“La zona está liberada”, “la Policía de La Plata actúa en connivencia con los delincuentes”, “están esperando a matarnos para empezar a trabajar, aunque ya ni siquiera confío del todo en eso”, “la situación ya no da para más” son apenas algunas frases y sentencias directas de los vecinos de la Ciudad para con el accionar de las fuerzas de seguridad, debido al incremento de asaltos -cada vez más violentos e impunes- que se viven en la región. A los frentistas ya no les basta con manifestarse semana tras semana en reclamo de seguridad y de vivir tranquilos, sino que últimamente se volcaron a las diferentes redes sociales para marcar su posición y graficar el temor que los invade.
El pasado martes, dos jóvenes comerciantes platenses se toparon en persona con el salvaje delincuente que los asaltó hace dos semanas. No solo se mantenía -y se mantiene- prófugo, sino que las propias víctimas, al verlo, llamaron al 911 durante casi una hora y cerca de una decena de veces. Las comunicaciones, aunque fueron atendidas, no fueron escuchadas ya que ningún patrullero se hizo presente y el malviviente escapó, una vez más.
Para contextualizar la indignante historia, el pasado 25 de marzo Yésica se encontraba trabajando en Kiyoko Cactus, su local dedicado a la presentación y venta de plantas y adornos emplazado en 58 entre 1 y 2, a metros del estadio Uno de Estudiantes y próximo también a una de las sedes de la DDI La Plata. En horas de la tarde, a plena luz del día, ingresó un hombre de contextura robusta, de 1,60 metros aproximadamente y ojos verdes, haciéndose pasar por cliente.
En diálogo con 90líneas.com, la víctima dijo que el sujeto al principio dio una vuelta, sin levantar en su parte sospecha alguna pese a que sólo estaban ellos dos, pero entonces “y sin mediar palabra”, se le acercó, se le abalanzó y la tomó del cuello.
Así, lo que parecía una simple atención más para un comprador se convirtió en una pesadilla jamás experimentada para la damnificada. El criminal, fuera de sí, comenzó a pegarle de manera despiadada, tanto trompadas como patadas y siempre orientadas a un mismo lugar, pese a las consecuencias que ello podría demandar: a la cabeza.
Con la situación dominada, la llevó cerca de una puerta que da a un depósito, sin dejar jamás de golpearla y asfixiarla. “Nunca me opuse, incluso le dije que se llevara todo y que no era necesario golpearme tanto, pero siguió haciéndolo”, recordó la perjudicada.
Graves lesiones
Desesperada, temiendo claramente por su integridad física, ella logró morderlo y salir corriendo, pero no llegaría muy lejos. “Me alcanzó, me agarró del pelo y siguió pegándome. Solo dejó de hacerlo cuando simulé estar inconsciente”. En este punto, demostrando un total desinterés por la vida de la mujer, “abrió la puerta, me tiró al depósito y puso tierra detrás de la misma para que no pudiera salir”.
El momento en soledad el delincuente lo aprovechó para apoderarse del dinero que había en el lugar y un celular del vivero, donde había pedidos para clientes. Con eso asegurado, se dio a la fuga. Yésica, según sus propias palabras, esperó unos segundos y, cuando advirtió que el individuo se había ido, salió a pedir ayuda.
Remarcó que el malhechor “venía de algún lado porque llevaba consigo una bolsa donde adentro había ropa que le habían regalado y que dejó en el negocio. Imagino que es de alguien de la zona que se la donó y quizás la conozca”, y en cuanto a él, opinó: “Solo un cobarde ataca así a una mujer. Me pegó patadas y piñas, siempre en la cabeza. No puedo creer la violencia innecesaria con la que me atacó, más porque soy menudita y nunca me resistí”.
Mientras los numerarios de la comisaría Novena, con jurisdicción en la zona del atraco, tomaron la denuncia y fueron detrás del responsable, en una búsqueda sin éxito, la mujer debió ser trasladada de urgencia hasta un centro médico, debido a las lesiones padecidas. Allí, los facultativos detectaron que tenía cuatro lastimaduras, todas cercanas al lóbulo ocular, y debieron suturar tres de ellas. Por fortuna, se encuentra fuera de peligro.
Intervinieron dos fiscalías y la DDI: sigue prófugo
Pese a la denuncia y los días transcurridos, el ladrón sigue haciendo de las suyas ya que no fue identificado ni, mucho menos, capturado. Mientras tanto, el negocio se mantuvo cerrado y, en un cartel pegado en una pared al lado de la puerta, el mensaje reza: “Cerrado por brutal asalto”.
Este martes, la víctima y su pareja fueron hasta un hospital, ya que ella tenía que hacerse ver por las heridas sufridas y continuar con el tratamiento. Entonces, llegaría el lamentable epílogo de esta película de terror.
“Nos cruzamos cara a cara con el delincuente en una de nuestras visitas, ahora habituales, al policlínico San Martín. Él estaba caminando con las mismas zapatillas blancas del día del hecho, una remera marrón con rayas negras, una bermuda oscura manchada y una bicicleta pinchada”, contó el novio de la damnificada. Y añadió: “Por supuesto, con Yesi entramos en un estado de muchos nervios, a las 8.02 llamé al 911 por primera vez y por última a las 8:41. Siete llamados en total, mientras lo seguimos al ladrón por al menos 30 minutos, desde 69 y 116 hasta 7 y 71. No apareció ni un solo patrullero”.
Molesto, cerró: “La denuncia recayó en la Unidad Funcional de Instrucción número 7 y luego pasó a la 9 (de Autores Ignorados). Ahí, aparentemente, intervino la DDI local pero nadie se comunicó con nosotros para pedir siquiera la declaración en la causa ni nada por el estilo. Tenemos videos, fotos y el recorrido del celular (sustraído en el ilícito) hasta que se apagó en la esquina misma del Ministerio de Seguridad de la Provincia, en 3 y 53”.
Indignación popular
Por supuesto, el enojo de buena parte de la sociedad platense no se hizo esperar y, anoticiados de la llamativa falta de inacción policial, se volcaron a las redes sociales. “La zona está totalmente liberada, así me lo dijo una amiga que trabaja en una compañía de seguros”, denunció Sebastián, mientras que “Ringo” señaló que “en la zona de 22 y 68 dos motochorros asaltaron a una mujer a las 14.30. El 911 ni apareció. Toda la ciudad está liberada”. En tanto, Leonardo, un comerciante, expuso: “Llamé al 911 un viernes a las siete de la tarde, dos veces, y no vino nadie”.
Otros mensajes fueron: “No sólo no aparece un patrullero, sino que además nunca van a llamar para decirte ‘No pudimos asistir’ o cualquier pretexto. Esto le pasa a la gente común, lo digo por experiencia propia”. “Por Dios, ¿cómo puede ser que no actúen como deben? Ya ni vergüenza tienen, estamos a la deriva”. Y, por último: “Ahora, si lo agarrás a trompadas ahí sí aparecen los patrulleros y terminás preso”.