De la Redacción de 90 Líneas.-
Entre 2015 y 2019 cerraron 24.537 pequeñas y medianas empresas en la Argentina. Solamente en 2019 bajaron las persianas 11.700 (el 47,6% del total), todas estas de la franja de hasta 10 trabajadores. Son datos oficiales de la AFIP. La Red Inclusiva para la Expansión Laboral (RIEL) eleva aquel número a 50.000 pymes.
Ello, sumado a la reprimarización de la economía, es decir, la centralidad que tuvo el sector exportador de materias primas agrícolas y mineras sin agregado de valor en el país, lo que implicó no crear trabajo ni riqueza, y el brutal endeudamiento que solamente sirvió para la “timba financiera”, no fueron en absoluto errores del gobierno de Cambiemos (JxC).
Si bien nunca se lo hizo explícito, entre los integrantes de la mesa chica de la alianza que gobernó durante esos cuatro años circuló el documento llamado Plan Productivo Nacional, que en la jerga cambiemita se conocía como Plan Australia.
¿Acaso quisieron convertir a la Argentina en una Australia del Cono Sur? Sí, claro. Pero no para que el nuestro se convirtiese en un país desarrollado como el de Oceanía, sino para adecuar su economía a 25 millones de personas, o sea, la población australiana. Es por ello que cuando algunos dicen que al plan de la derecha le sobran 20 millones de argentinos, se quedan cortos: hoy le estarían sobrando 22 millones.
Hace poco, el ministro de Economía de la Nación y precandidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Tomás Massa, realizó un viaje “de riesgo” para un postulante peronista: recaló en Córdoba. Y para sorpresa de propios y extraños, en un hecho invisibilizado por la prensa hegemónica, acudieron a una larga y serena charla con el tigrense más de 60 secretarios generales de otros tantos sindicatos del sector industrial.
“Nuestras bases son remisas al kirchnerismo (columna vertebral de UxP), pero tienen mucho temor de volver a vivir una época como la del 2015 al 2019”, le dijeron a Massa -palabra más, palabra menos- todos los presentes, quienes se interesaron particularmente en su histórico proyecto pro-pymes y, en particular, pymes industriales.
Lo mismo ocurre en otras jurisdicciones con gran peso industrial, sector que pese a la pandemia, la guerra y “la mar en coche” se viene recuperando desde 2021 a niveles inéditos. Este sábado, 5 de agosto de 2023, se supo que el empleo industrial acumuló 22 meses de crecimiento ininterrumpido. El Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo detalló que el empleo privado formal en la industria creció 0,2% en mayo respecto de abril, y 3,2% en comparación con mayo de 2022. Así las cosas, continúa registrando tasas anuales de alza que no observaban desde 2011-2012.
La industria en sí también volvió a crecer en abril, de manera tal que acumuló en el primer cuatrimestre del año un alza de 2,5% respecto a igual período de 2022: la suba más alta de los últimos cinco años (Indec).

El darwinismo industrial de la derecha
El colega especializado en economía, Raúl Dellatorre, indicó en un artículo que publicó el 22 de julio que “empresarios y trabajadores del sector industrial sufrieron una época mucho peor (a la actual) y temen que vuelva”, en referencia a las deudas que el peronismo tiene con los empresarios nacionales y la clase trabajadora, pese a lo cual el terror del regreso del Plan Australia sobrevuela cada fábrica y cada gremio del país.
“Todavía en el sector industrial se recuerda lo que representó el ‘programa de modernización económica’ impulsado por el macrismo, que significó la destrucción de pymes y la pérdida de miles de puestos de trabajo en el sector manufacturero”, realzó Dellatorre, para explicar: “Básicamente se trataba de un plan que pretendía ‘modelar el sector industrial’ haciendo una selección salvaje en la que solamente deberían sobrevivir los sectores ‘eficientes, ‘competitivos’ o ‘viables’. Entraban en esta definición los rubros agroindustriales y de minería básica, incluido el petrolero. Es decir, los extractivistas”.
Entre los sectores condenados por “inviables” figuraban las industrias textil, de calzado, electrónica de consumo (teléfonos, tablets, GPS, calculadoras, cámaras) y mueblera, enumeró el periodista Gastón Garriga. “El plan reconocía algunos rubros intermedios, como la industria automotriz, a los que consideraba ‘viables’ siempre y cuando atravesaran por una transformación que elevara su eficiencia a escalas internacionales”, completó Dellatorre.
Cuestión que el Plan Australia no sólo sigue en pie, sino que tanto Patricia Bullrich (la candidata de Mauricio Macri) como Rodríguez Larreta (pieza clave del periodo 2015-2019) adhieren a aquella frase que el ex presidente pronunció durante la campaña electoral de 2019 ante el vocero del ultraliberalismo planetario, el escritor Mario Vargas Llosa: “Si gano voy a tratar de ir en la misma dirección que estamos, pero lo más rápido posible”. El Plan Australia necesitaba de cuatro años más. No pudo ser el periodo 2019-2023. Ahora buscan completarlo entre 2023 y 2027.

