¿Un rockero escuchando a Tony Bennett? Parecería complicado. Aunque a esta altura, cuando las canas se peinan solas, la repregunta podría ser: ¿Y por qué no? O en un lenguaje bien rockero: “Sí… ¿Y qué?”.
Pero he de confesar que empecé a programar en mis listas de reproducción canciones del enorme tenor romántico por culpa del Flaco Spinetta. ¿Y qué tiene que ver en todo esto el líder de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Spinetta Jade, Los Socios del Desierto y del ala sur del ejército del rock vernáculo? Él, nada. Pero que despertó mi curiosidad, es un hecho.
Así como me hizo fanático de Bill Evans tras declarar: “Esa es la mezquindad. Es como que si funciona algo porque vieron que lo hizo otro, yo voy y lo agarro de los pelos y me lo pongo. Esa usurpación de lugares es una pérdida de identidad. Ese lugar podría ser ocupado por algo nuevo. Algo diferente. Pero bueno, hay que atreverse y ser nuevo… Porque si te copa copiar a Shakira, vas a copiar a Shakira… ¡Bueno! ¡Copiá a Bill Evans! … Ya que vas a copiar, copiá algo superior. Que después, para bajar hay tiempo”.
Resulta que en el año 1980, tras grabar con Invisible esa gigantesca obra llamada El jardín de los presentes, el Flaco se fue a Estados Unidos. A la meca de la música súper-híper-archi-ultra producida con los mejores músicos profesionales, los mejores arreglistas a sueldo, los últimos equipos, un sonido de película y éxito asegurado. En fin, esa que tantísimo hemos consumido y seguimos consumiendo en formatos de pop, rock, soul, funk y, más acá en el tiempo, rap, trap, hip hop, etc, etc. ¿Se adaptó Luis Alberto a aquello tan sofisticado pero tan empaquetado? Por supuesto que no.
Quedó la experiencia -que al pisar suelo estadounidense arrancó con una limusina yendo a buscarlo al aeropuerto- plasmada en el disco Only Love Can Sustain, aquí traducido como Sólo el Amor Puede Sostener, del cual en 90 Líneas dimos cuenta en la nota ¿Spinetta cantando en inglés? ¡Yes!
Cuestión que Spinetta no sólo se topó con la limusina, sino con una orquesta de 100 integrantes que nunca había escuchado en su vida, músicos made in EEUU con ‘mil’ Grammy cada uno, arreglistas ultraprofesionales y una organización en la que el Flaco únicamente tenía que cantar. En otras palabras: todo aquello con lo que sueña quien desea éxito, fama y millones, era exactamente todo aquello que iba en sentido exactamente contrario a la forma de entender y sentir el arte de la música del ‘pibe’ de Bajo Belgrano.
I Left My Heart in San Francisco (Dejé mi corazón en San Francisco) – Tony Bennett
“Aceptó la propuesta de probar allá porque realmente creyó que lo iban a dejar desplegarse, que iba a poder ser él. Nunca pensó que las cosas se manejaban así (en la industria musical estadounidense)”, confió luego su hija Catarina Spinetta.
Y el Flaco, en respuesta a quienes dijeron que él “odiaba” ese disco, aclaró: “Es un disco muy meloso que no tiene la fuerza que caracteriza a mis trabajos. Prácticamente fui solo cantante y compositor. Me aburrí como loco”. Admitió que “la pasó bien” por la enorme organización, algo a lo cual no estaba acostumbrado, pero que “sufrió mucho” por ese mismo motivo.
Y ejemplificó todo con su particular humor: “Un arreglo me lo hicieron como si yo fuera Tony Bennett. ¡¡¡Era un arreglo alucinante!!! Pero para un cantante de ese estilo”, señaló.
