El 19 de noviembre de 1882, en una virgen y ventosa Plaza Principal (hoy Plaza Moreno), se llevó a cabo el acto oficial de inauguración de la Ciudad de La Plata, la urbe diseñada por el equipo del arquitecto, ingeniero y urbanista Pedro Simón del Corazón de Jesús Benoit. Desde la concepción, el destino de La Plata estaba claro y era netamente político: convertirse en la capital de la provincia de Buenos Aires y dejar liberada a la Ciudad de Buenos Aires para ser la capital de la República Argentina.
¿Por qué Dardo Rocha, el ideólogo de la ciudad cien por ciento planificada, eligió el sitio donde, desde aquel lejano día, se emplaza exactamente La Plata?, se preguntó el arquitecto, investigador y profesor de Historia de la Arquitectura de la UNLP, Esteban Casas, para iniciar una búsqueda minuciosa en bibliotecas, hemerotecas y archivos.
¿Y por qué esta pregunta? Porque si uno observa las vastas tierras que se hallaban principalmente al sur de la actual capital provincial, sobraba espacio para erigir la urbe sin tocar Tolosa y sin expropiar (al menos todas) las estancias que se expropiaron, explicó el catedrático a 90lineas.com, para aclarar que, a esos efectos, ese corrimiento tenía que ser “mínimo”.
Lo cierto es que La Plata no nació sobre la nada. “Se comió” más de la mitad de Tolosa, localidad fundada por Martín Iraola en 1871, y el mismísimo Dardo Rocha tuvo que mediar con productores agrícolas que llevaban una década trabajando y viviendo en el lugar.
Ahora bien, antes de ir al hueso de esta poco conocida historia, el trabajo del académico platense es una invitación irresistible a repasar algunas fechas claves del pasado remoto de la (hoy conocida como) Región Capital, pues ese recorrido nos llevará a comprender mejor porqué La Plata se emplazó donde se emplazó, así como la importancia que tuvieron, en ese sentido, accidentes geográficos y caminos que ya existían desde la época de la colonia.
En marzo de 1520, un año y fracción antes de su temprana muerte, el explorador portugués Hernando de Magallanes llegó al Río de la Plata e hizo escala en la Ensenada, para entonces una caleta que se transformaría en puerto natural, y en uno de los tres más importantes de la región junto con el de Buenos Aires y el de Montevideo. La relevancia del puerto natural de Ensenada está relacionada con la ubicación que, más de tres siglos después, tendría la ciudad de La Plata.
Tampoco es un dato menor que, hacia 1580, el también explorador y gobernante colonial español Juan de Garay realizó una importante subdivisión y distribución de tierras desde Buenos Aires hasta los Pagos de Magdalena, pasando, claro está, por la actual Región Capital. Con el tiempo, esto dio lugar a fincas, predios y estancias que, llegado el momento, hubo que expropiar para implantar la ciudad de Rocha y Benoit.
La segunda invasión inglesa y la importancia del albardón
En el año 1806, en su primer intento por hacerse con el Virreinato del Río de la Plata, los ingleses desembarcaron a la altura de Quilmes. Pero al año siguiente, como allí encontraron una fuerte resistencia, siguieron bajando y decidieron hacerlo en el puerto natural de Ensenada. Como suelen decir los españoles, la empresa no fue “soplar y hacer botella”: “Tuvieron que atravesar un importante trecho desde la línea de la costa hasta el albardón, pues esa gran franja estaba ‘inundada’ de bañados. Recién tras superar el albardón, ya en tierras altas, comenzaron su andadura en dirección norte, es decir, hacia Buenos Aires”, describió Casas.
Nace Tolosa
Fue en 1857 cuando Don José Gerónimo de Iraola Brid le compró a la familia López de Osornio una estancia delimitada -a grandes rasgos- por las actuales calles 3, 122, 38 y 66. Luego le alquiló al gobierno provincial tierras adyacentes para el pastoreo del ganado.
