uno de los pasos que uno va dando para poder, algún día, llegar a profesionalizarse. El hecho de tocar en el Teatro Argentino va a ser una muy buena experiencia, y poder compartirla con amigos me hará mucho mejor.
- Leonel Joaquín Miranda Figueroa (27), violín. “Ingresé a la OEB a los 12 años; entré por una recomendación de que realice una actividad extracurricular. He estado 2 años realizando la formación académica del Teatro Argentino, y debo decir que me ha preparado en lo dinámico, disciplinario y profesional para el entorno musical. Personalmente, lo sentí como el puntapié para expandirme en mis experiencias académicas y laborales”.
- Luisina Castro (20), viola. “Ingresé a la OEB a la edad de 10 años. Mi mamá me inscribió después de que una alumna le contara sobre la orquesta. Para mí, formar parte del Teatro Argentino es muy importante. Es un espacio en el que crecí, ya que solíamos tener clases y talleres ahí con la orquesta escuela, y todos mis profesores formaban parte de la orquesta estable. Ya más grande, tuve la oportunidad de volver al teatro al quedar en la Camerata Académica. La camerata, además de ser un gran espacio para el crecimiento musical, es un lugar donde podés hacer amigos haciendo lo que más te gusta: música. En resumen, el teatro fue un gran paso para mi vida musical, y creo que cada chico que quiera profesionalizarse en este ámbito debería tener la posibilidad de pasar por él”.
- Juan Domingo Villavicencio (32), violoncello. “Ingresé a la OEB a los 16 años. Para mí, haber estado (en el Teatro Argentino) en el 2014 fue una experiencia que nunca voy a olvidar, ya que fue la primera vez que toqué por fuera de mi lugar de formación, que fue la orquesta escuela. Me permitió conectar con el ambiente musical de la ciudad de La Plata y tener mis primeros trabajos como músico”.
- Brisa Albarracín (18), violín. “Empecé en la orquesta escuela de Berisso a los 8 años. Desde antes ya tenía interés por el violín, y mis papás empezaron a averiguar por varios lugares, hasta que la hija de unos amigos de ellos, que iba a la orquesta, les comentó. Así que fuimos a preguntar y ese año empecé este lindo camino, en un lugar hermoso. Para mí, entrar en una formación del Teatro Argentino significa un nuevo desafío, tener la posibilidad de estar en un lugar nuevo, vivir nuevas experiencias. También creo que es para crecer en el instrumento con dificultades nuevas. Me pone muy contenta tener esta posibilidad y saber que puedo seguir haciendo lo que más me gusta acompañada de la orquesta y mi familia”.
- Carmen Figueras (16), violín. “Ingresé a la OEB en 2018, con nueve años. Ya tocaba el violín, estudiaba con una profesora particular, pero no tenía un espacio para tocar con otras personas. Entonces, buscando, apareció la orquesta escuela. En lo personal, el Teatro Argentino significa un desafío nuevo que me permitirá seguir creciendo. También, por otra parte, se demuestra que la Orquesta Escuela de Berisso es un gran semillero que ofrece una formación de calidad con excelentes profesores y profesoras”.
- Pilar Agustina Dibene (17), violín. “Entré a la OEB a los 6 años. Una tía le habló a mi mamá sobre la orquesta para que mi hermano y yo probáramos algún instrumento. Corría el año 2014. Desde entonces formo parte de la OEB como violinista. (El Teatro Argentino) es un gran avance, tanto en lo personal como en lo profesional. Es una primera experiencia fuera de la orquesta escuela; la imagino inolvidable”.
- María Candela Gómez (31), viola. “Ingresé a la OEB a los 13 años de edad. A mis 6 años había ingresado al Coro de Niños de la Catedral, formación que dirigía en ese momento Juan Carlos Herrero, con preparación vocal de Nancy Arrascaeta. En el año 2005 compartimos algunos encuentros entre la OEB y el Coro, llegando a cantar en Canal 7. Al año siguiente, me incorporé al sistema de la OEB para tomar clases de violín (…) Ser parte de la Orquesta Estable del Teatro Argentino, habiendo pasado por una instancia de concurso público y abierto a mis 21 años, es un orgullo. Es la orquesta que yo iba a ver y escuchar en mis primeros años de violín, ya que mis profesores (los que me daban clases en la OEB) eran en su mayoría parte de esa formación. Recuerdo ir a ver a mi profesora Eugenia Massa (quien es mi actual colega) a la Sala Ginastera, y mientras escuchaba a la orquesta pensaba: “mi sueño es algún día estar ahí”. En ese momento se veía tan lejano… Pero con el acompañamiento de toda la comunidad de la OEB, más mi constancia y dedicación, ese momento llegó. Nunca me sentí más acompañada, tanto a nivel musical como emocional y personal, como con la comunidad de la OEB para atravesar esa instancia tan difícil. Preparé el concurso con Isabel Bugallo, quien en ese momento también era profesora de la OEB. Hoy, que ya tengo 10 años dentro de la institución del Teatro Argentino, no puedo más que sentir que hay ‘huella’ de la Orquesta Escuela en una de las orquestas más prestigiosas del país. Y eso no hace más que enorgullecerme, y entender que el fenómeno Orquesta Escuela en el que me formé, me llevó y acercó a cumplir un sueño, personal y laboral, donde aprendo día a día y programa a programa sobre este oficio tan maravilloso que es hacer música en comunidad, nada más y nada menos que en una Orquesta Sinfónica”.