La mejor voz de la época dorada del American Way of Life
En las últimas horas entró en la inmortalidad Anthony Dominick Benedetto, a los 96 años, enfermo de Alzheimer. No obstante lo cual, diría Pappo, grabó su último disco en 2021. Una joyita titulada Love for Sale (Amor en Venta), junto a la estrambótica Lady Gaga, dueña de una voz de ensueño. En 2022 el trabajo ganó el Premio Grammy al Mejor Álbum Vocal Pop Tradicional. Uno de los 19 Grammy que Tony Bennett ganó en su carrera, además de los dos premios Emmy.
Fly Me To The Moon (Llévame a la luna) – Tony Bennett
¿Y qué tiene que ver Tony Bennett con aquel descendiente de calabreses llamado Anthony Benedetto? Que es la misma persona. Resulta que el niño nacido el 3 de agosto de 1926 en el seno de una humilde familia del duro barrio neoyorquino de Queens, tras utilizar por un tiempo el seudónimo Joe Bari, fue rebautizado por el inefable actor, comediante, cantante, bailarín, guionista, escritor y demases, Bob Hope, como Tony Bennett. El pope de Hollywood sabía lo que hacía.
Bennett fue soldado en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En la posguerra, cuando EEUU inició el camino que lo convertiría en un imperio económico, militar y sobre todo cultural (todos al sur del frustrado muro de Trump acusamos recibo), llegó para él y otros grandes cantantes que protagonizaron la era gloriosa de las Big Band y el jazz perfectamente mezclado con baladas pop, el éxito total y absoluto.
Canciones bellísimas, con bandas perfectas y arreglos “alucinantes” -como dijo Spinetta- coparon por años los primeros puestos en las listas de éxitos y ventas del país del norte primero y, con el tiempo, del sur y otros rincones del planeta.
¿Y qué dijo Frank “La Voz” Sinatra de Tony Bennet? “En mi opinión, Tony Bennett es el mejor cantante que hay en el negocio del espectáculo. Me emociono cuando lo veo y lo escucho. Me conmueve. Él es el cantante que ve lo que el compositor tenía en su mente… Y posiblemente un poco más”
Bennett -tres matrimonios, cuatro hijos- grabó su disco número 1 en el año 1952 y, como vimos, en 2021 editó junto a Lady Gaga su álbum 82. Vendió más de 50 millones de copias y con sus canciones “bailaron pegados” y se enamoraron decenas y decenas de miles de parejas a lo largo de décadas.
Tuvo un mal momento en los 70, parte de los 80. Divorciado de su primera mujer, con el estilo musical que cultivaba en declive ante la irrupción del rock and roll y un acercamiento “impudente” al alcohol y las drogas en Las Vegas, estuvo en problemas. Pero volvió a su Nueva York natal en 1986 impulsado por dos de sus hijos y, como nuevo, relanzó su carrera. Sin cambiar su estampa y su inconfundible estilo conquistó a una nueva generación, y el éxito artístico se tradujo en enormes ventas y más premios.
Body and Soul (Cuerpo y Alma) – Tony Bennett con Amy Winehouse
A todo ello ayudó, más tarde, su acercamiento a nombres como Elton John, Paul Mc Cartney, Steve Wonder, Bono, Christina Aguilera, Elvis Costello, Sting, y hasta latinos como Juanes y “nuestro” Vicentico. Con todos ellos y con muchos más realizó memorables duetos.
Aquí nos quedamos con su mayor éxito, I Left My Heart in San Francisco (Dejé mi corazón en San Francisco), de 1962; Fly Me To The Moon (Llévame a la luna) en una impresionante versión a capella en el MTV Unplugged; un dueto con la maravillosa Amy Winehouse, y un clásico de clásicos con Lady Gaga.
¡Ah! El Flaco Spinetta proponía, en caso de querer copiar, emular a Bill Evans en lugar de a Shakira que “para bajar de nivel hay tiempo”. Bueno, a mediados de los ’70, el monstruoso pianista acompañó la voz de Tony Bennett. Todo un detalle.