En el casco de la estancia, situada detrás de la tribuna Centenario (más conocida como “popular del bosque”) de la cancha de Gimnasia y Esgrima, se levantaba una majestuosa mansión -“extraordinaria” para la época- que a principios del siglo XX fue demolida sin que quedara ningún registro escrito ni fotográfico de semejante aberración.
Pero lo que aquí más nos importa es que, tras la muerte de Gerónimo Iraola en 1862, la estancia quedó en manos de su hijo, Martín Iraola, quien entre 1862 y 1877 hizo plantar un bosque artificial -el segundo en su tipo del país- que abarcaba una superficie aproximada de 250 hectáreas y que contaba con casi 100.000 ejemplares. Pero vale recordar que en 1871 Martín Iraola ya había fundado Tolosa, localidad que creció al mismo tiempo que los saladeros de Juan Berisso y que “recibió una importante cantidad de población desde Buenos Aires, pues ese año se declaró la fiebre amarilla y numerosas familias escaparon hacia el sur”.
Regresemos a la pregunta ¿Por qué se eligió el sitio que se eligió para emplazar a la ciudad de La Plata?
Pues bien, aquí hay que tomar en cuenta un elemento clave: el diseño de La Plata incluía al imponente bosque plantado por Martín Iraola. Así las cosas, citaremos un breve pero medular párrafo de la clase introductoria del ciclo lectivo 2020 del Taller de Arquitectura Pagani-Etulain (Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UNLP): “En el plano fundacional de la ciudad de La Plata, el Paseo del Bosque presentaba la forma de un trapecio con base en la avenida 1. El trazado era simétrico y regular…”
La expropiación de la estancia Iraola se llevó a cabo el 14 de agosto de 1882, tres meses antes del acto de inauguración de la ciudad, y en el decreto firmado por el entonces gobernador bonaerense, Dardo Rocha, se puede observar que la Provincia pagó más dinero por el bosque que por el casco de estancia.
tolosa la plata
Camino Blanco, Camino Real, Albardón y después…
Tenemos que viajar hasta tiempos coloniales, primero, y hasta por lo menos 60 años antes de la inauguración de la ciudad, después, para hallar caminos, rutas y accidentes geográficos que incidirían en la elección del lugar para levantar la urbe platense.
Esteban Casas nos remonta hasta los tiempos del Virreinato para contarnos que “es clave en esta historia el colonial Camino Real, que nacía en Cuzco (situada en el actual Perú y capital del Imperio Inca antes de la conquista) y llegaba hasta los Pagos de Magdalena, uniendo numerosas capitales. ¿Por qué es clave? Porque exactamente sobre el antiguo Camino Real se emplazó la avenida 1 de La Plata”.
En tanto, en 1822, Bernardino Rivadavia creó el Camino Blanco, o sea, el actual Camino Rivadavia que une Ensenada con La Plata. “Hubo dos hombres que le dieron la debida relevancia al puerto natural de Ensenada, Mariano Moreno y Rivadavia”, destacó. “El Camino Blanco terminaba justo en el vértice del cuadrado fundacional donde estaba Tolosa”, añadió.
Así, es posible inferir que La Plata no se corrió más al sur con el fin de evitar la mutilación de Tolosa porque quedaba desfasada del bosque, que era parte constitutiva de su diseño. Pero además, en el sitio exacto donde se implantó “la ciudad se recostó sobre el albardón” (actual avenida 122); quedó unida al vital puerto de Ensenada por el preexistente Camino Blanco; “apoyó” la avenida 1 sobre el antiquísimo Camino Real, y, como si fuera poco, entroncó con el ferrocarril, que bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento se había construido en 1872.
Un dato interesante es que el albardón coincide, a grandes rasgos, con la traza de la autopista La Plata-Buenos Aires. De hecho, viajando en esa dirección, se puede observar que a la derecha los terrenos son bajos e inundables, mientras que se elevan hacia la izquierda.
