La ley que legaliza la práctica del aborto en la Argentina ya tiene media sanción y pasa al Senado donde se cree, su definición será favorable. Mientras el proceso avanza hay una multitud esgrimiendo el color verde que festeja en las redes sociales y en las calles. ¿Acaso es un tema qué merece ser festejado?
Abortar o no abortar es una decisión que está signada al dolor. El hecho concreto que una mujer, que puede dar la vida, deba pensar en la posibilidad de interrumpir el embarazo, es una cuestión que no es incorpórea. Está marcada por el contexto que cada individuo tiene en ese instante de la vida. Nadie puede señalar con el dedo acusador lo que supuestamente está bien o está mal.
Nuestro país está condicionado a permanentes clásicos, como si se tratase de un Racing – Independiente o un Gimnasia – Estudiantes. Pero en este caso se expone la vida de un ser. No hay festejo posible y tampoco es una ley a favor del aborto. ¿Quién puede estar a favor de un hecho así? Imagino que nadie lo está en su sano juicio. Las hijas o los hijos que fueron paridos tienen la posibilidad de la existencia y es parte del milagro de la vida. Impedir ese maravilloso prodigio es segmento de un momento particular en la vida de dos personas, porque la decisión, además de la madre, es también del padre. Pero cada caso es un universo que pertenece a esas personas y a nadie más.
Quizás las 16 mujeres, adolescentes o niñas que murieron por abortos inseguros solamente desde 2018, corrieron con la desesperación de estar solas e indefensas. Sin un Estado que se ocupe del problema y bajo dedos acusadores, que no pertenecían a manos que pudieran ayudar en ese momento de desesperación. Por eso creo no hay nada que festejar por lo que nos atraviesa. La desidia de años, la muerte de madres y la de bebes por nacer está en el paralelo de la tristeza, la desolación y el abandono. Del mismo modo que una Ley, que ahora podría legalizar el hecho de una decisión, que seguramente es muy difícil de tomar, no es motivo de algarabía.
El crecimiento de nuestra legislación en un tema acerca de la vida y la muerte debe ser de reflexión y sentimientos. De respeto. De meditación.
Los diputados aprobaron por 131 votos afirmativos el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, con 117 votos negativos y 6 abstenciones. No era un partido de fútbol, ni el otorgamiento de bonos de fin de año para todas y todos. Era otra cosa. Los festejos de la decisión, muestran claramente una parte de la sociedad necesitada de triunfos constantes, porque esta empobrecida de logros y en gran parte embrutecida de falta de educación y cultura.
Este no es un logro. Es una necesidad para que no sigan ocurriendo abortos clandestinos que en su gran mayoría terminan con las dos vidas. Tampoco es un logro político porque esto no resuelve los problemas de nuestra sociedad. Tampoco es gratuito, porque el término pareciera parte de un derecho adquirido, pero la verdad es que nada es gratis, no es el Estado que garantiza que así lo sea. Parece gratis gracias al pago de las y los ciudadanos de este país que trabajan y aportan los impuestos.
No hay nada que festejar. Es un logro que haya una ley a punto de ser aprobada acerca de la interrupción del embarazo. No se lisonjea un hecho así. Se respeta, se acompaña con solemnidad y en silencio. Nunca estuve a favor del aborto, acaso ¿alguien puede estarlo? La comunicación falla y es lamentable que así sea. Estoy a favor de la ley. Apoyo la ley y deseo ninguna mujer deba pasar por el trance de decidir acerca de la vida. Pero cada sentencia tiene un propio correlato y ¿quién puede estar libre?
Se estima que por hora se realizan unos 54 abortos, según un medio digital feminista llamado “Latfem” que lleva adelante un relevamiento titulado “Sin Ley: zona de riesgo”. Las personas pueden estar a favor y en contra del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo que se debatió en la cámara baja, en el marco de una sesión maratónica que llevó más de 20 horas de discusión. Pero nunca se debe olvidar el respeto. No es la copa libertadores ni el campeonato local. Es una triste realidad que debe tener un marco legal.
Sí se debe celebrar la capacitación, la educación, las campañas de prevención hacia las mujeres y los hombres para evitar un embarazo no deseado. Se debe clamar por la vida de las mujeres y de los derechos sin olvidar que la vida misma lo es.