A propósito de la impactante, maravillosa y ultra pacífica movilización ciudadana en el marco de la Marcha del Orgullo, Antifascista y Antirracista, en alrededor de 150 ciudades argentinas, de países europeos y de otras naciones americanas…
“Algún día tendremos que reconocer a la fuerza…”
Quizás, a grandes rasgos, casi todos conozcan la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37). Por si no, la recordamos.
Un experto de la ley religiosa de los judíos le preguntó a Jesús, para ponerlo a prueba, ¿quién es mi prójimo? Jesús le respondió con una parábola.
La de un hombre que viajaba de Jerusalén a Jericó y en el camino fue asaltado por ladrones que le robaron, lo golpearon y lo dejaron casi muerto. Pasaron un sacerdote y un levita (los hombres ‘justos’ de la época) y siguieron de largo, sin siquiera ofrecerle ayuda.
Después pasó un nativo de Samaria (un pueblo despreciado por los judíos). El samaritano, al ver al hombre, limpió sus heridas y lo llevó a un alojamiento donde pasó la noche cuidándolo. Al día siguiente le dio al dueño del lugar dos monedas de plata para que cuidara del judío y le dijo que si hubiera más gastos le pagaría al regresar de su viaje.
Al finalizar la parábola, Jesús le preguntó al experto de la ley cuál de esos tres hombres demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones. “El que se compadeció de él”, le respondió. Y Jesús le dijo: “anda entonces, y haz tú lo mismo”.
“El amor no se conforma con aliviar al que sufre”. No es suficiente. El amor quiere más
Martin Luther King Jr. fue uno de los mayores líderes sociales y políticos de la era contemporánea. Un ministro bautista estadounidense que luchó a brazo partido por los derechos civiles, por la paz, por la justicia económica y la igualdad social (esas… ¿aberraciones?). ¿Qué sucedió entonces? Entonces, un día, concretamente el 4 de abril de 1968, a las seis de la tarde, fue asesinado cuando se encontraba en el balcón de un motel en la ciudad estadounidense de Memphis.

Basándose en la parábola del buen samaritano, cierta vez Martin Luther King señaló que “el amor no se conforma con aliviar al que sufre”. No es suficiente. El amor quiere más.
Y reflexionó: “Para empezar, nos toca ser el buen samaritano para aquellos que han caído en el camino. Esto, sin embargo, no es más que un comienzo. Pues algún día tendremos que reconocer a la fuerza que el camino a Jericó debe ser hecho de otra manera -sentenció-, para que hombres y mujeres ya no sigan siendo golpeados y despojados continuamente mientras avanzan por los caminos de la vida”.
Todos y todas, absolutamente todos y todas podemos vivir dignamente en esta tierra llamada Argentina. Pero no es así a causa de que un grupo de “gringos” nos está comprando a bajo precio porque un grupo de “criollos” nos vende por chirolas; vende nuestros recursos naturales y, para colmo, desde hace “año y poco” quiere arrasar con todos los derechos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas por el pueblo argentino de bien… Empero, en unas 150 ciudades, una maravillosa multitud multicolor, en forma ultra pacífica -algo que ellos no entienden- le avisó a los neofascistas que la dignidad no se vende. Que ya está. Que hasta acá. Tan simple como eso. Entonces, ahora habrá que separar la paja del trigo y empezar a hacer el camino de otra manera, para que de una vez y para siempre la mayoría de los argentinos y argentinas ya no sigamos siendo golpeados y despojados continuamente mientras avanzamos por los caminos de la vida.
el amor no se conforma


el amor no se conforma