Un estudio realizado por la organización internacional Unicef reveló que la situación económica y social en la Argentina es de tal gravedad que 1 millón de niños y niñas se van a dormir sin cenar.
A la vez, el relevamiento que da cuenta del trasfondo que atraviesan las familias de bajos recursos económicos, indicó también que 1,5 millón de niños y niñas se saltea alguna comida durante el día porque sus padres y madres no tienen para comprar.
En lo que va de 2024, las niñas y los niños argentinos en situación de pobreza pasaron a representar el 70% de esa población, mientras que el 30% está en situación de pobreza extrema (Unicef)
Los datos fueron publicados en el marco de la campaña “El hambre no tiene final feliz”, lanzada por el capítulo argentino de la organización de la ONU que opera a nivel internacional para informar y colaborar con las infancias, particularmente de los sectores más postergados.
El informe ratifica que la situación es gravísima. El último estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica (UCA), ya había dicho que el 54,9 por ciento de la población es pobre y el 20,3 indigente.
Pero, de acuerdo a Unicef, la situación de la pobreza en las infancias trepó a niveles muy elevados. En lo que va de 2024, la pobreza alcanzó al 70% de las niñas y los niños argentinos, mientras que el 30% está en la pobreza extrema.
Adultos que no comen
Producto de esta crisis generalizada, la cantidad de adultos que se saltean alguna comida durante el día es de 4,5 millones, agregó el informe.
Se trata de padres y madres que no comen para que sus hijos puedan hacerlo.
“Si la riqueza se hereda, la pobreza también, pero de una forma mucho más perversa y con formas más graves y difíciles de revertir” (Sebastián Waisgrais – Unicef)
a dormir sin cenar
Si la riqueza se hereda, la pobreza también
Otro dato recogido por los investigadores de Unicef da cuenta del deterioro nutricional en la dieta familiar, producto de la constante escalada en el precio de los alimentos. Al menos 10 millones de chicos y chicas comen menos carnes y lácteos porque la plata no alcanza.
Esto tiene un impacto directo en el crecimiento físico e intelectual de los niños y niñas. La razón por la cual la campaña de Unicef se llama “El hambre no tiene un final feliz” tiene que ver con ello.
“La evidencia es contundente, cuando hay problemas de inseguridad alimentaria, hay también dificultades de atención, de aprendizaje, problemas cognitivos y situaciones de estigmatización”, explicó Sebastián Waisgrais, miembro del área de Inclusión Social y Monitoreo de Unicef.
“La primera infancia tiene que solucionar esos problemas desde el momento cero porque, si no, cuando queramos hacer algo ya va a ser tarde. En otras palabras: si la riqueza se hereda, la pobreza también, pero de una forma mucho más perversa y con formas más graves y difíciles de revertir”, concluyó.
«Mañana sí…»
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