Nico y Lamine.- Junio de 2006. Copa del Mundo en Alemania. El líder del ultraderechista Frente Nacional de Francia, Jean-Marie Le Pen (padre biológico y político de la actual lideresa ultraderechista del país galo, Marine Le Pen) aseguró que los franceses no se sentían «completamente representados» por su selección de fútbol porque el seleccionador «ha exagerado la proporción de jugadores de color». Y se mostró “consternado” porque el arquero Fabien Barthez y Zinedine Zidane no cantaban La Marsellesa (himno francés).
Pasaron los años. El Frente Nacional pasó a llamarse Reagrupamiento Nacional (RN) y Marine Le Pen adoptó un discurso un tanto “retocado” por sus cráneos de campaña para hacer olvidar a su padre, un fascista sin vueltas. Hace muy poco, todas las encuestas decían que RN ganaría cómodamente las elecciones francesas y que impondría al primer ministro. Pero se dio un tremendo batacazo que los encuestólogos no registraron en la previa: tras ganar la primera vuelta, RN quedó tercero en el balotaje como consecuencia de un aluvión de nuevos votantes que fueron a las urnas para evitar un gobierno extremista; y se impuso la izquierda.
Durante la disputa de la Copa Europa, el crack francés Kylian Mbappé aprovechó una conferencia de prensa para arengar a los franceses sobre las terribles consecuencias de un posible triunfo ultraderechista en la segunda vuelta: “Creo que más que nunca hay que ir a votar. No podemos dejar nuestro país en las manos de estas personas. Es urgente. Vimos los resultados, fueron catastróficos. Esperamos realmente que cambie y que todo el mundo se movilice para votar y que vote al lado bueno”.
Marine Le Pen salió a decir que Mbappé no representaba a los franceses de origen inmigrante porque él era millonario y no cobraba el salario mínimo (como si a la dirigente política le importaran realmente los inmigrantes). Lo cierto es que muchos otros jugadores y artistas salieron a movilizar a la población, y Le Pen quedó en tercer lugar.
Marine Le Pen fue una de las asistentes al acto de la ultraderecha europea que se hizo en España en mayo. Organizado por los franquistas de Vox y con la presencia de la presidenta neofascista italiana Giorgia Meloni, entre otros, ese show ultra contó con la presencia del presidente argentino Javier Milei, quien insultó al gobierno socialista español y provocó que se terminaran las relaciones bilaterales entre España y Argentina. Le Pen lo aplaudió.
Hablando de España y de la Copa Europa, más allá del resultado de la final que se jugará el domingo 14 de julio entre la selección ibérica e Inglaterra (donde hace poco también se impuso la izquierda tras 14 años de gobiernos conservadores-thatcheristas), las grandes figuras del equipo de Luis De la Fuente son Lamine Jamal (16) y Nico Williams (21), jugadores del Barcelona y del vasco Athletic de Bilbao, hijos de tremendas historias de inmigración con finales felices que vale la pena conocer.
Para ello reproducimos el artículo que escribieron para BBC News Mundo los periodistas Darío Brooks y Margarita Rodríguez, con la colaboración de Carlos Serrano.

Nico Williams y Lamine Yamal son como dos hermanos en la selección española de fútbol.
El primero cumplió 22 años el viernes 12 de julio; el segundo, 17 el sábado 13 de julio de 2024.
Ambos provienen de familias de migrantes de África que han hecho suya la camiseta roja. Se acompañan y se cuidan fuera de las canchas.
Cuando están en el terreno de juego, como en esta Eurocopa 2024, dan muestra de que no solo son el futuro sino el presente de la selección española, que el domingo 14 de julio de 2024 disputará la final del torneo europeo en Berlín ante Inglaterra.
Los dos atacantes brillaron en los octavos de final con una victoria por 4-1 ante Georgia y de nuevo en las semifinales, donde Lamine anotó un golazo para la victoria 2-1 sobre Francia convirtiéndose así en el jugador más joven en anotar en un campeonato europeo.
Su conexión en la cancha es clave para el éxito de España, que busca su cuarto título continental.
Fuera del campo son grandes amigos, y se les ve haciendo divertidas coreografías en TikTok.
Son inseparables, símbolos también de un país transformado en las últimas décadas por la migración.
“Son un orgullo para España, son el paradigma positivo de la nueva España”, le dice a BBC Mundo el profesor Moisés Ruiz, experto en Liderazgo y Comunicación de la Universidad Europea.
“Son dos jóvenes españoles con una historia familiar de esfuerzo y dificultad. Son hijos del agobio, dos modelos de humildad y talento”, indica Ruiz.
Pero, ¿cuál es la historia de estos jugadores y cómo llegaron a convertirse en superestrellas?