La invasión de La Plata a Tolosa
La traza original de La Plata se montó a tal punto sobre Tolosa que “se comió” más del 50% de la localidad fundada en 1871 por Martín Iraola. Esteban Casas, en un trabajo más que gráfico al respecto, superpuso el plano actual de la ciudad capital y el original de la localidad tolosana.
Allí se observa claramente que el diseño de Benoit “corta inclusive por la mitad la primera hilera de manzanas de Tolosa. De allí que para pasar de Tolosa al casco urbano platense por las calles 2, 3, 4, etcétera, hay que hacer una diagonal (como lo muestra claramente el siguiente mapa). En tanto que las calles de Tolosa debieron ‘duplicarse’ en 2, 2 bis, 4, 4 bis, etcétera”.
En el momento de la fundación, Tolosa ocupaba un gran rectángulo delimitado por las actuales calles 6, 117, 532 y 528 (en 1 y 528 estaba la estación del ferrocarril, desde donde salía una formación hacia la Plaza Principal -luego Moreno- y otra hacia Ensenada).
Si tomamos en cuenta el plano original de Tolosa, La Plata “le robó” una superficie de 4 manzanas por 11 manzanas; si en cambio tomamos el plano actual de la capital de la provincia de Buenos Aires, “invadió” 4 manzanas por 8 manzanas.
¿No hubo problemas? Sí, los hubo. Y Dardo Rocha tuvo que intervenir. De ello dio cuenta el diario El Argentino, en una nota donde la justificación estuvo en boca de Andrés Sarmiento, un habitante de Tolosa que fue testigo de la fundación de la capital bonaerense.
La crónica sobre el conflicto La Plata-Tolosa
El gran desafío que implicó la demarcación y preparación de la escena fundacional de la futura Capital hizo que Dardo Rocha viajara desde la ciudad de Buenos Aires en varias oportunidades a visitar las obras que allí se desarrollaban. Su presencia resultó fundamental para la toma de decisiones, agilizar las autorizaciones, pagos a jornaleros y empresas que prestaban sus servicios. La casona levantada en el corazón del bosque de La Plata fue la morada del gobernador en cada una de sus incursiones por las Lomas de Ensenada, desde allí y a caballo se dirigía a cada obrador para solucionar inconvenientes que requerían de su presencia.
Andrés Sarmiento y Don Vicente Isnardi fueron protagonistas y testigos presenciales de situaciones en las que Dardo Rocha tuvo que intervenir en momentos previos a la fundación de la ciudad de La Plata. Ambos personajes son entrevistados para el cincuentenario de la Capital bonaerense y expresan sendas anécdotas que se transcribieron en el periódico local El Argentino.
La primera de ellas la relata el propio Sarmiento, testigo de la fundación de la ciudad de La Plata, en oportunidad de la celebración del cincuentenario de la misma, allí expresa los inconvenientes suscitados a raíz de la expropiación de tierras para la futura capital.
“Instalado el gobierno, costó un poco de trabajo desalojar a muchos chacareros instalados en lo que hoy es el pleno centro de la ciudad -narró-. El gobernador Rocha, que era un hombre muy político y muy gentil, no quiso que el asunto provocara resistencia y, entonces, lo resolvió en una forma expeditiva total. Conversó con esos agricultores que no se impresionaban por las disposiciones de la ley y que, con un criterio patriarcal y simplista, se creían con derecho a seguir usufructuando sus chacras. Se le dio al efecto a aquellos, solares de tierra, situados en los suburbios, que fueron aceptados sin protesta”, aseguró.
Fotos, mapas y documentos: gentileza del arquitecto y profesor (UNLP) Esteban Casas, excepto la fotografía de apertura, obra de Tomas Bradley (gentileza de Carlos Rango).
Artículo relacionado: