El 2 de diciembre de 2019, el hombre se preguntó: “¿Qué tipo de capitalismo queremos?” Y, a manera de introducción, dijo que “la desigualdad, la emergencia climática, la pobreza y las crisis bancarias han dado paso a una nueva corriente que clama por reformas profundas en el sistema”. Luego, afirmó que la pregunta “¿Qué tipo de capitalismo queremos?” tal vez sea “la que defina nuestra era”.
En el artículo, publicado en el diario El País de España, uno de los más prestigiosos del mundo y el más leído del planeta en habla hispana, describió tres modelos de capitalismo: “El capitalismo de accionistas” surgido en EEUU en los ’70, donde el principal objetivo de las empresas es la rápida obtención de beneficios para sus dueños y accionistas sin importar nada más, y lo calificó como insostenible porque “descuidó el hecho de que una empresa es un organismo social además de un ente con fines de lucro”.
Luego habló del “capitalismo de Estado” que “tiene una visión a largo plazo y ha cosechado éxitos últimamente, sobre todo en Asia. Pero, si bien encaja en una fase del desarrollo, debería evolucionar a lo largo del tiempo hacia el capitalismo de las partes interesadas con el fin de garantizar que no se corrompa”.
Y por último destacó -y se inclinó por- el capitalismo de las partes interesadas, “un modelo al que me referí por primera vez hace medio siglo -recordó-. Este modelo representa la respuesta más acertada a los desafíos sociales y ambientales de nuestros días”, puntualizó. ¿Qué es el capitalismo de las partes interesadas? Una forma de capitalismo en la que las empresas “buscan la creación de valor a largo plazo teniendo en cuenta las necesidades de todas sus partes interesadas: dueños, accionistas, proveedores, gobierno -o sea, Estado- y la sociedad en general”.
Greta
Y aquí viene una parte sustancial. El hombre se hace otra pregunta: ¿Qué nos hizo ver que el capitalismo de accionistas ya era inviable pues las empresas son organismos sociales además de entes con fines de lucro? Y subrayó: “Primero vino el efecto ‘Greta Thunberg’. La joven activista sueca por el medio ambiente nos recordó que el sistema económico actual constituye una traición a las generaciones futuras por el daño ambiental que provoca. En segundo lugar, y en línea con lo anterior, los millennials y la generación Z ya no quieren trabajar para invertir en o comprar en empresas que no se rijan por unos valores más amplios. Y por último, cada vez son más los ejecutivos y los inversores que empiezan a comprender que su éxito a largo plazo depende también del éxito de sus clientes, empleados y proveedores”. Nacieron así los conceptos de empresas con responsabilidad social y de cooperación público-privada. La pandemia y la guerra, que iniciaron luego de la publicación de este artículo, profundizaron esa visión: el mercado no puede con todo y hasta los países más desarrollados del orbe requieren de un Estado que se ocupe de, por caso, la educación y la salud de calidad para todos.
«La joven activista sueca por el medio ambiente, Greta Thunberg, nos recordó que el sistema económico actual constituye una traición a las generaciones futuras por el daño ambiental que provoca», dijo en 2019 el creador del Foro de Davos, Klaus Martin Schwab. En tanto, Milei, ante el estupor y asombro de todos los presentes, desmereció y hasta definió como «un peligro» la lucha contra el cambio climático
¿Quién?
¿Quién escribió este artículo? Para Milei, sin lugar a dudas, uno de los tantos comunistas que hoy ponen en peligro a Occidente. En absoluto: lo firmó Klaus Martin Schwab, el economista y empresario alemán que en 1971 creó el Foro Económico Mundial -que una vez al año se reúne en la exclusiva ciudad suiza de Davos-, una “organización sin fines de lucro dedicada a la cooperación mundial” y, más tarde, “una asociación mundial que reúne a los principales líderes empresarios, políticos e intelectuales” del planeta, además de los titulares de los organismos internacionales.
¿Qué habrá sentido Klaus Martin Schwab cuando este miércoles 17 de enero el presidente de la República Argentina, autodefinido anarco-capitalista o liberal libertario, dijo ante la élite de la dirigencia planetaria, que por supuesto incluía a destacados hombres de Estado, “no hay diferencias sustantivas. Socialistas, conservadores, comunistas, fascistas, nazis, socialdemócratas, centristas. Son todos iguales. Los enemigos son todos aquellos donde el Estado se adueña de los medios de producción”, como contó la enviada especial del diario La Nación, Luisa Corradini, para describir que la audiencia quedó “con la boca abierta, una audiencia que contrariamente a lo esperado no llenó el gran auditorio del Foro, donde la mitad de las banquetas quedaron vacías”.
