Si hay algo extremadamente complejo en el universo de la música es hallar a los autores de las canciones catalogadas como «populares». Esas que, como dicen los especialistas, con el transcurrir del tiempo pasan a ser “de la gente” y poco importa su origen. ¿Quién compuso Bella Ciao? En 90lineas.com, el diario digital de La Plata, intentamos acercarnos, pero lo cierto es que llega un punto donde las historias se entrecruzan y, en algunos casos, se contradicen. Eso por poner un solo ejemplo. Por suerte, no ocurrió lo mismo con el tema navideño más famoso y más cantado del planeta hasta hoy en día: Noche de Paz. Y es que en 1995, cuando estaba por cumplir nada menos que 78 años desde su nacimiento, la partitura original fue descubierta. ¡Eureka!
A partir de allí se pudo reconstruir su verdadera historia y evitar que algunos aventureros dejaran de atribuírsela a Haydn, Beethoven, Mozart, pues así fue a causa de la belleza de la canción (como si lo muy bello tuviese que venir de los grandes, ¿no?).
Noche de Paz nació a principios del siglo XIX, es decir en los 1800, en un pequeñito y entonces pobrísimo pueblo de los Alpes austríacos llamado Mariapfarr, cuando el recién ordenado sacerdote católico Joseph Mohr fue enviado allí por el Arzobispado de Salzburgo, Austria, para ponerse al frente de su austero templo.
Europa atravesaba entonces una situación social, política y económica tremenda, preludio de la devastadora Primera Guerra Mundial (1914-1918). Pobreza extrema, hambre y guerras parciales aquí y allá desangraban a la mayoría de su población.
En su nuevo destino, el sacerdote Joseph Mohr, movilizado por lo que veía a diario, compuso un “poema de esperanza” titulado Noche silenciosa que decía “Noche silenciosa, noche sagrada, todo está en calma, todo es brillante alrededor de tu Virgen, madre e hijo, santo niño tierno y suave, duerme en paz celestial…”.
Corría 1816. Y por si las penurias eran pocas, ese fue el “año sin verano”, un acontecimiento único en Europa durante el cual llovió y nevó sin parar en pleno verano, lo cual trajo consigo la pérdida de las cosechas.
“Los científicos atribuyeron el ‘año sin verano’ a una caída de la actividad solar sumada al oscurecimiento del cielo por millones de toneladas de polvo, cenizas y dióxido de azufre arrojadas a la atmósfera en fuertes erupciones volcánicas ocurridas en 1815 en Indonesia. Las causas del desastre climático, uno de los peores de la historia moderna, eran desconocidas para la gente de entonces, y en Europa central agravó la inseguridad sociopolítica y las penurias que ya habían dejado las guerras napoleónicas de 1792 a 1815” (diario ABC, 20 de diciembre de 2018)
Para el religioso Joseph Mohr, Mariapfarr tenía una significación especial: allí había nacido su padre, a quien no conoció pues siendo él muy pequeño lo enviaron a la guerra y jamás regresó. Pero sí llegó a conocer a su abuelo, entonces de 86 años, antes de que falleciera.
No estuvo allí más de un año. Mohr fue enviado al pueblo alemán de Oberndorf. El pequeño poblado no escapaba en absoluto de la dramática situación que atravesaba Europa.
Allí, el religioso conoció al maestro de primaria y profesor de música Franz Xaver Gruber, quien era el encargado del coro de la iglesia y de tocar el órgano en las misas. Entablaron una gran amistad.
La Misa de Gallo de 1818
Se estaba preparando todo para la misa de Nochebuena de 1818, cuando a Joseph Mohr le dijeron que el órgano no funcionaba. No era de extrañar, pues había sido “víctima” de una inundación. No obstante, hasta ese día había seguido “prestando servicios”. Se llamó a quien en el pueblo se encargaba de mantenerlo. Pero aunque hizo todos los intentos, no hubo caso.
