El 23 de junio de 1968, River recibió la visita de Boca en el marco de la 17º fecha del Campeonato Metropolitano del fútbol argentino. El partido fue decididamente malo. Un aburrido 0 a 0 entre un Boca que venía de capa caída y un River que a la postre terminó cayendo claramente en la semifinal ante San Lorenzo, que ese año se consagró como el primer campeón invicto de la era profesional con el equipo que pasaría a la historia con el apodo de “los matadores”.
Pero aquella tarde gris del Monumental también pasó a la historia y no precisamente por un hecho deportivo, sino por la muerte por asfixia de 71 hinchas en la que fue (y sigue siendo) la mayor tragedia del fútbol argentino. Una tragedia tan evitable como teñida de escalofriantes silencios, de macabras maniobras tendientes a que todo quedase rápidamente en el olvido, de hipótesis que nunca se investigaron a fondo. Jamás hubo justicia. Jamás un solo responsable. Recién a 40 años del hecho, se colocó en la cancha de River una pequeña y fría plaqueta en recuerdo de las víctimas.
El terrible drama, que además de 71 muertes de jóvenes y hombres que en su inmensa mayoría tenían entre 14 y 30 años dejó un saldo de 113 heridos, pasó a la historia negra del fútbol argentino con el nombre de Puerta 12, pues así se denominaba la puerta por la que miles de hinchas de Boca entraron al estadio, y la que un par de horas más tarde se tiñó de espanto, gritos, sangre y muerte. Hoy, y desde hace muchos años, se llama “Entrada L – Centenario”.
Los cadáveres estuvieron durante un largo tiempo en el patio de la Comisaría 33º para que fueran reconocidos por familiares.
“Con el correr del tiempo, la tragedia de la Puerta 12, la mayor tragedia de la historia del fútbol argentino, jamás encontró la verdad ni responsables que la contaran… La policía entregó un informe, que fue el primero, el único y el definitivo”, narró el periodista Diego Fucks. Y todo quedó archivado.
La Puerta 12 era el ingreso y la salida a la tribuna Centenario -la que da espaldas a la avenida Figueroa Alcorta- mediante una empinadísima escalera de 80 peldaños que tenía varios descansos. Quienes bajaban concuerdan que esa suerte de túnel, que jamás permitía ver la vereda salvo que uno llegase hasta los últimos diez escalones, estaba totalmente oscuro; solamente había una lamparita de 25 cerca del final. Y el piso estaba muy resbaladizo.
¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué tanto encubrimiento? ¿Por qué no se investigó como correspondía? ¿Por qué con el paso de los años no se recordó a las víctimas cada 23 de junio?
Hubo básicamente tres teorías sobre lo que ocurrió aquel día. La primera aseguró que los molinetes de la Puerta 12 no se quitaron a los 10 minutos del segundo tiempo, como se hacía en todos los estadios del fútbol local, de manera que los hinchas de Boca se encontraron con esa traba. Así, quienes venían atrás comenzaron a empujar, se provocaron avalanchas y sobrevino la tragedia. Esa hipótesis tiene un problema fundamental: por cada uno que la esgrime, “mil” la niegan y afirman a pie juntillas que los molinetes ya habían sido retirados.
La segunda tiene similitudes con la primera: no fueron los molinetes sino la puerta, que habría estado cerrada. La puerta era de aquellas de metal plegable, muy típicas de la época y que aún se pueden encontrar en muchos ascensores.
Esta explicación corre casi la misma suerte que la otra: la mayoría aseguró que la puerta estaba abierta. Con un extraño condimento adicional, como la doble versión del entonces presidente de River Plate, William Kent, quien en una primera declaración dijo que estaba abierta y en otra habría aseverado que un empleado del club, por error, se la “olvidó” cerrada.