Una desaparición planificada de actividades y su reemplazo por importaciones
Como una réplica de las políticas de Martínez de Hoz o de Menem-Cavallo, el Plan Productivo Nacional apuntaba a realizar en 4 años lo que a Australia le llevó 25: una economía de servicios, primarizada y con muy fuerte incidencia del sector financiero. Y por supuesto, con la gigantesca diferencia que marcamos al inicio de la nota, o sea, pensada para no más de 25 millones de personas (la población australiana).
“El documento (que sólo conocían de primera mano las principales espadas de la alianza de gobierno) definía la secuencia en la cual los sectores considerados ‘inviables’ debían ir desapareciendo y siendo reemplazados por la importación”, puntualizó Dellatorre, quien apuntó que “el recuerdo de esos años es más amargo aún cuando los empresarios de buena memoria piensan que quienes intentaron ejecutar el Plan Australia podrían volver al gobierno a fin de año”.

¿Industria local? Diez por ciento
Gastón Garriga escribió el 30 de julio para Página 12 una nota en la que señaló que “la reprimarización de la economía y el cierre de empresas industriales entre 2015 y 2019 no fueron un accidente ni un efecto colateral, sino un objetivo enunciado en un documento al que informalmente los funcionarios llamaban ‘Plan Australia’. La memoria del pasado reciente y la perspectiva de que se reedite pone en alerta a buena parte de los industriales bonaerenses”.
“La población argentina casi duplica a la australiana: 47 millones a 25. Pero si en vez de medir la población total medimos la densidad, Argentina más que quintuplica al país de los canguros: 16 habitantes por kilómetro cuadrado contra 3. ¿Por qué, entonces, a pesar de estas enormes diferencias, Australia es el modelo de política -no- industrial de Juntos por el Cambio?”, se preguntó el colega, para describir lo que ocurre en la nación de Oceanía.
“Se trata de una economía primaria y reprimarizada en las últimas décadas, básicamente exportadora de commodities agrícolas y mineros. Entre otras cosas, esto es consecuencia de una desregulación financiera absoluta. Sus exportaciones manufactureras apenas superan el 10 por ciento, y tiene un déficit de cuenta corriente sostenido en el tiempo. (Entonces) la pregunta que se hacen los industriales locales es la siguiente: cómo podría funcionar ese modelo en un país como Argentina que no sólo tiene el doble de población, la cual demanda empleo y salarios, sino que ostenta además un enorme entramado pyme que sostiene la actividad, la recaudación y la demanda”.
Y planteó: “¿Qué consecuencias tendría una política de este tipo (como la que ya se aplicó entre 2015 y 2019 pero más rápida) para la provincia de Buenos Aires que, según el ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica, concentra el 50% del PBI industrial del país, el 36% del PBI total, el 39% de la población argentina y el 32% del empleo formal? (…) Cada vez más voces definen como un ‘industricidio’ lo que podría ocurrir en territorio bonaerense” si la administración nacional girara a la derecha desde el próximo 10 de diciembre.

Números que asustan
En enero de 2020, el periódico económico iProfesional publicó un relevamiento de la AFIP sobre la actividad económica entre 2015 y 2019, donde consta que “cerraron 24.537 pequeñas y medianas empresas (Pymes) en la Argentina”. La Administración Federal de Ingresos Públicos detalló que “los empleadores con hasta 10 trabajadores explican el 91% del total de empresas afectadas por dicha crisis”.
El informe oficial de la AFIP mostró que en diciembre de 2019 el total de empleadores alcanzó a 544.200, es decir, 11.700 empleadores menos respecto de finales de 2018.
Con relación a diciembre de 2015, cuando se registraron 568.737 pymes en el país, la contracción ascendió hasta el 4,3%, o sea, 24.537 empleadores menos en apenas cuatro años.
“Esa caída de empresas tuvo dos momentos: durante 2016 y 2017 hubo una reducción de casi 3.000 empleadores, para desplomarse en los dos años siguientes de la mano de una mayor recesión y el incremento de los costos financieros, a pesar de la caída de los costos laborales ya que bajó el salario real y se aplicó una reducción de las contribuciones patronales a la Seguridad Social”.

Por jurisdicción
Entre finales de 2018 y diciembre de 2019, la cantidad de empleadores en la provincia de Buenos Aires se redujo en 4.100, seguida por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde se contabilizaron 1.900 empleadores menos. En Santa Fe la merma ascendió a 1.100 empleadores.
Las mayores variaciones interanuales fueron en La Rioja (-5,6%), Santiago del Estero (-4,4%), Catamarca (-4,4%) y Tierra del Fuego (-4,3%).
Si se compara diciembre de 2019 con diciembre de 2015, Buenos Aires perdió a 8.900 empleadores; CABA a 4.100, y Santa Fe a 2.700. “En términos relativos, Santa Cruz presentó una variación interanual negativa de 12,4%, Tierra del Fuego de 9,8% y Catamarca del 8,2%”.