Ni bien comienza a sonar la melodía, a generaciones de futboleros (y no tan futboleros) se nos pone la piel de gallina: hoy, tanto o más que en aquel lejano 1990. Es una canción de culto. Uno de los mayores clásicos de todos los tiempos. Y eso la eleva aún más, porque no es común ni mucho menos que el tema de una Copa del Mundo de fútbol alcance ese sitial. Pero lo cierto es que Un’estate italiana (Un verano italiano), la música oficial de Italia ‘90, logró incluso traspasar las fronteras deportivas.
Casi nadie, o muy pocos, saben que la primera versión fue en inglés. Y que quedó grabada, con video incluido. Pero escuchar esa versión solamente logra que la definitiva, en italiano y grabada por un rockero de Nápoles y una rockera de Siena, se agigante aún mucho más.

Las canciones de los mundiales nacieron en 1962, cuando se jugó la Copa del Mundo en Chile. En ese entonces hizo punta El Rock del Mundial, interpretado por Los Ramblers. Aunque no se puede negar que el tema rompió los moldes de una sociedad pacata al ritmo del rock and roll, luego fue seguido por melodías encorsetadas: basta compararla con la marcha militar del Mundial ‘78 de Argentina, una pieza que también pone la piel de gallina, pero por otros motivos.
El Rock del Mundial (Los Ramblers – 1962)
Cuando se avecinaba Italia ‘90, la dirigencia futbolera de ese país no anduvo con chiquitas y le encargó la canción al consagradísimo músico Giorgio Moroder, por caso, el creador de Love to Love You Baby, el tema que en 1975 revolucionó el mundo de la música y marcó la cancha de la naciente música disco en la voz de la enorme Donna Summer.
La revolución fue tal que la canción duraba 16:50 minutos, a lo largo de los cuales Donna Summer fingía con su voz ¡23! orgasmos sexuales. A esa altura, Moroder ya tenía en el bolsillo seis álbumes de estudio, a los que con el tiempo agregaría diez más, aparte de inolvidables bandas sonoras de filmes como El expreso de medianoche (1978), American Gigolo (1979), Flashdance y Scarface (1983) y un larguísimo etcétera.
Pero detengámonos en 1986, cuando Moroder hizo junto con el británico Tom Whitlock el tema Take My Breath Away, que interpretado por la banda estadounidense Berlin le puso música a la súper taquillera película Top Gun. Ganó el Oscar a mejor canción original y el Globo de Oro en la misma categoría. Hasta hoy es uno de los mayores clásicos melódicos de todos los tiempos.
Take My Breath Away (Berlin – 1986)
¿Y por qué nos detenemos en aquel 1986? Porque lo primero que hizo Giorgio Moroder, basado en el resultado de aquella experiencia, fue convocar a Tom Whitlock para componer juntos el tema de Italia ‘90. El italiano hizo la música y el británico la letra. La canción fue interpretada por Paul Robert Engemann, un estadounidense que tenía algún pergamino, como haber cantado el tema del filme Scarface. Pero le faltaba algo imprescindible: que la pasión del fútbol corriera por sus venas.
Así las cosas, la pieza musical, titulada To Be Number One (Ser el número uno), era tan insulsa que Moroder decidió recurrir a dos rockeros ya consagrados en su país, Gianna Nannini y Edoardo Bennato.
No eran ningunos improvisados. Gianna, nacida en Siena (región de la Toscana) en 1956, ya contaba en su haber con 8 discos, un éxito rotundo en su país y decenas de estadios repletos en cada recital. Edoardo, un napolitano 10 años mayor que ella, había editado 14 álbumes y era un referente indiscutido del rock italiano.
La letra en inglés hablaba del juego limpio y las ansias de ganar, y la interpretación de Paul Engemann, con su look de rockero glamoroso, tenía menos fútbol que la reina de Inglaterra.
To Be Number One (Paul Robert Engemann – 1990)
Crédito: Sugar Music
Gianna Nannini y Edoardo Bennato no sólo cambiaron la letra y, naturalmente, le imprimieron a la canción la insondable pasión italiana por el fútbol, sino que sus voces, sobre todo la voz rasgada de Gianna, sus pintas de viejos rockeros -en la fiesta inaugural de la Copa del Mundo estaban vestidos con ropa de jean y zapatillas-, sumado a algunos “toques” que Moroder hizo en el sonido, terminaron dando a luz una canción que conmovería a generaciones.