Una vida mejor
Nico y su hermano mayor, el también futbolista del Athletic de Bilbao Iñaki Williams, nacieron y se criaron en España.
Su historia habla de esperanza, migración, sufrimiento, mucho trabajo, determinación y solidaridad.
María, la madre de ambos, estaba embarazada de Iñaki cuando salió junto a su esposo, Félix, desde Ghana para buscar una vida mejor en Europa en 1994.
Acabaron recorriendo a pie la mayor parte del viaje, incluido un paso por el desierto del Sahara. Años después, el mismo Nico le contaría a un medio español que su madre hizo parte del recorrido “descalza”.
La pareja llegó al enclave español de Melilla, en el norte de África, y para ayudarles a conseguir asilo político, les recomendaron que dijeran que huían de un país en guerra y dijeron que venían de Liberia, un país entonces asolado por el conflicto.
“Durante muchos años, creí que venían de Liberia. En ese entonces yo pertenecía a un grupo de atención de Cáritas para inmigrantes”, le cuenta a BBC Mundo Iñaki Mardones Aja.
El entonces sacerdote, ahora laico que trabaja en el servicio de atención religiosa católica del hospital Marqués de Valdecilla de Santander, cuenta que en esa época el gobierno repartió a un grupo de inmigrantes que estaban en Melilla por distintas partes de España.
«Los padres de Nico llegaron a Bilbao de mano de Cáritas de Bilbao. Como yo sabía inglés, me pidieron que estuviera en el grupo, así que los fui a recoger en la estación (de tren). En el informe colocaron que tenían un 5 en castellano y les empecé a hablar en castellano, pero pusieron una cara de extrañeza. Les hablé en inglés y se tranquilizaron».

«Un honor»
Mardones cuenta que los primeros días estuvieron en una pensión, pero después se les habilitó un apartamento.
En una ocasión, los fue a visitar para ver cómo se encontraban cuando María, embarazada, le dijo que tenía unas molestias.
Mardones no lo pensó dos veces: “Le digo: ¡Vamos al hospital!. Así lo hicieron y, tras ser examinada, les informaron que tenía poca dilatación”.
Mardones acompañó a Félix (el padre) a la cafetería, y poco tiempo después les avisaron que había nacido el niño. Se llamó Iñaki, como el religioso que los atendió en todo momento, quien confió: “Que te digan si le pueden poner tu nombre a un crío que va a nacer siempre es un inmenso regalo, un gran honor, y que luego ese chaval llegue adonde ha llegado es tremendo”.
«Hay quienes siguen criticando la migración, siguen criticando que se les dé ayuda a estas personas» (Joan Vehils, periodista español)
A los padres se les consiguió un trabajo en una granja, y cuando llegó el momento de escolarizar a Iñaki se fueron a la ciudad de Pamplona.
Allí nació, en 2002, el menor de los Williams, Nicholas Williams Arthuer, con ocho años de diferencia de su hermano. Es quien hoy lleva la camiseta de España con el nombre Williams Jr.
«Mis padres arriesgaron sus vidas para que nosotros, mi hermano y yo, tuviéramos un futuro mejor. Y lo consiguieron. Siempre agradeceré lo que mi padre y mi madre hicieron por nosotros: son luchadores, nos inculcaron el respeto, el trabajo duro, todos los días, que nadie te regala nada”, dice Nico.
«La verdad es que estoy muy orgulloso de poder tenerlos como padres, y trato de hacer todo lo posible para que ellos se sientan orgullosos de tenerme como hijo», agrega.

