En plena restauración democrática -1983- entre otras muchas coincidencias de los principales partidos políticos argentinos, se hizo especial hincapié en dar una batalla concreta contra lo que se denominó “la patria financiera”. Con el término se trató de identificar a los agentes económicos que en plena dictadura militar pasaron a ser un factor clave de la vida cotidiana de los argentinos. A casi 40 años de aquel esperanzador giro político del país, esa vieja consigna que aglutinó a las principales fuerzas políticas es una deuda aún pendiente, al punto que pese a algunas modificaciones sigue vigente la ley de entidades financieras pergeñada por José Alfredo Martínez de Hoz.
Es más, coincidente con la tendencia vigente a nivel mundial lejos de haber perdido importancia, la especulación financiera adquiere cada vez más trascendencia en desmedro de los sectores productivos. Un claro ejemplo de ese predominio tuvo lugar durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando los funcionarios abiertamente ligados al mundo de las finanzas internacionales, tuvieron un poder casi irrestricto, que -como en otros períodos históricos- culminó con niveles de endeudamiento internacional inéditos, destructivos e impagables y que condicionan a varias generaciones de argentinos.
Frente a esto, las actuales autoridades nacionales tienen muy estrechos márgenes de acción, a pesar de haber logrado exitosas renegociaciones con los acreedores externos primero y más tarde con el Fondo Monetario Internacional. Estos estrechos márgenes de maniobra generan constantes cuellos de botellas que deben sortearse uno tras otro, lo que atenta contra un futuro a corto plazo, pero que se presenta muy promisorio una vez superadas estas restricciones ya que la evolución de la economía nacional genera enorme expectativa a nivel internacional.
En este marco se inscriben por estas horas las medidas destinadas a un mayor control del comercio exterior como respuesta a una incipiente corrida en el valor de los dólares financieros y del blue.
ALARMAS INCONSISTENTES
La situación generó en los últimos días versiones alarmistas tanto de algunos economistas, como de los principales medios de comunicación que coincidieron con la fuerte suba del blue de $32 en junio, lo que representa su mayor avance mensual en el año.
El jueves, último día del mes, el dólar paralelo cerró a $238, apenas un peso por debajo del récord histórico al que llegó el miércoles, tras subir $7 el martes como reacción a las medidas del Banco Central. Así sumó un avance de $22 en las últimas siete ruedas mientras que el contado con liquidación trepó también a la cifra sin precedentes de $250 por segunda jornada consecutiva, generando enormes expectativas sobre si el tipo de cambio financiero se acerca a un techo transitorio o va por nuevos máximos en el segundo semestre.
El importante saldo a favor del Banco Central en sus recientes intervenciones sumado a un rebote de los bonos en dólares y a una mayor estabilización de la deuda en pesos, podría ponerle un techo transitorio a los tipos de cambio financiero.
En mayo el dólar blue cerró a $206 y la suba fue de $6,50 ó 3,2%, aunque se ubicó por debajo de la inflación y del avance del tipo de cambio oficial que fue de 4,2%. El dólar paralelo subió 50 centavos en abril, y cedió $11 en marzo, su peor performance en 14 meses. En febrero pasado, bajó $6,50, un 3%, después de subir en enero $5 ó 2,4%.
Pero más allá de la corrida del dólar, el Banco Central comenzó a tener resultados positivos en su política de acumular reservas, uno de los puntos más destacados del acuerdo con el FMI, pero también un pilar en la estrategia declarada de poner límites a la disparada inflacionaria. De esta forma, la autoridad monetaria compró este jueves u$s536 millones, con lo que cerró el mes con un saldo positivo de u$s950 millones, acumuló u$s1.500 desde que anunció las nuevas medidas y en el semestre el resultado trepó a u$s1.800 millones y así superó la meta de acumulación de reservas del primer semestre del año acordada con el FMI.
El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, aseguró que se cumplieron «todas las metas» del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
UN CAMBIO DE PLANES
El Banco Central dispuso modificaciones a la política de acceso a divisas para restringir durante tres meses algunas operaciones en momentos en que el país enfrenta un aumento significativo de importaciones. Básicamente se restringió el acceso a divisas para bienes suntuarios como automóviles de lujo y aviones, al tiempo que amplió el acceso a divisas para las pequeñas y medianas empresas hasta el 115% del valor importado en 2021, desde un límite de 105% dispuesto previamente, con un tope máximo de 1 millón de dólares y extendió el sistema de financiación de importaciones para equipararlo al que se utiliza para las compras con licencias no automáticas.
De esta forma se da un giro tendiente a un mayor control de las importaciones, que quedaron en el centro de los cuestionamientos debido a una desmedida suba en el semestre que el presidente Alberto Fernández atribuyó al incremento en los precios, en especial del gasoil en el mundo, pero que claramente también coincidió con un exceso de compras para formar stock de algunos empresarios y demoras en la liquidación de exportaciones de otros.
Precisamente esa “sintonía fina” en la administración del comercio exterior fue la que reclamó Cristina Fernández de Kirchner apuntándole a la gestión de Matías Kulfas, que finalmente terminó eyectado del sillón que pasó a ocupar Daniel Scioli.
Sin embargo las críticas opositoras y de los economistas más vinculados al mundo de la finanzas, volvieron a cuestionar las políticas oficiales tendientes a tranquilizar a los mercados, bajo el pretexto de que se debieron emitir pesos para comprar bonos con la finalidad de tranquilizar la tendencia negativa.
Lo cierto es que mientras el ministro Guzmán avanza en las negociaciones con el Club de París para refinanciar los vencimientos con ese organismo y se intenta acelerar los desembolsos de créditos ya acordados con el Banco Mundial que mejoraría el perfil de las reservar internacionales, ya se sumaron los casi u$s4.000 millones del desembolso del FMI, luego de haberse aprobado las metas del primer trimestre del año.
Desde el Gobierno el propio presidente Alberto Fernández adjudicó la tensa semana financiera con la que finalizó junio a una nueva corrida especulativa, según dijo la tercera desde que asumió la presidencia.
Y todo parece indicar que la nueva pulseada terminó el mes con un saldo ampliamente positivo para el Gobierno que parece haberle torcido el brazo a los sectores ligados con la especulación financiera, que parecen haber comprendido que Economía cuenta con un arsenal lo suficientemente poderoso como para evitar una tan anunciada como potencialmente dañina nueva devaluación del peso.