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- Sofía Valente Covalski (16), violín. “Siempre me gustó la música, y mi vieja, cuando era chica, a los 7, me mostró el video de una piba tocando el violín. Le dije que me gustó, y un día vino y me dijo que tenía una clase de violín al salir de la escuela (…) Para mí, estar en el Teatro Argentino es un sueño. De chiquita, cuando estudiaba en mi casa me imaginaba tocando en algún teatro, y hoy estoy cumpliendo el sueño de esa Sofía chiquita y superando una meta personal”.
- Ramiro Minasso (22), contrabajo. “Empecé a los 12 años en la OEB gracias a mi profesor Matías, que me invitó a ser parte. Fue una experiencia muy buena. Viví momentos de aprendizaje y de diversión junto a nuevos compañeros y otros viejos conocidos de la orquesta escuela. Recuerdo haber tocado el ‘solo del elefante’ en Tecnópolis por primera vez”.
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- Angélica del Valle (24), violín. “Ingresé a la OEB a los 6 años porque se abrió un núcleo en la Escuela Nº 6 de Berisso, donde yo iba a la primaria. Si bien hoy en día no estoy tocando en el Teatro Argentino, formé parte de la Camerata Académica en el año 2019 y, luego de la pandemia, nuevamente en los años 2022 y 2023. Entrar a la Camerata del Teatro fue un gran desafío, no solo porque era la primera vez que iba a trabajar de lo que me gustaba, sino también porque era mi primer audición, y fue un gran logro animarme a tocar sola frente a un jurado, ya que era un ambiente totalmente distinto al de la orquesta escuela. La experiencia fue muy linda, no solo porque me acercó a un ámbito más profesional, sino también porque me crucé con muchos ex compañeros de la OEB, incluso con chicos a los que he tenido la oportunidad de darles taller cuando ellos eran más pequeños. Si bien la OEB nos da muchísimas herramientas y conocimientos que sin ella no hubiésemos adquirido, hay un momento en el que hay que abrir las alas y explorar nuevos lugares. Creo que el Teatro ha sido esa primera experiencia fuera de la OEB para muchos, y una manera de seguir formándonos y creciendo como artistas”.
- Ángel Guillermo Soveron (30), violín. “Mis inicios en la OEB fueron en el año 2006, en un espacio dentro de la Escuela Nº 25 (del Barrio El Carmen) llamado ‘patios abiertos’. Gracias a eso, y como les pasó a muchos chicos, pude conocer las actividades que realizaban en la orquesta escuela. Entonces, ahí mismo decidí empezar mis primeras clases de percusión latinoamericana con los profesores Walter Gotti y Micky Del Poso. Gracias a ellos pude integrarme por primera vez a la orquesta sinfónica, formada en ese momento con tan solo 35 alumnos y dirigida por Juan Carlos Herrero (NdeR: la OEB nació en 2005). En 2007 inicié mis clases de violín con la profesora Verónica Castro. Gracias a ella, y a todos los grandes maestros que tuve, conocí este maravilloso instrumento que hasta el día de hoy sigo tocando. Además, dando talleres, dando clases y disfrutando de lo que más quiero: la música. Mi formación en el Teatro Argentino, a los 17 años, comenzó con una audición que requirió mucha preparación, y también muchos nervios, rodeado de gente muy talentosa. La verdad, es una experiencia extraordinaria, muy profesional. Ya no asisto más al Argentino, pero tengo recuerdos inolvidables que me marcaron para toda la vida. Hoy por hoy soy integrante de la Orquesta Sinfónica Municipal de Berisso”.
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