Los Ángeles Times: «Milei afirma en el Foro de Davos que los líderes del Occidente están cooptados por el socialismo»
El meteorito
Quizás, Klaus Schwab habrá pensado que el meteorito dejó en pie a un dinosaurio, y que éste, con apariencia humana, se presentó a las presidenciales de Argentina en 2023 y fue votado por el ¡55 por ciento de la población!
Imagino a la colega Corradini, enviada del diario liberal por excelencia del periodismo argentino, hablando por teléfono a Buenos Aires y diciéndoles a los editores de La Nación: “Por favor, no me pidan que la dibuje porque es imposible. Fue un papelón sin precedentes”.
Y es que ella consultó a diplomáticos, empresarios y líderes políticos del mundo desarrollado, quizás ruborizada, quienes le dijeron cosas por el estilo: “¡Bizarro! ¡Con él no se salva nadie! (empresario británico)”; “Es un delirio absoluto” (periodista alemán que no conseguía creer lo que acababa de escuchar).
“Otros dos puntos causaron estupor y asombro: la afirmación de que el sojuzgamiento de la mujer es un invento de los enemigos de la libertad, así como el peligro que representa la defensa del medioambiente”, añadió Corradini. Ya vimos lo que opina sobre esos temas el propio creador del Foro de Davos.
De otro mundo
Pero hay más. Mucho más. “Quiero creer que Milei vive en un mundo que no es el nuestro. Por eso llega a conclusiones tan extremas”, opinó un asistente húngaro. Y continuó la colega: “A medida que los conceptos (de Milei) se volvían más radicales, se oían algunas risas. ¿De sorpresa, de incredulidad, de fascinación? Imposible decir. Lo seguro es que parte de su discurso, sobre todo el que dedicó a trazar la historia de la economía mundial y los éxitos incomparables del capitalismo empresario, no consiguieron transmitir el encanto de esa fabulosa capacidad de comunicador que tiene el nuevo presidente”. Como decimos en la jerga: la arregló un poquito Corradini teniendo en cuenta la editorial del diario para el que trabaja. Pero a medida que hablaba con otros asistentes, la cosa empeoraba.
Milei trazó una línea del producto bruto per cápita “desde el año cero hasta el año 1800”. No hace falta aclararle, ni siquiera a un alumno de primaria, que desde el año cero en adelante y hasta muy avanzado el siglo XX no hubo estadísticas confiables a nivel mundial
“Me hubiera encantado que viniera con la motosierra”, bromeó un periodista francés, después de opinar que, después de esa intervención, serían poquísimos los dirigentes políticos que quisieran sacarse una foto con él. Y así fue.
Y llegó el turno de un neerlandés. “Ahora estoy empezando a comprender”, reflexionó un diplomático de Países Bajos con circunspección. “El enemigo del presidente Milei no es el comunismo, que tal vez sería perfectamente comprensible. Somos todos aquellos que defendemos algún modo de regulación de las brutalidades del mercado. Todos, moderados o no, deberíamos ir al infierno con ‘los nazis, los fascistas y la extrema izquierda’… ¡Nunca escuché nada igual!”, disparó.
Un final como si estuviera en un acto partidario para las PASO
El final de la intervención de Milei, dedicado especialmente a los empresarios, sí tuvo el efecto de un electroshock: “No se dejen amedrentar por la casta política (vale recordar que en Davos hay decenas de líderes políticos de naciones desarrolladas). Son ustedes los héroes. Que nadie les diga que su misión es inmoral. No cedan al avance del Estado. No es la solución. El Estado es la causa. ¡Y viva la libertad, carajo!”. “Too much. Too much for me” (Demasiado. Demasiado para mí), dijo a La Nación otro de los asistentes, meneando la cabeza de un lado para el otro.
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Desde España, sin amor
En un durísimo editorial, El País de España dijo que “El discurso de Milei hizo fuerte hincapié en la defensa del ‘capitalismo de libre empresa’ como la ‘única herramienta que tenemos para terminar con el hambre, la pobreza y la indigencia’, e incluso aseguró que ‘Occidente está en peligro’. Además, apuntó contra el socialismo en varias oportunidades”.
