El 25 de diciembre de 2012, un matrimonio evangelista de Berazategui junto a sus siete hijos fue a pasar un estupendo día de sol a Punta Lara para celebrar la Navidad acompañados de un grupo de amigos a los que habían conocido en un templo. En un momento dado, el jefe de la familia ingresó a las aguas del Río de la Plata con sus hijos, para refrescarse. El problema es que lo hicieron en el sector de Boca Cerrada, donde no está permitido el baño ya que es una zona de muchos pozos profundos y piedras, donde se generan olas. Y, además, Matias, de 11 años, Daniel, de 12, y Claudio, de 18, no sabían nadar. El resultado fue catastrófico ya que los tres se ahogaron. Sus otros cuatro hermanos y su padre fueron rescatados por guardavidas.
Apenas dos meses antes, una tragedia similar se vivió en barrio Aeropuerto, ya de la ciudad de La Plata. El 15 de octubre las primeras rachas de calor comenzaron a hacer de las suyas e invitaron a dos primos a sumergirse en la cantera de un extenso predio ubicado en 630 entre 1 y 115. José (10) y Víctor (11) no pudieron hacer pie y murieron por asfixia por inmersión. Los niños tampoco debían estar allí: el terreno, de acuerdo a las pericias, tenía las medidas de seguridad solicitadas y alambrados y carteles alusivos al peligro que conllevaba el ingreso al sitio, además de la habilitación municipal y hasta provincial.
Más acá en el tiempo, y en otra estación, la desgracia también visitó a una familia de Ensenada cuando, el 18 de mayo de 2020, una precaria vivienda se prendió fuego en 115 y 3 de Punta Lara. Dentro se encontraba Elena Danna (57) y su nieto Brian Dadassio (13). Ambos murieron por la inhalación de monóxido de carbono y sus cuerpos terminaron calcinados. El motivo que generó el descontrolado fuego fue una estufa encendida en una de las habitaciones.
No hay una verdad absoluta, y así lo indican los peritos, pero sí una tendencia que, pese a las recomendaciones, alertas y advertencias, se mantiene: las muertes por estación. En épocas invernales, los que trabajan a destajo, de un lado para otro y se topan con restos reducidos a tejidos, son los bomberos. Con la llegada de la primavera y sobre todo del verano, son los guardavidas los que tienen una trascendental importancia. O los buzos rescatistas, cuando deben ir a buscar a personas que se perdieron mientras nadaban o navegaban en cualquier claro de agua.
Incendios por cuestiones mínimas
90líneas.com entrevistó a un perito de los bomberos de la Provincia de Buenos Aires, que dio su punto de vista y con conocimiento de causa, ya que no sólo debe participar de incendios sino también de tareas de rescate en aguas abiertas.
“No es que haya más incendios en invierno que en verano, o en estaciones calurosas a las frías. Incendios hay siempre, aunque las tragedias suelen presentarse, sí, entre mayo y agosto”, comentó, y dio los motivos: “En ese período, se producen muchos focos ígneos en viviendas por lo general precarias. De madera y chapa. Si arde una casilla, se consume en cuestión de minutos, sin darle tiempo a los moradores a salir. En segundos, el lugar se vuelve una trampa mortal”.
Contó que participó de innumerables tragedias, con bebés incluidos. “La mayoría de las veces, el lugar se prende fuego por cuestiones mínimas pero que no podemos evitar que suceda. La caída de un calentador al piso de madera o de ropa encima del calentador. ¿Y cómo prevenís eso? Pese a las advertencias, ¿qué puede hacerse? En el invierno crudo la gente tiene frío y el único recurso de quienes viven en estos lugares en encender hornallas o calentadores. Recomendamos que no vayan a dormirse con eso prendido, pero estamos en la misma: a veces las frazadas no alcanzan para todos y su único modo de pasar la noche es esa”.
Para finalizar este punto, indicó que los incendios de septiembre a marzo “tienen más que ver con pastizales y baldíos, que arden debido al calor y la sequía”, sin que se convierta en desgracia.
Espejos de agua traicioneros
Fuentes oficiales consultadas por este medio relataron que en un solo día de verano, la costa de Punta Lara, que abarca 10 kilómetros, puede recibir a 100 mil personas. Guardacostas para velar de ellos hay, pero no son suficientes y, además, muchos de los bañistas no respetan las señales e ingresan en sitios prohibidos y donde no hay equipo de salvataje alguno.
“Se ponen carteles indicando no sólo el peligro de entrar a tal lugar, sino directamente la prohibición de hacerlo, pero no todos obedecen. Hemos rescatado a personas que dijeron que ingresaron de todos modos porque solo tenían pensando refrescarse en la orilla, sin meterse demasiado. El problema es que los sitios son prohibidos justamente porque son traicioneros: haces pie y entonces te hundís en pozos, de repente. Y esos pozos están llenos de trampas mortales como ramas tipo enredaderas que se enrollan, por llamarlo de alguna manera, entre las piernas y ya no salís a la superficie”, indicaron los expertos.
Los primeros calores en la ciudad recién están llegando pero, sin embargo, ya se produjeron varias muertes por sumersión. Sin ir más lejos, al prefecto Ronan Martínez Maidana se lo busca desde el lunes 23 de noviembre, cuando ingresó a las 15.30 al Río de la Plata, sobre Punta Lara, junto a dos compañeros para pasar el día, ya que estaban franco de servicio y la jornada se prestaba. La canoa se les dio vuelta tras el ingreso masivo de agua y todos cayeron.
A las 20 de ese día, el jefe de guardavidas de ese localidad de Ensenada halló un camarote sin tripulantes a la altura de 116 y la Costanera y le dio aviso al prefecto encargado del Puesto de Vigilancia. Encontraron al dueño de la canoa y el segundo involucrado apareció a las 21, a un kilómetro al norte de donde naufragaron.
Pese a que a Ronan lo buscan 200 personas entre bomberos, policías, Defensa Civil y sus propios compañero de Prefectura, con un barco guardacostas y helicóptero incluido, continúa desaparecido.
Otros hechos similares tuvieron lugar el 14 de noviembre, cuando un kayakista de 35 años se ahogó en una cantera de Montevideo entre 50 y 52 de Berisso tras caerse de la embarcación y el 21 de ese mes, cuando un adolescente de 15 años ingresó a nadar con amigos a la laguna que está en la zona de la autopista Buenos Aires-La Plata y el arroyo El gato y fue succionado. Su cuerpo sin vida apareció poco después.