Hermandad a prueba de todo
Sin buenas opciones de trabajo para mantener a su familia, Félix Williams -el padre de Iñaki y Nico- se mudó a Londres para trabajar y enviar dinero a casa.
Limpió mesas en el área de comida de un centro comercial del barrio de Chelsea, e incluso trabajó como guardia de seguridad en las entradas del estadio del Chelsea FC.
Estuvo fuera de casa 10 años -luego volvió a Bilbao- durante los cuales Iñaki se convirtió en un padre para Nico, mientras su madre tenía hasta tres trabajos a la vez para sacar adelante a su familia.
El hermano mayor recogía a Nico en el colegio y le daba algo de comer al salir de clase. También le decía cómo debía comportarse si quería triunfar como deportista de élite.
«Para mí es un referente, lo es todo para mí», dice Nico sobre Iñaki. «Nos ha ayudado a mis padres y a mí a poder comer, a poder ir a clase, a poder vestirme”.
«Me corrige, me aconseja, siempre lo ha hecho en realidad, pero nos llevamos muy bien. Es mi hermano, pero también hace un poco de padre».
Lamine, el niño prodigio
Los padres de Lamine Yamal (sus dos nombres de pila) también emigraron de África.
Mounir Nasraoui nació en Marruecos, mientras que Sheila Ebana en Guinea Ecuatorial. Ambos se establecieron a las afueras de Barcelona.
“Cuando nació mi hijo, sabía que iba a ser una estrella”, dijo con orgullo Nasraoui a los reporteros antes de la final de la Eurocopa de este domingo 14 de julio de 2024.

La familia se mudó al barrio obrero de Rocafonda, con una gran población migrante, lo cual es un orgullo para el joven y sus padres: “Este barrio es el mejor del mundo y el mejor de España porque todos somos iguales y nos queremos todos”, dice el padre.
Siendo aún un bebé, Lamine tuvo un encuentro con una de las mayores figuras del fútbol mundial, Lionel Messi. El astro argentino tenía apenas 20 años y participó en una campaña de beneficencia de Unicef. Posó con un bebé, Lamine Yamal, en el estadio del FC Barcelona.
“Es una coincidencia en la vida. O una bendición de Lamine a Leo, la verdad que no lo sé», bromea el padre de Lamine.
Fue en Rocafonda, un barrio obrero alejado del turismo de Barcelona, donde inició la historia futbolística de la aún joven estrella. Comenzó jugando en una cancha de concreto.
“Es un caso especial. Siempre iba al polideportivo a jugar, con todos, con chavales de 7 o de 15, 17 y 18 años. Y sí, ha madurado antes que los demás y estoy orgulloso de todo el que ha aportado”, dice su padre.
Futuro brillante
Al ver su talento, fue llevado a probarse al Barcelona y fue aceptado en La Masía, la casa club del club azulgrana donde también se formó Messi como futbolista y donde tuvo un dormitorio, alimentación, educación y desarrollo futbolístico.
«Lo recuerdo como un niño que era muy consciente de su talento. En el deporte, la gente con talento tiende a ser muy egoísta, pero Yamal no», le dijo Iván Carrasco, quien lo entrenó en categorías inferiores, al columnista de BBC Sports Guillem Balagué.

«Vi a un niño generoso que no buscaba reconocimiento. Como entrenador a veces pensabas: ‘¿Qué puedo enseñarle, si hace cosas que ni yo me imagino desde el banquillo?’”, recoge Balagué en la columna sobre Lamine Yamal.
“Cuanto más cerca estás de Lamine, más te das cuenta de que la etiqueta de ‘decisivo’ se queda corta. Es un futbolista muy, muy especial».
Los récords cayeron uno tras otro. Se convirtió en el más joven en jugar en el Barcelona, con 15 años y 290 días.
Con 16 años y 57 días se convirtió en el jugador y goleador más joven de España. Y en esta Eurocopa fue el más joven en marcar un gol (golazo) en la historia del campeonato.
Y más allá de la fama, en sus celebraciones siempre está el recuerdo de su barrio, Rocafonda, marcando con los dedos de la mano el número 304, el código postal del lugar. Lamine está orgulloso de sus raíces.
“La virtud no solo la lleva calzada en el pie izquierdo. Cada gol es un suspiro de libertad, de convivencia y de amor a la diosa fortuna. Socialmente representa el valor del compromiso; es un alegato contra el racismo y contra la xenofobia”, señala el profesor Moisés Ruiz.
Para Joan Vehils, director del diario deportivo barcelonés Sport, la historia de Lamine también va más allá del fútbol.
“Hay quienes siguen criticando la migración, siguen criticando que se les dé ayuda a estas personas», le dice Vehils a BBC Mundo.
«Yo creo que mucha gente se dará cuenta de que, en la medida de lo posible, que los países se ayuden unos a otros da este resultado: convertir a un chaval español, pero no de procedencia española, en alguien integrado perfectamente».
«En este caso muchos se tienen que callar la boca porque el fruto de su trabajo da una alegría a los españoles», opina Vehils.
Nota completa de BBC News Mundo – Otras fuentes consultadas: AS y okdiario.com

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