Hace años que los distintos países de Europa están desarmando el llamado Estado de Bienestar, que elevó la calidad de vida de todos sus habitantes a niveles históricos entre los años 70 y finales de los 90. Gran Bretaña, por ejemplo, luego de 13 años consecutivos de ajuste hoy es un muestrario permanente de huelgas. En Francia, donde la cólera social viene desde hace tiempo -basta recordar el estallido social de 2018 conocido como “de los chalecos amarillos” porque fue iniciado por transportistas-, el liberal Emmanuel Macron asumió debilitado su segundo mandato en mayo de 2022. Sin embargo, empezó a aplicar un duro ajuste. La primera medida fue una reforma previsional que aumenta los años de trabajo y de aportes para jubilarse. ¿Consecuencias? Las calles del país galo son un polvorín, y el desenlace de la historia, imposible de predecir.
El lunes 20 de marzo la oposición quiso obligar a Macron a dar marcha atrás con la reforma y a llamar nuevamente a elecciones. No lo logró. Pero el resultado de la votación en el Parlamento fue tan pírrica que el presidente quedó entre la espada y la pared, mientras las calles de París y de las principales ciudades de la nación se han vuelto escenario de la profunda indignación popular. Más de 2 de cada 3 franceses desaprueba el accionar del Gobierno.
Cuando ganar es perder
“Una victoria con sabor a derrota”. Así definieron los medios, incluso los de derecha, el hecho de que el Gobierno encabezado por el liberal Macron haya evitado su caída por apenas 9 votos. La moción de censura que se presentó en el Parlamento a raíz de la sanción por decreto de una impopular reforma previsional fue votada por 278 diputados, cuando para alcanzar la mayoría absoluta se requieren 287.
Así las cosas, a menos de un año de asumir su segundo mandato, Macron estuvo “a nada” de ser obligado por el poder legislativo a dar marcha atrás con la reforma jubilatoria y a convocar nuevas elecciones.
En ese contexto, todos hablan en Francia de un Gobierno que quedó sumamente debilitado de cara al resto de su mandato, que en Francia dura 5 años. Para colmo, Macron encaró su segunda presidencia con la idea de encarar varias políticas liberales de ajuste. No obstante, a la primera ya tiene en la puerta del Palacio del Elíseo (la Casa Rosada francesa) un estallido social en marcha.
Desde el lunes 20 de marzo, cuando fracasó la moción de censura, las calles de París y de las principales ciudades de la segunda economía europea, como Marsella, Burdeos, Lyon, Toulouse, Nantes y Estrasburgo, entre otras, fueron testigos de la cólera de decenas de miles de trabajadores y trabajadoras que cerraron refinerías, hicieron piquetes en rutas y vías del ferrocarril y el subterráneo, quemaron gomas, residuos, cajas de cartón y maderas para armar barricadas, al tiempo que “llenaron” a la capital de 9.500 toneladas de basura, pues los operarios del servicio de recolección hace días que dejaron de trabajar.
Los enfrentamientos con la policía estuvieron a la orden del día, y al igual que ocurrió cuando Macron decidió sacar por decreto la reforma que aumenta la edad para jubilarse y los años de aportes, entre el domingo 19 y el martes 21 de marzo hubo otros 300 detenidos, la mayoría en París.
Jueves non sancto
Este jueves 23 de marzo, todos los sindicatos franceses -unidos como nunca antes, según define la prensa gala- llamaron a una huelga general y a “movilizarse en todas las ciudades” del país. La anterior huelga general con movilización “sacó a las calles” a más de tres millones de franceses. Entonces, la reforma previsional sólo era un proyecto de ley. Ahora es una realidad y fue sancionada por decreto, de manera que se espera una demostración “histórica”.
Volviendo a la moción de censura, la principal fue impulsada por el centrista Charles de Courson y apoyada por varios partidos de la oposición, incluyendo a la izquierda, a la ultraderecha y, para sorpresa de muchos, a 19 diputados de Los Republicanos, la tradicional fuerza de centro liberal de Francia, quienes desobedecieron las indicaciones de la dirección de su partido, la cual pidió a sus legisladores votar en contra de la moción. Ese dato también da una idea del desprestigio en que cayó el Gobierno.
Y es que Macron, al no tener asegurados los votos en la Cámara Baja del Parlamento, decidió -como se dijo- hacer uso del artículo 49.3 de la Constitución francesa para adoptar la reforma pensional. En buen criollo, lo hizo por decreto. Y ello en el país galo está muy mal visto. No sólo llevó a muchos diputados liberales a cambiar su voto sino que enardeció al extremo a las trabajadoras y a los trabajadores que, un día sí y al siguiente también, vienen ocupando las calles y enfrentando a la policía.
La presidenta del grupo parlamentario de izquierda NUPES, encabezado por la ultraizquierdista Francia Insumisa (tercera fuerza política del país galo) e integrado por socialistas, ecologistas, comunistas y grupos más pequeños, Mathilde Panot, consideró que el resultado de la moción de censura muestra “un gobierno que ya está muerto a los ojos de los franceses”.
En tanto, Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, afirmó que “algo se rasgó a fondo” y que “el divorcio ya es completo y nadie está con él”, por Macron. Frente a la aprobación de la reforma previsional, indicó que es momento de “ir a la censura popular, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia”. En otras palabras, hizo un llamado a profundizar la movilización popular, aunque no pareciera necesario a la vista de lo que ocurre en estos días en las calles francesas.
Pequeña radiografía de la política francesa
El 10 de abril de 2022 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Francia. El liberal Emmanuel Macron se presentó para un segundo mandato y compitió con la ultraderechista Marine Le Pen (Agrupación Nacional) y con el ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa).
Macron obtuvo el 27,85% de los votos; Le Pen consiguió el 23,15%, y Mélenchon el 21,95%. Es decir que el líder de la izquierda radical quedó, para sorpresa de muchos, a apenas 1,2% de Le Pen.
Así, pasaron al balotaje Macron y Le Pen, ganando el liberal merced a votos de franceses de izquierda que no votaron por él, sino contra la líder de la extrema derecha.
Paridad (casi) total
Pero el 12 de junio del 2022 hubo elecciones legislativas, y allí, la cabeza de lista de la fuerza del presidente Macron, la actual primera ministra Élisabeth Borne, obtuvo el 25,75% de los votos, mientras que Mélenchon, ahora al frente de una coalición de izquierda en la cual Francia Insumisa se unió a ecologistas, socialistas y comunistas, consiguió el 25,66%. Sí, apenas el 0,09 por ciento menos.
La ultraderecha quedó tercera con el 18,68%.