El gobierno bonaerense, con Axel Kicillof a la cabeza impulsó medidas restrictivas a la circulación en el AMBA, postura que agudizó durante este rebrote de la enfermedad. En cambio la Ciudad de Buenos Aires, con Horacio Rodríguez Larreta como escudero promovió siempre una mayor apertura y se mostró inflexible en la necesidad del dictado de clases presenciales, que esgrimió aún antes de la finalización del ciclo lectivo 2020.
Al menos en el último medio año, Alberto Fernández hizo equilibrio entre estas dos posiciones y si bien respaldó una cuarentena severa y prolongada, poco a poco, a medida que los números fueron mejorando, permitió ir recuperando lentamente una cierta normalidad.
Por estos días los casos se duplicaron de un promedio de 11.278 diarios en la última semana de marzo a 22.964 el sábado pasado. En el caso de muertes se pasó de 131 decesos a 248 de promedio diario en esos mismos períodos de tiempo.
Es decir un crecimiento explosivo. Sea por la aparición de las nuevas cepas más contagiosas como la británica o las brasileñas de Manaos y Río de Janeiro o por la mayor circulación generada por la presencialidad en las escuelas (ver gráfico), es indudable el aumento que ameritaba adoptar medidas concretas para contener la curva ascendente, pero las discrepancias continuaron respecto a las acciones a tomar.
Se dijo tanto a nivel de funcionarios nacionales como bonaerenses y de CABA, que la presencialidad debía ser el último cuidado en abandonarse y el primero en implementarse ante una nueva explosión de casos. Sin embargo ese aumento de contagios, como demuestran los números se produjo y las diferencias no se superaron. Larreta insiste en reclamar más tiempo para un posible endurecimiento de las medidas, que probablemente rechazaría de cualquier forma.
Lejos de la foto conjunta del Gobernador, el Jefe de Gobierno porteño y el Presidente en el medio, como una postal de que en esta Argentina se podían adoptar políticas de Estado, al menos en materia sanitaria frente a una epidemia que amenazaba (como finalmente sucedió) provocar millones de contagios y decena de miles de muertos, por estas horas las diferencias se mostraron insalvables.
Al punto que Rodríguez Larreta pidió la intervención de la Corte Suprema para dirimir si debe acatar el decreto presidencial que volvió a mandar a los estudiantes del AMBA a sus casas.
NUEVO PICO DE TENSIÓN
Así, las discrepancias entre los gobiernos nacional y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires alcanzaron un nuevo pico de tensión. Y en este marco tanto el Presidente como 24 horas antes el Gobernador, acusaron de mentir al mandatario porteño.
A esta altura del partido conviene aclarar algunos puntos:
En primer lugar no quedan dudas, más allá de gritos y enojos, que la presencialidad en las escuelas genera más contagios de la pandemia. Los datos los aportan tanto los infectólogos como los estudios imparciales (ver gráfico más arriba).
Y como si fuera poco, la prestigiosa revista médica The Lancet -la misma que allanó a nivel internacional el uso de la vacuna rusa Sputnik V-, en un artículo escrito por la epidemióloga Deepti Gurdasani de la Queen Mary University of London, citó datos de la Universidad de Warwick y del Imperial College de Londres, que sugieren al menos 30.000 muertes más por Covid-19 bajo la propuesta de reaperturas escolares. Y agregó que aunque la Covid-19 es poco probable que cause severas infecciones en niños, «estimaciones sugieren que el 13% de los niños de 2 a 10 años, y el 15% de los de 12 a 16 tuvieron al menos un síntoma persistente cinco semanas después de que dieran positivo».
Precisamente entre los considerandos del DNU 241/2021 publicado este viernes en el Boletín Oficial «Se reconoce la importancia de la presencialidad en la actividad escolar, pero la situación epidemiológica en el AMBA demuestra una gravedad que exige la adopción de medidas inmediatas para disminuir la circulación de las personas, con el fin de disminuir, también, la velocidad en el crecimiento de los contagios». El texto habla, además, de un incremento del 25 por ciento en la circulación y el uso del transporte público, y un aumento en el número de casos de coronavirus entre niños y adolescentes.
También es claro que aunque no es en las escuelas donde se producen los contagios -y en eso coinciden tanto los funcionarios de la Ciudad como los nacionales y los bonaerenses-, no es menos cierto que el incremento explosivo de los casos está claramente vinculado a la mayor circulación ciudadana. E incluso en capital federal admiten que los colegios generan un cuarto más de presencia en los transportes públicos, aunque los datos nacionales hagan trepar estas cifras a un nivel mucho más elevado.
Por otra parte, cualquiera sea el nivel de pacientes de la Ciudad atendidos en la Provincia o a la inversa, es claro que el sistema sanitario está al borde de la saturación con grados de ocupación de camas y de terapia intensivas al menos semejante, cuando no mayores, a los picos más severos de octubre del año pasado.
Y, por último un dato que es incontrastable: más allá de las acusaciones, desmentidas cruzadas y las afirmaciones de todos los sectores, gastronómicos, comerciales, de gimnasios o de la educación, en el sentido de que con los protocolos no se producen contagios en sus respectivas áreas, el incremento de casos demuestra que más allá de que se hagan los deberes, el virus halló portadores para seguir expandiéndose.
ESPERAN LOS DISCURSOS PARA SACAR TAJADA
Por estas horas, la búsqueda del menor error semántico durante un discurso o incluso el aspecto del Presidente es utilizado como un arma para denostar el decreto que prohíbe la presencialidad, agudizando supuestas dispares visiones en el gabinete ministerial y promoviendo una crisis severa en la gobernabilidad, que algunos sectores buscan socavar insistentemente.
Y en ese contexto, al menos extraña la postura del Consejo Superior del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, tomando como una “agresión” los dichos presidenciales en el sentido de que el sistema de salud se había “relajado”, por la reducción de casos. Una afirmación de este tipo sería contradictoria respecto a la decisión de incrementar las restricciones. Es claro que se hacía referencia a que se comenzó a utilizar camas y recursos que en el pico anterior se destinaron al Covid a atender otras patologías. Algo similar ocurrió este viernes cuando el mandatario dijo que “me pueden atribuir cualquier cosa menos que tengo vocación de acuerdo», omitiendo el claro «no» que estaba implícito en la frase, en un fallido desafortunado.
Por eso resulta extraño que desde la máxima autoridad del Colegio de Médicos de la Provincia se dispare contra una frase sin dudas equivocada, pero que está a contramano de todas las medidas que se impulsan. Y al mismo tiempo se guarde un llamativo silencio ante las voces que se oponen desde la presencialidad en las escuelas hasta al uso de barbijos o de algunas vacunas. Por el daño de estas actitudes que afectan directamente a los médicos más que una falta de reconocimiento no hubo quejas e incluso no se entablaron acciones contra algunos medios de comunicación que lisa y llanamente afectan las medidas sanitarias que se impulsan en estas horas críticas y obligan a interminables aclaraciones, generando un agudo malestar social.
La sociedad argentina muestra señales de profundas diferencias, agudizadas por la pandemia, pero será muy difícil encontrar vasos comunicantes para soluciones consensuadas, si se sigue disparando con munición gruesa contra cualquier medida sanitaria que busque frenar al virus.
Es cierto que la llegada de las vacunas se demoró más de lo esperado y que la principal herramienta por la que se apostó desde el Gobierno para hacerle frente se vio, así, parcialmente frustrada. Pero no es menos cierto que la situación se reiteró en otras partes del mundo y en todos esos casos se usó el cierre de actividades para frenar cada pico..