A propósito, justo después de Milei habló el presidente socialista español Pedro Sánchez, quien dio cátedra hablando en el nuevo tono que viene cultivando Davos desde la pandemia y la guerra: la cooperación público-privada porque nadie se salvará solo.
«Fue recibido con entusiasmo en el corazón del capitalismo, el foro de Davos, como un gran defensor del mercado, palabra sagrada para los ejecutivos, pero rápidamente las caras empezaron a cambiar en la sala en cuanto Javier Milei empezó a hablar», dice el artículo de El País. Para agregar que “solo hubo aplausos tímidos al final, muchos de ellos desconcertados”.
«El presidente argentino abroncó (avergonzó) a todos los líderes del mundo, y especialmente a los organismos internacionales, también presentes en la sala. Milei lanzó una visión apocalíptica del mundo, según él, en manos del socialismo en todo el planeta», subraya la nota.
Sentencia luego: “La defensa del capitalismo y del mercado que hizo el mandatario fue apocalíptica y fundamentalista, una posición que ni siquiera se asume en Davos, en donde todas las empresas presentes están acostumbradas (como dijimos al citar al mismísimo creador del foro) a las colaboraciones público-privadas que reivindican otros presidentes, como el español, Pedro Sánchez», que habló justo después, remarcó el medio.
¿Cómo lo digo?
El experimentadísimo y respetadísimo periodista especializado en economía, Alfredo Zaiat, inició su crónica con un -me animo a decir inédito- planteo ético-profesional, al preguntarse: “¿Cómo analizar la presentación si el contenido de cada una de las 18 páginas que leyó en castellano provoca vergüenza ajena a cualquiera que abraza la rigurosidad analítica, histórica, filosófica, económica y política? Más aún cuando algunos conceptos expresados por Milei, en la primera exposición como Presidente de la Nación en un escenario internacional, son la repetición de su participación en el evento TEDx San Nicolás titulado ‘La estruendosa superioridad del capitalismo’, en noviembre de 2018”.
“La exposición de Milei generó sorpresa entre quienes lo escucharon -reiteró Zaiat-. El estupor apareció porque, como si en el próximo encuentro con el Papa Francisco quisiera enseñarle cómo debe oficiar la misa en latín en el Vaticano, fue a Davos a decirles a los reyes del capitalismo global como ser capitalistas”.
Más delirios y mentiras
- «Milei porfía en que Argentina fue la primera potencia mundial y, cuando abrazó ‘el colectivismo a lo largo de los últimos cien años’, retrocedió al puesto 140 del mundo. El equipo de Chequeado analizó esta afirmación para concluir que ‘es falsa’. El estudio detalla que, según la base Maddison, la serie de datos históricos sobre desarrollo económico más confiable y la única con datos anteriores a 1900, la Argentina comenzó el siglo XX en el puesto 13 entre 45 países relevados (según el PIB per cápita medido en Paridad del Poder Adquisitivo -PPA-) y no en el primero. Para agregar que actualmente, utilizando la misma base y cantidad de naciones, Argentina se ubica en el puesto 30 y no en el 140. Es una mentira de Milei utilizada en varias oportunidades como candidato, pero decirla como Presidente al establishment empresarial y político global tiene otras consecuencias» (Alfredo Zaiat, Página 12).
- «No solo que el capitalismo generó una explosión de riqueza desde el momento en que se adoptó: para el año 1800 cerca del 95% de la población mundial era rico. El capitalismo va a terminar con el hambre» (Ámbito Financiero).
- «De la misma forma (Milei) apuntó contra la agenda ambiental y declaró que ‘lo más cruel’ de estas demandas es que ‘los países ricos, que se hicieron ricos explotando legítimamente sus recursos naturales, ahora pretenden expiar sus culpas castigando a los países más pobres impidiéndoles desarrollar sus economías por un presunto crimen que no cometieron’. Al concluir, el presidente calificó estas ideas como neo-marxistas y advirtió que las mismas se introdujeron en la sociedad gracias a ‘la apropiación de los medios, la cultura, las universidades y los organismos internacionales’, advirtiendo que este último es el más grave ya que cuenta con poder para influir políticamente» (Tiempo Argentino).
Estamos en manos de nadie. Y no es broma.
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