– Mi nombre es Alberto Kornblihtt.
– Soy Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires e Investigador Superior del CONICET.
– Mi especialidad es la Biología Molecular.
– Soy miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU fundada por Lincoln.
– De la Academia de Ciencias de Francia, fundada por Colbert (un economista dirigista, no liberal, de los tiempos de Luis XIV).
– De la Academia Brasileña de Ciencias.
– De la Academia Nacional de Ciencias de Argentina con sede en Córdoba fundada por Sarmiento.
– De la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que preside el geólogo Víctor Ramos, el científico más citado del país.
– Acabo de presidir el jurado de los premios KONEX en Ciencia y Tecnología que reconocieron a 105 científicos y aquí está el Dr. Jorge Geffner que recibió el Platino por su contribución a la pandemia.
– Todos estos laureles los conseguí trabajando en el país. Ni estudié ni trabajé en el extranjero (salvo por 3 años de postdoctorado en Inglaterra) sino en instituciones públicas, de la primaria al doctorado. La producción científica reconocida es la hecha en Argentina, habiendo dirigido 21 tesis doctorales aquí.
– Los científicos estamos preocupados desde que el entonces futuro presidente Milei dijera por TV que cerraría el CONICET porque los científicos no producimos nada.
– Preocupados por medidas que caracterizamos como «una condena de muerte a capacidades nacionales que son fundamentales para las posibilidades de desarrollo a futuro» (ver nota Científicos advierten al Congreso: “El DNU puede ser una condena a muerte”).
Me refiero a la Derogación de la Ley de Tierras 26.737, modificaciones a la Ley de Glaciares 26.639 y a la Ley de Bosques Nativos 26.631 y en la Ley de Protección Ambiental para Control de Actividades de Quema 26.562.
Todas para dar ventajas al capital privado en detrimento de la preservación del ambiente y los recursos naturales. Y de eso tenemos los mejores ecólogos del mundo que, por supuesto, no fueron consultados.
«Cesión de soberanía nacional sin precedentes»
Estas medidas representan una cesión de soberanía nacional sin precedentes, y una amenaza existencial a la seguridad y a las posibilidades de desarrollo económico, social y cultural de la Argentina.
– Preocupados porque entre las empresas que se propone vender se encuentran, además de YPF y Aerolíneas, ARSAT, EDUCAR, Polo Tecnológico Constituyentes, Radio y Televisión Argentinas. Sectores ciertamente estratégicos para el país.
– Preocupados no sólo por la eliminación del MINCYT sino por el vaciamiento de sus funciones y desfinanciamiento.
– Preocupados por la habilitación a la intervención de organismos autárquicos como el CONICET y otros del sistema de CyT como Parques Nacionales, Instituto Malbrán, INTI, INTA, Comisión de Energía Atómica, Banco Nacional de Datos Genéticos, Servicio Meteorológico Nacional, Agencia de promoción de CyT, cosa que cualquier gobierno podría hacer sin necesidad de un nuevo instrumento jurídico, ahora aparece como una clara amenaza: si reclaman, si no echan, si no ajustan, los vamos a intervenir.
– Con la única afirmación de que se repetirá el presupuesto 2023, el CONICET no podrá pagar salarios ni becas más allá de junio. Sin fondos actualizados para mantenimiento de los 300 institutos y los programas de investigación de 10.000 investigadores, no se podrán comprar insumos para las investigaciones, en su inmensa mayoría importados. De hecho, ya no se puede.
– La licuación por el ajuste y la galopante inflación de los montos de becas y salarios de los investigadores, técnicos y administrativos de CyT, todos obtenidos por rigurosos concursos y evaluación por pares, está ya llevando, sin perspectivas de reversión por parte de las autoridades, a la pauperización de los trabajadores del sector.
La gran falacia liberal
– Más allá de la famosa frase del Nobel argentino Bernardo Houssay de que La ciencia no es cara, lo que es cara es la ignorancia, quisiera decir que en ningún país del mundo la investigación básica de riesgo es financiada por el sector privado.
Simplemente no les interesa, les resulta cara, pero usan la investigación académica estatal como insumo irremplazable para sus desarrollos tecnológicos comerciales. Es el Estado el promotor y emprendedor, como dice Mariana Mazzucatto. Y ejemplos hay miles, desde la internet y la pantalla táctil hasta las vacunas contra el COVID y los fármacos de última generación contra el cáncer y enfermedades hereditarias.
En fin, los científicos y tecnólogos argentinos somos parte de un Estado virtuoso, trabajador y comprometido con el país. La pandemia ha sido un buen ejemplo de nuestra contribución. Pero no somos ingenuos ni nuestro reclamo es corporativo. Vemos claramente los intentos de gobernar por decreto y con la suma del poder público y de destruir el Estado y, como trabajadores y ciudadanos, no podemos mirar para otro lado. No desconocemos el resultado de las elecciones pero sabemos que una cosa es la legitimidad del acceso al poder y otra muy distinta es la legitimidad del ejercicio del poder. Por otra parte, así como no se puede desconocer las elecciones presidenciales, tampoco se pueden desconocer los resultados de las legislativas, de modo que piensen en la voluntad de sus votantes, no en negociar con el ejecutivo.
Creemos imprescindible garantizar el cumplimiento de la Ley de Financiamiento de CyT 27.614 (1% al 2033), aprobada por unanimidad, de las leyes como la 27.685 que promueven la actividad de nano y biotecnología, de la 27.506 de economía del conocimiento y la más reciente 27.738 del Plan 2030 de CyT.
Quisiéramos que reflexionen que el desfinanciamiento del sistema de CyT es equivalente a dejarlo morir, a interrumpir carreras académicas de jóvenes con títulos universitarios que decidieron aportar y apostar a nuestro país y que su recuperación llevaría décadas.
Recientemente, el señor Benegas Lynch, referente del actual gobierno, dijo públicamente que «vamos a sufrir». Creo que equivocó la persona del tiempo verbal. No es la primera sino la tercera persona del plural que debió usar. Lo que quiso decir es «van a sufrir». Los sectores económicos que él representa, a los que beneficia este gobierno, y la clase a la que pertenece, no van a sufrir. Son los que siempre ganan o, como mucho, nunca pierden. Los que van a sufrir son los trabajadores, formales e informales, y en particular los estatales, los jubilados y el pueblo en general, agravado por el avasallamiento a derechos laborales fruto de conquistas históricas.
Por eso pido a los legisladores que, antes de votar, piensen a quiénes realmente hará sufrir cada una de las cientos de disposiciones de los perversos proyecto de ley ómnibus y DNU, porque como he dicho en mi exposición en este congreso en el debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo, lo que está haciendo este gobierno, no, no, no está bien, está mal.
Fuente: Página 12