Artistas populares. Queridos. Con decenas de miles de fans y seguidores. Pero lejanos. En algunos casos, muy lejanos.
Cuando el enorme Bruce Dickinson, líder de la emblemática banda Iron Maiden, confió “mi intención como frontman es tratar de hallar al tipo que está en el fondo, tras las 30.000 personas del festival y decirle ‘Ey, tu…Sí, tu…Y que el tipo diga ¿yo? ¡Yo!!!’ Y puedes hacerlo, de verdad puedes hacerlo”, no puso la vara muy alta, sino donde tiene que estar. El artista debe llegar a su público, conmoverlo, más allá de que a uno le guste mucho o poco su estilo.
¿Acaso no sucede que cierto o cierta cantante emociona más allá de que su música guste mucho o no tanto?
Pocos y pocas, en verdad, tienen ese don. Ese talento natural de hacerle sentir, a quien sea que escuche, que está cantándole a él. Sandra Mihanovich forma parte de ese pequeño grupo.
En vivo o desde un disco, su voz llega, emociona. Es una artista popular, querida y cercana, muy cercana. Tiene mil y una grabaciones, giras, conciertos, premios. Pero siempre es ella y su guitarra. Y podría ser la amiga que cante en esa próxima reunión de amigos.
Es la que nació un 24 de abril de 1957 en la Ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia (muy) acomodada. Su madre, Mónica Cahen D’Anvers, fue la conductora de Telenoche desde 1966 hasta 1973 y, en una segunda etapa, desde 1990 hasta 2003 (cuando en el noticiero de canal 13 prevalecía la información sobre las operetas políticas). Su padre, Iván Mihanovich, fue un “arquitecto, polista, pintor”, como lo describió Sandra al despedirlo el 3 de septiembre del año pasado, cuando falleció a los 90 años.
Dicen que dicen que ya cantaba a los 4 años y que tuvo influencias musicales de lujo, pues en la casa de sus abuelos paternos, allá por la década de los 60, se reunían a tocar los músicos de jazz que llegaban al país junto con colegas argentinos.
En 2012 Sandra Mihanovich le donó un riñón a su ahijada Sonsoles Rey sin tener vínculo sanguíneo, por lo que debió recurrir a la Justicia para someterse a la operación pues la ley lo impedía. En 2016, la cantante y la madre de Sonsoles, Marita Novaro, se casaron
En 1976, con 19 años, comenzó a cantar como profesional. Y de “chica cheta que nada tenía que ver con el rock”, como la definió en aquellos inicios la periodista Natali Schejtman, pasó a frecuentar pubs donde conoció no precisamente a rockeros pero sí a músicos y cantantes que siempre se habían codeado y se codeaban con ese ambiente, como Horacio Fontova, el Negro Rada, Celeste Carballo, Alejandro Lerner, Marilina Ross, entre otros.
Y conoció también a una persona clave en su vida, como el productor Ricardo Kleinman, conductor de un programa musical icónico de fines de los 60, Modart en la Noche, quien además de promover grupos extranjeros e intérpretes locales comerciales, fue el “culpable” de que Almendra firme su primer contrato con la discográfica RCA Viktor. Kleinman se convirtió en el productor de Sandra Mihanovich.
Pero antes sacó su primer disco, titulado Pienso en vos (1977). En 1982, su segundo LP la lanzaría directo al estrellato con la maravillosa interpretación del tema Puerto Pollensa, de Marilina Ross, que le dio nombre al álbum.
Aunque más allá de esa canción, el elepé fue una suerte de tempranero grandes éxitos, pues contaba con temas como Cuatro estrofas, Mil veces lloro e Igual a los demás, de Alejandro Lerner, Me contaron que bajo el asfalto (Horacio Fontova), Vos, yo, uno más uno (Ross), Es la vida que me alcanza (Celeste Carballo).
Video.- Me contaron que bajo el asfalto (Sandra Mihanovich y Horacio Fontova – 2017)
La capacidad y sensibilidad interpretativa de Sandra Mihanovich, que recorre todo el disco, cautivó a un público masivo que, justo ese año, se vio privado de escuchar música en inglés a causa de la ridícula decisión de la dictadura cívico-militar a partir del desembarco en nuestras Islas Malvinas.
Ello, de rebote, potenció al rock argentino, siempre perseguido y censurado por los regímenes dictatoriales de los 60 y 70. Sandra seguía un camino no contrario ni mucho menos pero, digamos, paralelo al del rock nativo. “Yo era una chica bien, de otro palo”, reconoció en la entrevista que le hizo Natali Schejtman en 2007, para comentar luego que la revista Pelo -emblema rockero- nunca le hizo una nota pese al éxito de sus canciones, y deslizar que “era tímida” y “le costaba integrarse”.
Lo cierto es que ese “no encasillamiento” de Sandra Mihanovich como rockera, pero tampoco como melódica ni comercial, junto a su estilo cuidado y a la vez informal para vestir y su don de gente, unido a un bajísimo perfil mediático, hicieron que lo que valiese fuese su música y sólo su música.
Video.- Puerto Pollensa (letra -1981)
Pasaron muchos años de censuras formales y mentales, hasta que supimos que el gordito de gafas que “fue corriendo a cambiarse los lentes” cuando vio a los protagonistas de Puerto Pollensa amarse “descaradamente” en la playa había visto a dos mujeres. Pero fue entonces cuando el tema pasó a la categoría de temazo, y cuando Sandra Mihanovich se convirtió en una suerte de Gloria Gaynor argentina, o latinoamericana si se quiere.
Pues así como la Dama de la Música Disco fue capaz de cantar una y otra vez I will survive (Sobreviviré), que había sido convertido en un himno por la comunidad LGBT, haciéndole sentir a gays, lesbianas o heterosexuales de todos los colores que se lo estaba cantando a cada uno, Sandra Mihanovich logró y logra hasta hoy que tanto Puerto Pollensa como Soy lo que soy uno los haga suyos más allá de la identidad de género. Y no cualquiera logra eso, en absoluto.
Ese talento innato de Sandra Mihanovich para susurrar al oído “me nació este amor, sin que me diera cuenta yo”, y luego desgarrarse y desgarrarnos cantando “y sin dormir nos fuimos a la playa, y nos besamos descaradamente” con esa auténtica voz de white soul, es lo que la ha convertido en una de las mejores intérpretes de la música argentina.
Video.- María María (Vivo – 2017)
“(Puerto Pollensa) era una canción casera, que yo grabé en un cassette para regalársela a quien correspondía, pero vino Sandra y me dijo ‘me gusta’, y tanto me insistió que le dije ‘está bien, grabala’. Y lo hizo maravillosamente para convertirla en una canción de todos”, contó Marilina Ross.
En rigor, la compuso sobre una historia real que vivió en Puerto Pollensa -ciudad situada al norte de la isla española de Mallorca-, cuando estuvo exiliada: Marilina Ross figuró en la lista negra de la dictadura cívico-militar. Lo llamativo de la historia de la canción es que Sandra Mihanovich la escuchó el día en que ambas se conocieron en una reunión social, ni bien Ross volvió del exilio.
A partir de entonces, Sandra grabó varios temas de Marilina y algunos los cantaron juntas, al menos en vivo. Tras el disco Puerto Pollensa vendrían 20 más, dos de ellos en dúo con Celeste Carballo (Somos mucho más que dos -1987- y Mujer contra mujer -1989), 11 discos de oro, 2 de platino, 3 premios Konex, 5 premios Gardel, 2 premios ACE, sin contar las distinciones que recibió como actriz y conductora de radio.
A principios de los 80, en un boliche de Río de Janeiro que los jueves era gay, Sandra Mihanovich vio un espectáculo que le voló la cabeza y que sería un parteaguas en su carrera. “Unas drag queens bailaban sobre un escenario y una de ellas actuaba la canción que estaba sonando: I am what I am, cantada por Gloria Gaynor”, narró Schejtman.
Sandra le dijo a su productor, Ricardo Kleinman, que quería hacer esa canción en castellano. Él no estaba convencido porque se trataba de un tema de música disco y ella había tenido mucho éxito con las baladas. Pero lo hizo. Traducido: Soy lo que soy. Que hasta le dio título al álbum.
“Siempre la canté convencidísima de que no necesariamente estaba cantando sobre la cuestión gay. Me acuerdo de que me peleé con un periodista. Yo era más chica y todavía me complicaba mucho más el tema. Él quería que yo dijera que era gay, y yo no le iba a decir eso porque no era mi objetivo decir que era gay. Me parecía que estaba buena esa canción porque servía para cualquiera. Sigue pasando: ya sea en un lugar chiquito o en uno gigante, se genera la cosa de festejo, de formar parte, de decir ‘yo hago lo que quiero, yo elijo lo que quiero’. Que no me vengan a decir que me tengo que poner esta ropa. A mí me gusta esto y es lo que soy y yo no le hago daño a nadie, no estoy molestando a nadie. Eso es válido para todos y para todas las épocas. Es un himno que la gente quiere, recuerda, canta y comparte. Porque tiene una polenta tremenda y creo que el éxito fue por eso”, contó en la entrevista de 2007.
Video.- Soy lo que soy (Encuentro en el estudio – Canal Encuentro)
A propósito de la música disco, el periodista español Guillermo Alonso hizo notar en una nota sobre Gloria Gaynor que, de algún modo, fue la respuesta que halló la comunidad gay a la falsa moral que imperaba en gran parte de la sociedad y de las discotecas estadounidenses en los 60 y 70. “Todavía se prohibía en muchas de ellas que parejas del mismo sexo bailasen juntas. La música disco fue la respuesta: no se necesitaba un compañero. Uno podía bailar solo y hacerlo durante toda la noche”.
Este año Sandra Mihanovich grabó el sencillo Cantá, de Ignacio Cano, y el clásico Qué suerte, de Chico Novarro y Palito Ortega. Supo Honrar la vida y la música interpretando a Eladia Blázquez. Acercarse y acercarnos a una infancia lúcida cantando a María Elena Walsh.
El mismísimo Pappo pagó la deuda del universo rockero con Valeria Lynch cuando le confió “vos sos la mejor cantante de rock del país…pero no lo puedo decir porque los muchachos me matan”, para luego ponerse un frac y cantar a dúo con ella una balada en inglés en TV. Una Valeria que de piba, en los 60, andaba por La Cueva con Fontova, el Negro Rada -luego amigos de Sandra, a quienes interpretó e interpreta- y la banda de los pioneros del rock. Quizás falte saldar una deuda con Sandra Mihanovich, porque no hay actitud más rockera que cantar a viva voz Soy lo que soy, más aún cuando apenas amanecían los 80.
Y si no, no importa. Porque con su carisma, empatía, sonrisa honesta y eterna, sus jeans y su guitarra, puede ser siempre la amiga del alma que cante en la próxima reunión. Hay que ser muy grande para ser tan cercana.
Video.- Todo me recuerda a ti (Sandra Mihanovich y Lito Vitale ´- 2017)
Video.- Siempre así (Sandra Mihanovich y Rubén Rada)