El Papa Francisco fue el principal orador en un evento para conmemorar los diez años del primer encuentro de los Movimientos Populares, llevado a cabo en el Vaticano. Allí, el sumo pontífice analizó la realidad social mundial y criticó duramente el accionar del gobierno de Javier Milei: «Me hicieron ver una represión, el video de una represión, hace una semana, o menos quizás. Gente que pedía por sus derechos en la calle y la policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad. Ellos no tenían derecho a reclamar lo suyo porque eran revoltosos, comunistas, no, no, no -ironizó el Papa-. Y el Gobierno se puso firme, y en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta, le convenía. Ténganlo en cuenta eso”, enfatizó mirando a los presentes.
Francisco participó del simposio, organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, bajo el lema: «Plantando bandera frente a la deshumanización».
«Se cumplen diez años del primer encuentro mundial de movimientos populares. Aquel día, en Roma, plantamos una bandera: tierra, techo y trabajo son derechos sagrados. Que nadie les quite esa convicción, que nadie les robe esa esperanza, que nadie apague sus sueños«, les pidió el pontífice en su intervención.
«Lamentablemente, muchas veces son precisamente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia. Entonces, presionan a los gobiernos para que sostengan malas políticas que los favorecen económicamente… El diablo entra por el bolsillo, no se olviden»
Tras sostener que «la misión de los movimientos populares es trascendente», les aseguró a los participantes del simposio: «Si el pueblo pobre no se resigna, se organiza, persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social, más tarde o más temprano, las cosas van a cambiar para bien».
«Ustedes salieron de la pasividad y el pesimismo, no se dejan abatir por el dolor ni por el ‘no se puede hacer nada’. Ustedes no aceptaron ser víctimas dóciles. Se reconocieron como sujetos, como protagonistas de la historia. Este es, tal vez, su aporte más lindo: no se achican, van al frente», destacó.
«Tampoco trazan planes en el aire, no escriben documentos ideológicos, no se la pasan de conferencia en conferencia: van paso a paso, sobre la tierra firme de lo concreto; trabajan cuerpo a cuerpo, persona a persona», valoró, y diferenció: «No solo protestan -que está muy bien- sino que realizan innumerables obras, incluso desde la más absoluta precariedad de medios, a veces sin ninguna ayuda del Estado, otras veces perseguidos».
Francisco reiteró que acompaña a los movimientos populares en su camino y dijo además seguir creyendo, como les dijo en Bolivia, que «de la acción comunitaria de los pobres de la tierra depende no sólo su propio futuro, sino tal vez el de toda la humanidad».
Narcotráfico y violencia
En otro momento de su intervención, el Papa habló sobre la importancia de la tarea en común de los movimientos populares y la Iglesia, para frenar la violencia en los barrios y toda forma de criminalidad organizada.
«El narcotráfico, la prostitución infantil, la trata de personas, la violencia brutal en los barrios y todas las formas de criminalidad organizada crecen sobre la tierra arada por la miseria y la exclusión, que en definitiva son su condición de posibilidad», afirmó.
«Crecen cuando no hay integración socio-urbana y se dejan marginados los barrios de los pobres sin agua, cloacas, luz, calefacción, veredas, parques, centros comunitarios, clubes, parroquias», advirtió, y completó: «Crecen cuando en los territorios rurales no hay una adecuada distribución de la tierra, un ordenamiento territorial equilibrado, un apoyo constante a la agricultura familiar y el respeto a la familia rural, que termina sometida a poderes criminales. Hay que atacar esas causas estructurales, pero mientras tanto tenemos que enfrentar esto. Las dos cosas al mismo tiempo».
«Alzar la voz en favor de los sin voz»
Por su parte, el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Michael Czerny, advirtió que «la justicia no puede ser una cuestión intelectual, ni siquiera jurídica. Debe estar arraigada en lo más profundo de nosotros mismos, tan urgente e imposible de ignorar como el hambre y la sed».
El purpurado alentó a «alzar nuestra voz en favor de los sin voz» y a hacerlo siguiendo el ejemplo de Jesús, para «ser humildes, no dejarse llevar por el orgullo, el éxito, el dinero y la fama; solidarios con los que sufren, capaces de llorar con ellos y consolarlos; mansos, actuando sin violencia ni jactancia, pero con una profunda sed de justicia«.
«Si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación»
También intervinieron en el simposio algunos de los líderes fundadores de los EMMP (Encuentros Mundiales de los Movimientos Populares), entre ellos, el argentino Juan Grabois, quien recordó que la tarea de los movimientos populares no es sólo relanzar el lema «Tierra, techo y trabajo», sino también esforzarse por poner la economía al servicio del pueblo, trabajar por la paz entre los pueblos y cuidar la naturaleza.
Nicole Levia, por su parte, instó a los movimientos populares a trabajar también conjuntamente por la recuperación de la dignidad de los pueblos oprimidos. Y Joao Pedro Stedile -en un mensaje de video enviado desde Brasil- agradeció el diálogo establecido por el Papa y la Iglesia con los movimientos populares.
Fuentes: AICA y Ámbito