En marzo de 2023, bajo el título “Aquí están, estos son…los culpables del calor extremo”, desarrollamos un exhaustivo informe sobre la depredación en el norte argentino. Decíamos que “en los últimos 30 años Argentina perdió 8 millones de hectáreas de bosques a manos de grandes empresarios ligados a la actividad agropecuaria y entró al Top-10 mundial en el rubro ‘deforestación’”. ¿Un lujo, no?
Seguíamos: “Hoy continúa la ‘fiesta’ sin que nadie le ponga freno. ¿Objetivo? Ganar nuevas tierras para el ganado liberando miles de kilómetros cuadrados en el centro del país, a fin de ampliar la superficie destinada al monocultivo intensivo de soja. La ciencia advierte desde hace mucho tiempo que hay una relación directa entre menos árboles y más calor/sequía. Greenpeace denunció en la Justicia a 313 particulares y empresas. En la lista, los conocidos de siempre”.
Se acaban de tomar medidas. ¿Contra los asesinos de la naturaleza? No. Contra la ciencia que estudiaba el tema y advertía sobre las consecuencias.
La Argentina de los 5 premios Nobel surgidos de la educación pública parece un cuento cuando al sector le quitaron sólo en 2024 el 32,9 por ciento del presupuesto. Sobre llovido, mojado. El 9 de enero del 2025 se publicó en el Boletín Oficial la Resolución 10/2025 que encomienda “a la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros, la evaluación de los programas creados en la órbita del ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, (y) bajo los parámetros de economicidad establecidos en el considerando de la presente resolución” faculta “a suscribir los instrumentos y actos administrativos que sean necesarios para dar de baja programas sobre los que se resuelva su no continuidad”.
Esos programas pueden ser infinitos. Pero, de entrada nomás, le dieron de baja a los relacionados con las ciencias sociales, el medio ambiente y el calentamiento global.
Es la punta del iceberg de un nuevo recorte en ciencia para un país que se encamina directamente hacia “una economía primarizada, sin ciencia y universidades para una élite”, tal como definió en el marco de una entrevista con este medio el decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP e investigador superior del Conicet, Mauricio Erben.
“La Federación de Docentes Universitarios, la Federación de Sindicatos Universitarios de América del Sur y la Federación Latinoamericana de Trabajadores Científicos expresan su más enérgico repudio a la Resolución 10/2025 publicada en el Boletín Oficial del 9 de enero de 2025”, dice un comunicado conjunto publicado ayer nomás.
Sigue: “Dicha resolución plantea la eliminación de las investigaciones científicas relacionadas con las ciencias sociales, el medio ambiente y el calentamiento global, entre otras, lo que representa un ataque directo al avance del conocimiento y un grave retroceso en las políticas públicas orientadas al desarrollo sostenible y la soberanía científica nacional. Esta medida refleja una postura negacionista que desconoce la importancia estratégica de la ciencia y la tecnología para abordar los desafíos locales y globales”.
En la nota de marzo de 2023 subrayábamos que “entre las múltiples consecuencias de la deforestación brutal que ha ubicado a la Argentina entre los 10 peores países del mundo en esta materia se encuentran la extinción de especies animales y vegetales (“más de la mitad de toda la biodiversidad existente en el país se puede encontrar en sus selvas y bosques”); decenas de comunidades indígenas que viven desde antes de la colonización en la zonas boscosas del norte han perdido y siguen perdiendo su hábitat y sus medios de vida (a menudo trasciende alguna noticia sobre la represión a estos colectivos, aunque la inmensa mayoría de las veces los medios callan); la aparición de enfermedades zoonóticas (que pasan de animales a hombres) está íntimamente relacionada con el contacto que nace entre ciertos ejemplares que se han quedado sin su lugar natural de vida y el ser humano: los médicos veterinarios hace años que vienen advirtiendo sobre el surgimiento de patologías propias de regiones subtropicales en el centro e incluso sur del país, y finalmente, claro está, la “deforestación de los bosques se traduce en el aumento de inundaciones, en la desertificación del suelo y en un aceleramiento del cambio climático” (Sandra Romero Portillo, ambientóloga).
La Mesa Federal por la Ciencia y la Tecnología sacó un extenso documento donde define a la Resolución 10/2025 como “otra violenta avanzada en la destrucción del sector científico-tecnológico argentino de parte del gobierno de Javier Milei. Mediante esta directiva se establece que la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, a cargo de Darío Genua: i) evalúe los programas del ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) de acuerdo a las prioridades establecidas por el “Plan Estratégico definido para el 2024-2025”; ii) exija la devolución con intereses de fondos transferidos que no hayan sido rendidos a la fecha o bien hayan sido parcialmente ejecutados; iii) defina el cierre de programas y la rescisión de convenios que no se adecúen a ese supuesto plan; e vi) inicie acciones legales contra quienes consideren que no cumplen en algunos de los sentidos estipulados antes”.
“¿Qué programas quedan afectados por esta Resolución?”, se preguntan, y responden: “Todos los del ex MINCYT”.
Y rematan: “Toda la resolución es un panegírico de insensateces, cuya única motivación es la desarticulación de la ciencia y la tecnología argentinas. Como lo ha dicho el presidente Milei, son topos que destruyen el Estado desde adentro”.
Bernardo Alberto Houssay, Luis Federico Leloir, César Milstein, Adolfo Pérez Esquivel y Carlos Saavedra Lamas ya no parecen ser emergentes de otras épocas de este país, sino de otro país.