En 2008, cuando se cumplió el 40º aniversario de la tragedia, el periodista Ramón Zapico entrevistó para la revista El Gráfico a dos hinchas que se salvaron de milagro. Uno de ellos, Carlos Alsina, fue tajante: “Me resulta realmente muy curioso que se diga lo contrario. Yo lo vi, la puerta no estaba cerrada y los molinetes quedaron desplazados en un costado. Incluso ayudé a correrlos de la zona. Lo que trabó todo fue el tapón humano, que terminó por ser una trampa mortal”.
Ariel Angel Dasso, ex abogado de River, lo ratificó en el documental Puerta 12 de Pablo Tesoriere (2008): “La puerta estaba abierta y los molinetes, por más que se diga lo contrario, ya habían sido retirados. Lo confirmaron luego las pericias”.
Ahora bien, en su crónica, Ramón Zapico cita a Enrique Acuña, un sobreviviente que “le dijo al diario Clarín que ‘diez minutos antes del final del partido, la puerta no estaba abierta’”. Un detalle nada menor: Acuña especificó “diez minutos antes del final del partido”.
¿Puede ser? Puede ser. Y aquí entra a jugar con muchísima fuerza la tercera hipótesis, la que durante años y años se dejó en un segundísimo plano, pero que con el tiempo fue cobrando más y más fuerza. Es la que esgrimió el 21 de junio de 2022, en ocasión de cumplirse 54 años de la tragedia, el prestigioso periodista Ernesto Cherquis Bialo: la de una brutal represión policial por motivos políticos que impidió la salida de los hinchas de Boca, provocó las avalanchas y las 71 muertes por asfixia; esa versión podría incluir un -al menos temporal- cierre deliberado de la puerta.
Para enero de 1969 la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) reunió 33 millones de pesos como resarcimiento para los familiares de las víctimas. Tenían 30 días para ir a cobrar la parte proporcional (…) Solamente se presentaron dos familiares. Nadie quería plata. Querían justicia
En el estadio había 90.000 personas. Más del aforo del Monumental. Pero ello nada tuvo que ver, pues todo indica que la sobrepoblación de las tribunas se dio del lado del local.
El partido, contó Cherquis Bialo en un imperdible diálogo con Antonio Fernández Llorente, estaba por finalizar con un intrascendente 0 a 0. Aquel terminó siendo el último clásico del enorme arquero millonario Amadeo Raúl Carrizo, quien con 42 años, a finales del ‘68 se fue a jugar a Millonarios de Bogotá, en Colombia. En Boca, la joya de la corona era Ángel Clemente Rojas, quien antes de que empiece el encuentro le robó la gorra a Don Amadeo, un sello de identidad del portero y, además, una cábala. Se la devolvieron, claro.
Carrizo, faltando pocos minutos, se tomó revancha de la broma y se sentó en el césped, como diciéndole a los jugadores de Boca que no necesitaba estar atento porque no le llegaban nunca.
La marcha peronista
Los hinchas de uno y otro equipo comenzaron entonces una batalla de cantitos. La de siempre (o mejor dicho, la de cuando podía ir a los estadios público visitante). “Folklore, no más”, comentó Cherquis Bialo, para agregar: “En un momento, los hinchas de Boca empezaron a cantar la marcha peronista, y los de River se sumaron. Fue entonces cuando en la Puerta 12 comenzó a montarse un fuerte operativo policial, con agentes de a pie y, en la vereda, la montada”.
Vale recordar que en 1968 el país estaba atravesando la durísima dictadura de Juan Carlos Onganía, y que toda alusión al peronismo estaba total y absolutamente prohibida. Para colmo, la hinchada de Boca, en aquel tiempo, estaba públicamente identificada con ese movimiento político.
¿Se cerró la puerta o no se cerró? Cherquis Bialo dice que sí. Pero lo más trascendente es que, con puerta abierta o cerrada, lo que encontraron los hinchas xeneizes que minutos antes del final del partido comenzaron a bajar los 80 escalones de la empinadísima escalera fue un cordón policial inexpugnable.
“El ex inspector general de la Municipalidad, Juan Carlos Tabanera, destacaba en Domingos Populares, en 1988: ‘Hubo agentes que actuaron sobre la gente que se desconcentraba por la escalera de la Puerta 12, mientras era obstruida por la Policía montada. Allí se produjo el desbande y la tragedia. La puerta estaba abierta y los molinetes, retirados. Yo estaba ahí y doy fe de ello’” (La Puerta del Horror – El Gráfico – Ramón Zapico, 2008).
La hinchada de Boca no dejó pasar el tiempo para dar su propia versión de los hechos. Y la cantó cada domingo en todas las canchas. Hasta dicen que en el siguiente clásico contaron con la complicidad de los hinchas de River: “No había puerta, no había molinete, era la cana que daba con machete…”
Puerta 12: fatalidad o “crimen político”… Tanto silencio, tanto trabajo para el olvido, tanto encubrimiento y ninguna investigación, le abren un crédito gigante, 54 años después, a la hipótesis menos difundida durante décadas.
Las víctimas fatales de la mayor tragedia de la historia del fútbol argentino: Acosta, Omar Adolfo (18 años); Aguirre, Juan Domingo (17); Alanís, Jorge Roque (21); Albarracín, Pedro (17); Alderete, Roberto César (18); Arce, Eduardo (13); Bonfanti, Héctor Horacio (20); Brancato, Gustavo Aurelio (17); Burgo, Hugo Marco (17); Bustamante, Héctor Segundo (17); Cadera, Carlos (20); Caruso, Néstor Daniel (15); Cuader, Fernando (18); De Luca, Luis Alberto (20); Durán, Rubén Oscar (17); Espinoza, José (19); Fernández, Paulino (27); Fernando, Juan Horacio (31); Ferni, Julio (15); Ferraril, Julio César (17); Gaete, Irineo (35); Galindo, Néstor (edad desconocida).
Gallo, Julio César (14); García, Luis Alberto (15); Gianolli, Herminio Francisco (32); Goiello, Juan Ricardo (17); Gómez, Carlos Alberto (24); Gómez, José Martín (edad desconocida); Greco, Benedicto (15); Gugini, Carlos Alberto (15); Iderman, Jorge Hugo Chana (20); Jara, Juan Carlos (14); Landrini, Antonio (18); Ledesma, Ramón Sorpicia (17); Leguizamón, Juan (24); Lezcano, Ramón Esteban (16); Luna, Agustín Cándido (edad desconocida); Mansilla, Jorge Ernesto Rubén (21); Martini, Alberto Osvaldo (18); Mercurio, Eduardo Oscar (edad desconocida).
Messitti, Roque (26); Mojica, Angel Daniel (edad desconocida); Montalva, Jorge Alberto (20); Morando, Luis Alberto (23); Moreira, José Ismael (22); Morel, Pedro Ricardo (16); Muñiz, Ricardo Oscar (15); Ochoa, Rubén (17); Paillini, Rodolfo Antonio (edad desconocida); Pereyra, Domingo (20); Quintana, Alfredo Aldo (31); Quintero, José Ramón (edad desconocida); Quirós, Delfino o Rufino (26); Raggi, Omar Miguel (20); Ranello, Héctor Omar (23); Ruiz, Raúl Oscar (15); Santoro, Mario Héctor (23); Silva, Rubén Eduardo (15); Simón, Jorge (17); Sittner, Juan Aurelio (18); Soria, Rubén (20); Sosa, Elio Baldemar (24); Suárez, Luis Crescendo (edad desconocida); Sueldo, Delfo Jesús (26); Tamburello, Antonio Omar (25); Toledo, Nicasio Antonio (24); Toledo, Francisco (19); Treppini, Juan Francisco (27); Troppini, Antonio (29); Von Bernard, Guido Rodolfo (20); Zugaro, Leopoldo Fernando (35).