Comencemos esta nota con un relato de Virginia Abrantes Ferreyra titulado «Su mal invisible»:
«Un par de manos con un jabón comienzan una danza frenética y desesperada bajo el grifo abierto, refregándose entre sí sin poder parar, intentando sacar toda contaminación que puedan llegar a tener. Apresurada deja el jabón, se enjuaga y seca sus manos, está a punto de conseguir su ansiada libertad, sin embargo de repente el pensamiento vuelve sin pedir permiso, como un yunque que es tirado desde el vacío entra en su mente. Que hago, piensa ella, vuelvo o me voy, bueno me va a tomar unos minutos nada más, lo voy a hacer cortito. Qué gran mentira, su mente la engaña de nuevo y cayó otra vez en la trampa. Es que Brisa tiene TOC (Transtorno Obsesivo Compulsivo).
Al llegar tarde al colegio el silencio se instala cuando Brisa ingresa al aula. Perdón, dice en tono bajo y se dirige a su banco. Tres compañeros en el recreo se acercan y comienzan a molestarla sin pensar en el TOC que la afecta ni en nada que ella pueda estar padeciendo, Brisa ya conociendo sus cargadas habituales decide ignorarlos una y otra vez…»
Apodos que denigran, empujones, malos tratos son algunas de las cosas que muchos niños, niñas y/o adolescentes sufren habitualemte en las escuelas por parte de sus compañeros. Esto puede pasar también en clubes o entre amigos de barrio, es decir los lugares donde ocurren las interacciones sociales.
Todo aquello que me molesta, me hace sentir avergonzado y/o humillado, eso es acoso. Y es importante diferenciar si el acoso viene desde un adulto, lo cual lo complejiza y lo vuelve más grave, o si viene de un par niño o adolescente.
Aunque cueste decirlo, lo cierto es que muchos docentes y/o profesores son testigos de acoso o bullying y no hacen nada para prevenirlo y evitarlo, seguramente no por mala voluntad sino porque desconocen cómo abordarlo. Los adultos debemos implicarnos en esto, tomar posición y como docentes llevar esta problemática (si ocurre en nuestras instituciones) a instancias superiores, es decir poner al tanto a directivos para que tomen cartas en el asunto.
¿Qué podemos hacer?:
- Podría llegar a ocurrir que esta problemática se vuelve invisible a los adultos. Por lo tanto una de las primeras cosas que debemos hacer es hablar sobre estas situaciones. Esto no puede ser un tema intocable o que pase desapercibido o que sea minimizado.
- Se debe trabajar con acosador y acosado al mismo tiempo.
- Debemos saber que nuestro hijo/hija puede ser acosador o estar en en el lugar del que sufre la violencia.
- No estigmatizar al niño acosador es de fundamental importancia. Debemos tratarlo como a un niño más y enseñarle por todos los medios habidos que lo que hace está mal.
- Si nuestro hijo es el acosado debemos no tener prurito acerca de informar esto en la escuela para que se tomen las medidas pertinentes. Muchas veces los niños víctimas tienen miedo, debemos romper este círculo e informar y hablar con los docentes para ver qué se puede hacer, implementar charlas y talleres, etc
- Plantear reuniones con los responsables de la escuela y padres del niño acosador para conversar sobre lo que sucede. Es importante romper el círculo de cómplices del niño acosador.
- De ningún modo plantear esta situación delante de los compañeros de la victima.
- Fortalecer autoestima en los niños y jóvenes charlando de aquellos puntos que consideran débiles en sus personalidades.
- El niño y/o adolescente debe aprender a defenderse. La verdad, es que no debemos penalizar esto más allá de que como adultos no podemos incentivar la agresión y la violencia. Debemos permitir cierto grado en que puedan “arreglarse entre ellos” sin quitarle el monitoreo de encima y perderlos de vista, como adultos debemos cuidarlos sin asfixiarlos.
Hay que plantear cuando se habla de bullying que los docentes no tiene formación para abordar esta problemática, la verdad es que hacen lo que pueden y/o lo que les parece. El Estado no invierte en capacitar a los formadores, es decir no se hacen talleres con profesionales sobre bullying para docentes, alumnos y padres, en clubes, gimnasios y colegios, lugares donde los niños y adolescentes pasan mucho de sus tiempos. Parecería que es un gasto más que una inversión. Los colegios privados tampoco invierten en abordar la problemática y cuando están los resultados a la vista luego se lamentan.
(*) Lic. Santisteban Belen psicóloga, terapeuta Cogitivo Conductual .Mp 53820