“La misa de Nochebuena tendrá música”, dijo Mohr, quien caminó una hora bajo una tormenta de nieve hasta la casa de Franz Gruber, a quien le dijo: “Por favor, tienes que musicalizar este poema, no podemos pasar la misa de esta Nochebuena sin música”. Y le entregó su poema “Noche silenciosa”.
Faltaban horas para la celebración religiosa. Pero Gruber lo hizo. Y en medio de la misa de gallo, el cura tomó la guitarra y junto con su amigo cantaron “Noche de Paz” por primera vez.
El éxito fue enorme. A punto tal que el vecino que se encargaba del mantenimiento del órgano llevó la canción al Valle de Ziller, hoy el mayor centro de esquí del mundo, pero en aquel 1818, otro lugar pobrísimo de Europa.
Resulta que en el valle de Ziller habían hecho escala dos familias tirolesas -a la vez grupos musicales- que estaban de gira por distintos países. Quedaron fascinados con la canción y la incluyeron en su repertorio. Así comenzó a esparcirse Noche de Paz, que alcanzó una difusión gigante cuando estas familias la cantaron para el emperador de Austria, Francisco José I, y luego para su par de Rusia, Alejandro I. Y en 1839 la presentaron por primera vez en los EEUU.
Cuando murió, el 4 de diciembre de 1848, el Padre Joseph Mohr no tenía dinero ni para pagar su entierro
¿Y de quién era esa hermosísima canción? Como dijimos, se la atribuyeron a Haydn, Beethoven, Mozart, y un largo etcétera. Hasta que en 1995 se descubrió el manuscrito original, con sus 6 versos y la firma de los creadores: letra de Joseph Mohr y música de Franz Xaver Gruber. Con el tiempo, los 6 versos se redujeron a tres.
Una Noche de Paz en la Primera Guerra Mundial
El 24 de diciembre de 2022, Noche de Paz cumplirá 204 años. Cientos de millones de personas la cantaron y la siguen cantando en todo el mundo en más de 330 idiomas y dialectos.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, himno universal de la paz, bien cultural internacional y legado musical. En 2018, cuando cumplió 200 años, se llevaron a cabo miles de eventos en decenas de países.
El 24 de diciembre de 1914, Noche de Paz fue entonada por miles y miles de soldados de diversas naciones, cada cual en su idioma natal, desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, lo cual generó la tregua conocida como “milagro de hermandad”.
“Alemanes y aliados batallaban en los frentes de Bélgica y Francia. Desde sus trincheras anegadas, los soldados del imperio alemán y las tropas británicas intercambiaban disparos sobre una franja de ‘tierra de nadie’ en la que camaradas heridos y muertos yacían esparcidos. Pero al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental los alemanes colocaron árboles iluminados en los parapetos de las trincheras y los aliados se les unieron en un alto el fuego espontáneo”.
“La tregua ‘surgió entre la tropa’ pese a los edictos ‘anticonfraternización’, contó el historiador Stanley Weintraub en su libro Silent Night. Tras vocear promesas como ‘Tu no disparas, nosotros no disparamos’, algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente cantando villancicos que sustituirían al silbido de las balas. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y fumarse un cigarrillo juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos. Incluso, en una de ellas, un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo. Y jugaron al fútbol” (“La tregua de Navidad de la Primera Guerra Mundial”, Javier Flores, National Geographic, 18 de noviembre de 2021)
«Todos» la versionaron
Bing Crosby (el disco más vendido de la historia), Simon & Garfunkel, Johnny Cash, Justin Bieber, Sinéad O’Connor son solo algunas de las estrellas de la música popular que han presentado versiones propias del villancico.
En la actualidad, las parroquias donde estuvo asignado el padre Joseph Mohr y los sitios que frecuentó el músico Franz Gruber, así como sus casas, son museos que reciben millones de turistas al año… Todo nació de un cura que escribió un poema para levantar el ánimo de un pueblito devastado por la guerra y el hambre, y de una “santa inundación” que el 24 de diciembre de 1818 dejó mudo a un órgano.
VIDEOS.- Noche de Paz (Grupo Católico y Laura Pausini)