Es más, luego de Italia ‘90, Un’estate italiana se siguió usando por parte de las cadenas de TV para musicalizar otros mundiales, más allá de la obligación comercial de difundir el tema oficial de cada competencia. Recién en Sudáfrica 2010, la sensualidad de las caderas de Shakira -y el paso de nada menos que dos décadas- convirtió a Waka Waka en un tema muy “taquillero”.
Pero la inmensa mayoría de las encuestas que han realizado y realizan las publicaciones estrictamente deportivas y futboleras ponen a Un’estate italiana al tope de “las mejores canciones de la historia de los mundiales”. A punto que el tema no sólo fue un exitazo en Italia, en otros países latinos de Europa y en Latinoamérica, sino que superó ampliamente en popularidad a la versión original incluso en las naciones angloparlantes.
Detrás del éxito

Gianna, esa mujer de voz rasgada que eriza la piel, traía consigo una historia muy complicada. Siendo adolescente, en una época donde aún prevalecían usos y costumbres “medievales”, le confesó a su familia que era lesbiana. Su madre no lo tomó bien, pero su padre Danilo, un empresario de la industria gastronómica, directamente «le hizo la cruz”.
Ella estudió música en un conservatorio de Milán, hasta que inició una exitosa carrera como cantante de rock. Incluso, a diferencia de Edoardo Bennato, quien era profeta en su tierra, Gianna logró trasponer las fronteras italianas para cosechar decenas de miles de seguidores en otros lugares de Europa.
Desde ya, Un’estate italiana los catapultó a la fama mundial. Edoardo y Gianna, entre sus más preciados recuerdos, guardan una foto con su máximo ídolo, Diego Maradona. Según escribió Gianna en su libro Mis mierdas (2016), el astro le puso Giannina a una de sus dos hijas por ella.
Pero tras aquel 1990, la cantante cayó en manos de la droga. Y estuvo literalmente coqueteando con la muerte hasta mucho tiempo después. En Mis mierdas contó: “Excepto la heroína, lo probé todo. Nunca estaba sin cocaína, viajaba con ella siempre”. Como la inmensa mayoría de los adictos, se dijo “yo puedo controlarlo”, mientras caía más y más. Un día, tras un concierto masivo, fue a drogarse al baño y se le cayó parte de cocaína en el inodoro. “La vi desaparecer en el agua y, mientras se derretía lentamente, a punto de meter las manos, me dije: ‘No puedo hacer esto, no puedo rebajarme así’”. Estuvo internada varias veces. Con el tiempo salió a flote. Formó una familia y a los 56 años fue madre por inseminación artificial. Actualmente, con 67, sigue cantando y llenando estadios.
Edoardo cultivó un perfil más bajo, aunque musicalmente, luego del Mundial de 1990, “agregó” 18 nuevos álbumes a los 14 que había registrado hasta aquel momento.
Un’estate italiana (versión completa)
Crédito: Sugar Music
Un’estate italiana (versión corta en vivo – fiesta inaugural de Italia ’90)
Crédito: A.J. Sport
Un’estate italiana (Un verano italiano)
Tal vez esta no sea una canción
para cambiar las reglas del juego,
pero quiero vivir así esta aventura.
Sin fronteras, con el corazón en la garganta
El mundo en un carrusel de colores,
y el viento acaricia las banderas.
Un escalofrío viene y te arrastra,
y desata un abrazo de locura
Noches mágicas, persiguiendo un gol,
bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más
Es un sueño que comienza de niño
y que parece tan lejano.
No es una fábula, y de los vestuarios
salen los muchachos, y somos nosotros
Noches mágicas, persiguiendo un gol,
bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más.
Noches mágicas, persiguiendo un gol,
bajo el cielo de un verano italiano.
Y en tus ojos, ganas de vencer.
Un verano, una aventura más.
Una aventura,
Una aventura más,
Una aventura,
¡Gol!