Amanecer del 19 de octubre de 1977. Habían pasado horas de la catástrofe. Horas que para cada artista, trabajador y trabajadora de aquel decimonónico templo de la cultura llamado Teatro Argentino habían sido minutos; segundos quizás. Estaban en shock. El incendio de “la casa de todos”, pues así la sentían, se había vuelto una pesadilla eterna: las nubes de humo, cual escenografía de una mala obra, se resistían a desvanecerse; del cielo y de las almas atormentadas.
Cuentan que Dora Berges, responsable de la peluquería del teatro, respiró profundamente en los jardines que rodeaban al majestuoso edificio renacentista y se armó de coraje antes de recorrer su cuerpo malherido una vez más.
Cuando llegó al sector del escenario, miró el foso. Un mar gris oscuro, casi negro, dominaba todo. Volvió a respirar hondo para apagar el sollozo. Y en ese preciso momento, Ella se iluminó. Entre las tinieblas, una luz “celeste y brillante” -como la definió Víctor J. Gil en una crónica de la época- invitó a Dora a sumergirse en aquel espeso mar de cenizas.
¿Qué es eso?, se habrá preguntado una y otra vez hasta llegar a ese punto luminoso. Fue quitando cenizas y trozos de vaya a saber qué elementos batidos por las llamas, hasta que apareció ante sus ojos la imagen Divina, impecable, “milagrosa” de la Virgen.
En aquel entonces la llamaban “Virgen Azul” o “Virgen de los Artistas”, nos recordó en estos días Mariana Pace, la nieta de Dino Orlandini, creador de aquella maravillosa escultura de papel y tela que “se encontraba junto al escenario, en el espacio denominado capilla”, y a la cual “el personal del teatro le tenía devoción”, subrayó Mariana.
Dora Berges llamó a todos. Y todos fueron y la terminaron de liberar de cenizas y restos de materiales. Sí. Estaba incólume. Pese a estar ubicada en la zona del teatro más castigada por el fuego, la “Virgen de los Artistas”, hecha de tela y papel, no había sufrido ni un “rasguño”.
Virgen Teatro Argentino
¿Milagro o signo?, se preguntó días después monseñor Roberto Lodigiani. Cada cual fue y es dueño de creer en una u otra cosa. Dios a nadie se lo impide.
Lo cierto es que el martes 18 de octubre pasado se cumplieron 45 años del incendio que se llevó gran parte del señorial edificio ideado a finales del siglo XIX por el arquitecto italiano Leopoldo Rocchi (el resto se lo llevó la pésima decisión de demolerlo, que hasta hoy y con razón muchos no perdonan), y luego de cuatro décadas y media de ser paseada por la Catedral de La Plata, por el “nuevo teatro” inaugurado sin final de obra hacia 1999, por el olvido y el “ocultamiento” y por un proceso de restauración y resignificación, hoy brilla otra vez, expuesta en un espacio angular del segundo piso del teatro, la rebautizada Virgen de las Cenizas. “Está nuevamente bendiciendo a los artistas y a los espectadores del primer coliseo provincial”, dijo la nieta de Dino Orlandini.
(¿La Virgen se habrá compadecido de los autores intelectuales y materiales de la demolición innecesaria?)
Suenan aún aquellas voces…
La Virgen creada por Dino Orlandini era parte de la Ópera Tosca. Seguramente guarde consigo ecos de aquellas voces sublimes. Y también, porqué no, los de la soprano Elvira Colonnese y el tenor José Oxilia, quienes el 19 de noviembre de 1890, solamente ocho años después del nacimiento de la ciudad de La Plata, inauguraron el magnífico Teatro Argentino con Otello, de Giuseppe Verdi.
“Dino Orlandini era mi abuelo. Se desempeñaba como jefe de utilería del Teatro Argentino. Él se formó en su tierra natal, la cuna del arte, la ciudad italiana de Florencia, donde cursó sus estudios de Escultura en la (prestigiosa escuela de arte) Leonardo Da Vinci. También supo ser un barítono destacado”, reseñó la nieta del artista, para agregar: “Toda mi familia era del teatro. Mi abuela, Lina Rondelli, soprano; y mi madre, Raquel Orlandini, contralto y escultora”.
“Mi abuelo era dueño de un muy bajo perfil, así como de un altísimo talento. (El director de teatro y ópera de renombre mundial) Tito Capobianco, por ejemplo, le ofreció trabajar en el MET (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York). Y hasta Dino de Laurentis quiso contratarlo”, añadió Mariana Pace.
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El largo y “milagroso” derrotero de la Virgen
Como se dijo, “el escultor y realizador teatral Dino Orlandini creó una imagen de la Inmaculada Concepción para el primer acto de la ópera Tosca. La escultura, construida en papel maché y tela, se encontraba junto al escenario, en el espacio denominado capilla. El personal del Teatro Argentino le tenía devoción. La llamaban ‘la Virgen Azul’ o la ‘Virgen de los Artistas’”.
Luego de sobrevivir de modo inexplicable al incendio del teatro, el 20 de noviembre de 1977 la Virgen fue trasladada desde las ruinas del coliseo a la Catedral platense. De la procesión organizada por monseñor Lodigiani, la cual tuvo repercusión a nivel nacional, participaron más de 2.000 fieles.
La imagen fue ubicada en el lateral izquierdo del templo mayor de La Plata. Durante años se la mantuvo en el Altar del Santísimo Sacramento. Luego se la destinó al museo de la Catedral, donde “se le armó un camarín”. Y allí permaneció hasta que fue reclamada por las autoridades del Teatro Argentino “para situarla en un pedestal el día de la inauguración del nuevo edificio”, en octubre de 1999.
“La hija de su creador, Raquel Orlandini, restauró la imagen con las técnicas y procedimientos que utilizaba su padre. Para la reapertura del teatro, la Virgen de las Cenizas rigió el Foyer del primer piso; luego, distintas direcciones del complejo cultural cambiaron varias veces su lugar”.
Cuando se inauguró un museo del teatro, en 2003, fue llevada allí. Pero el sitio duró apenas unos años. Entonces vino un tiempo en que “fue guardada, ocultada”, a punto tal que “fue llevada al depósito ubicado en el segundo subsuelo del edificio”.
“Tras numerosas acciones de la familia, la Iglesia y la Fundación Teatro Argentino, la imagen fue resignificada en 2014 por Zacarías Gianni y Eugenio Zanetti, quienes modificaron los colores y el diseño de su vestido agregándole elementos no originales a discreción, como un manto de tela, una corona de flores manzana dorada y llave dorada”.
Desde 2015 se solicitó reiteradamente la restauración a su imagen original, la ideada y materializada por Dino Orlandini.
Finalmente, como se mencionó, la nieta de Orlandini destacó que la Virgen, expuesta en un espacio angular del segundo piso, “hoy bendice nuevamente a los artistas y a los espectadores del primer coliseo provincial”.
Virgen Teatro Argentino
Fuentes consultadas: Diario La Nación (La Virgen de las Cenizas, por Víctor J. Gil, 4 de noviembre de 1977); Texto de Mariana Pace; Archivo de la Virgen de Dino Orlandini; Diario El Día (La virgen que no se quemó, por monseñor Roberto Lodigiani, 13 de noviembre de 1977)