Luiz Inacio Lula da Silva estuvo 580 días en prisión pese a que el fiscal que lo acusó, Deltan Dallagnol, y el juez que lo condenó, Sergio Moro, nunca presentaron pruebas concluyentes sobre los supuestos delitos de corrupción por los cuales lo pusieron entre rejas, además de que “no respetaron sus derechos durante el proceso judicial”, según dictaminó la Corte Suprema de Brasil, dando lugar a su liberación el viernes 8 de noviembre de 2019.
Moro, Dallagnol y otros funcionarios judiciales quedaron en la mira cuando se filtraron diálogos entre ellos, que publicó íntegramente el sitio The Intercept -revista electrónica de periodismo independiente fundada en 2014 por el empresario estadounidense Pierre Omidyar Morad-, que denotaban una clara intención de perseguir y encarcelar al líder popular brasileño aunque no hubiesen pruebas.
Como tras esas revelaciones Moro quedó contra las cuerdas, se dice que el juez de la Corte, Edson Fachin, votó la revocación de las condenas a Lula basándose en que “no se respetó el debido proceso judicial” con el fin de salvar a aquel de un escarnio internacional. No obstante, otros miembros del máximo tribunal decidieron ir más allá, por lo cual ese organismo terminó dictaminando que “Moro no fue imparcial” a la hora de juzgar al dos veces ex presidente de Brasil.
Antes de todo ello, el dictamen sin pruebas de Moro le impidió a Lula presentarse en las elecciones presidenciales de 2018 para las cuales era amplio favorito. El otrora líder sindical metalúrgico, quien había conocido la prisión durante la dictadura, fue encerrado durante casi 20 meses en el último piso de la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba, capital del estado sureño de Paraná.

Como es sabido, Lula sufrió en prisión la muerte de su esposa, su hermano y su nieto. Y al funeral de su hermano no lo dejaron concurrir, supuestamente por temor a que se materializara una gran concentración popular a raíz de su presencia.
Otra filtración de chats publicada por el sitio estadounidense The Intercept, dio cuenta de que fiscales y otros integrantes del grupo que investigaba el caso de corrupción conocido como Lava Jato se burlaban de la muerte de la esposa de Lula, ironizaban sobre la de su nieto y buscaban evitar que fuera al sepelio de su hermano.
Por si todo eso fuese poco, al líder del Partido de los Trabajadores -uno de los dos brasileños más conocidos en el mundo junto con Pelé y uno de los políticos más populares a nivel global, según medios de Europa y EEUU- le prohibieron las visitas los fines de semana.
Fue justamente durante esos largos sábados y domingos que Lula entabló una relación muy particular con el agente de la Policía Federal Paulo Rocha Júnior, más conocido como Paulao. ¿Quién era? Uno de los carceleros que se turnaban para vigilarlo en la celda.
Pero particularmente los fines de semana, con un Lula al que no le dejaban recibir visitas, Paulao y el ex presidente mantenían largas y animadas charlas sobre los temas más variados.
Hablaban de fútbol, de trabajo, de sus respectivas familias, de noviazgos, de política… También comentaban siempre el programa de televisión “Domingão do Faustão”, un programa de variedades, entretenimientos y música que emitió la TV Globo entre 1989 y 2021, que Lula y Paulao siempre miraban.
Así las cosas, fueron entablando una entrañable relación de amistad. Ello le valió a Paulao un traslado a otra ciudad en 2019.
Sin embargo, el contacto entre ellos jamás se cortó. Y cuando Lula quedó libre el 8 de noviembre de aquel 2019, lo llamó para ofrecerle ser parte de su custodia.
carcelero de Lula

La periodista Bela Megale, del poderoso multimedio O Globo -uno de las creadores de Bolsonaro y hoy opositor al neofascista tras comprobar el “monstruo” que habían fabricado-, contó que “la elección de todos los policías que trabajan como seguridad para Lula da Silva fue realizada por representantes de la campaña del PT en conjunto con la Policía Federal. Sin embargo, confirmaron que la solicitud de que Paulao se uniera al equipo provino del propio Lula”.
Y añadió que más allá de que Lula gane o no el balotaje del 30 de octubre, a Paulao le espera un trabajo de mucha mayor jerarquía. La idea es que, tras el final de la campaña, el agente y ex carcelero del líder izquierdista pase a integrar el grupo del denominado Gabinete de Seguridad Institucional (GSI) que acompaña al PT, pues todo ex presidente tiene derecho a ese tipo de servicio, puntualizó Bela Megale.
Sorpresa y media en Curitiba
Lo cierto es que durante la campaña para la primera vuelta electoral, cuando Lula y su equipo visitaron la populosa ciudad de Curitiba “muchos dirigentes del PT de ese lugar, que habían visitado al ex mandatario en prisión varias veces, no entendían nada cuando veían a su lado al mismo hombre que los recibía en la cárcel”. Hasta que llegaba la explicación de rigor: Paulao, ex carcelero de Lula, ahora era uno de sus hombres de confianza e integrante de su custodia.
carcelero de Lula carcelero de Lula