En el marco de una gira de Amnistía Internacional que incluyó a 19 ciudades del mundo, “El Jefe” Bruce Springsteen tocaría por primera vez en estas pampas el 15 de octubre de 1988. El staff fijo incluía, además de Springsteen, nada menos que a Sting -quien en 1987, en el mismo escenario, había brindado un recital impactante de más de dos horas- y a Peter Gabriel, a la ascendente Tracy Chapman y al senegalés Youssou N’Dour. En tanto, en cada concierto se incluía a dos o tres grupos y solistas locales. Aquí, en Buenos Aires, León Gieco y Charly García.
No obstante, el megarrecital a realizarse en River el 15 de octubre no sería el único -ni el primero- de Argentina. Es que el día 14 estaba programado un show en Chile, pero como tras la cordillera seguía mandando el sanguinario dictador Augusto Pinochet, el concierto debió cancelarse. Así las cosas, según contó el productor argentino Daniel Grinbank, la organización se empecinó en hacerlo lo más cerca posible de Chile; el lugar escogido fue el estadio mundialista de Mendoza, hasta donde llegaron casi 20 mil chilenos que se desahogaron a la par de otros tantos argentinos.

El estadio de River, el 15 de octubre, literalmente explotaba. El soberbio show de Sting el año anterior había sido, hasta entonces, el primero en llenar un estadio de fútbol en Argentina con 60.000 personas. El de Amnistía Internacional convocó a 75.000 almas. En el campo no cabía un alfiler, mientras que la popular estallaba de gente y las plateas se habían agotado por completo. No se ve algo así todos los días, habrán pensado muchos. Y con razón, pues nunca más hubo un espectáculo de semejante envergadura.
De acuerdo a lo que cuentan los colegas del sitio Crock.com.ar, el show en Buenos Aires, “además de ser el cierre de la gira, sería grabado para la televisión. Y Argentina no estaba preparada para un despliegue de producción semejante, con una abismal diferencia en tecnología. Así, cada artista trajo sus equipos y la producción trajo todo lo demás, desde el escenario hasta las luces y el sonido, en decenas de camiones. Incluso hubo que construir un estudio de 24 canales para poder grabar el show”.

Más allá de egos que se cruzaron en los camarines, aparentemente a raíz de que Charly García se quejó de que los artistas extranjeros tenían más tiempo y mejores equipos para tocar (como se dijo, habían traído los suyos), la anécdota principal del “detrás de escena” se circunscribió a una traducción que propuso García y que el resto aceptó por sugerencia de Sting, quien en su visita de 1987 ya había cantado en castellano. El final del show estaba programado con todos los cantantes y músicos sobre el escenario haciendo el clásico Get Up, Stand Up (Levántate, ponte de pie) de Bob Marley, cuyo estribillo se reconvertía en “Derechos humanos, derechos humanos ahora!”. “No rima, tiene que ser ‘Derechos humanos ya!’”, dijo Charly. Hubo alguna discusión, hasta que el ex líder de The Police dijo “tiene razón”. Asunto zanjado. Aunque antes, según contó Hilda Lizarazu, corista de García en esa etapa muy volada del ex Sui Generis y Serú Girán, éste le dijo a Springsteen: “¡Acá el jefe soy yo!”. Luego, se coló en el número final. Charly siendo Charly.
Every breath you take, The Police, 1983 (Sting & Bruce Springsteen)
Eran momentos muy delicados en el país. En 1987 hubo un intento golpista por parte de los militares carapintadas liderados por Aldo Rico, quienes no lograron su objetivo de máxima -la amnistía para todos los represores de la dictadura- pero empujaron al gobierno nacional de la UCR a sancionar la Ley de Obediencia Debida, que se sumó a la de Punto Final. Un paso atrás en materia de derechos humanos, a menos de cinco años del retorno de la democracia.
Cuando aún no había anochecido, León Gieco, con su guitarra y su armónica, hizo cantar a todo el estadio Hombres de hierro y Sólo le pido a Dios. Luego, Charly García interpretó Demoliendo hoteles, Los dinosaurios, Nos siguen pegando abajo y La ruta del tentempié.
Llegó el senegalés Youssou N’Dour, tras el cual Tracy Chapman tocó varios temas, entre ellos, su flamante y gran éxito Fast Car (Auto rápido).

Hasta que, avanzado el atardecer, salió a escena Peter Gabriel. Los rockeros, de fiesta. Por primera vez, el hombre que hacia finales de los 60 creó Génesis, siendo el principal compositor y la voz líder de la icónica banda, actuaba en nuestro país. Encima, hacía menos de dos años que había editado So, su gran álbum solista con temas como Sledgehammer (La masa), In Your Eyes (En tus ojos), Red Rain (Lluvia roja), Don’t Give Up (No te rindas) y Big Time (Gran momento), entre otros. También interpretó clásicos como Games without frontiers (Juegos sin fronteras), un alegato contra las guerras y la diplomacia internacional; fue un momento sublime de aquella noche.
Lo de Sting fue muy bueno. Claro que aquellos que lo habían visto el año anterior con su banda completa durante casi dos horas y media se quedaron con gusto a poco. Pero en fin, son las reglas de un gran show con muchos artistas de peso.
Born in the USA (Bruce Springsteen)
Y era el turno de Springsteen. Si bien la inmensa mayoría sabía que “El Jefe” era un cantante de protesta, y que incluso su Born in the USA (Nacido en los Estados Unidos de América) era una crítica a la Guerra de Vietnam, el hecho de que los republicanos yanquis, y en particular el ultraconservador Ronald Reagan, hubiesen usado esa canción en su favor por la potencia de su reiterativo estribillo (hecho que llevó a Bruce a realizar declaraciones a la prensa al respecto), por un momento hizo que algunos dudaran acerca de cómo sería recibido. Springsteen parecía ser “muy americano” para la sociedad argentina de aquel momento, que además, como se dijo, venía dulce con Sting y su show de 1987, en el cual hizo un homenaje a los chicos muertos en Malvinas y subió al escenario a las Madres de Plaza de Mayo.
Lo presentó Sting. Serio, se paró de cara al público con una banda impresionante detrás que aún estaba en las sombras. Y marcó: “One, two, One, two, three, four…” Y empezó a sonar Born in the USA. Literalmente, quienes estaban en el campo tuvieron la sensación de que el escenario se les caería encima. La potencia de esa banda es muy difícil de describir con palabras. En cuanto al público, las dudas se disiparon en microsegundos: comenzaron a saltar y a cantar, felizmente aturdidos por tanta potencia que destilaban las torres de sonido.
Twist and Shout / La Bamba (Bruce Springsteen & Sting)
Fue un recital memorable que, entre muchas joyitas, incluyó un final épico. Fue cuando Springsteen, con Sting a su lado, inició una versión brutal de Twist and Shout, el clásico de The Top Notes de 1961 que universalizaron The Beatles tres años más tarde.
Cuestión que las 75.000 almas que abarrotaban River nunca habían escuchado esa canción en vivo; al menos tocada en un estadio gigante e interpretada por una banda súper poderosa y cantada con el inconfundible estilo de Springsteen. Fue entonces que la multitud descubrió que, en determinado momento, la melodía “dejaba la pelota picando” para entonar el incombustible “Baaamba, Bamba…” Y así fue, una y otra vez.
Al principio, ni Bruce ni Sting terminaron de caer. Hasta que el nacido en Nueva Jersey miró al inglés, sonrió, y comenzó a intercalar el estribillo del tema que, allá por los años 50, en EEUU popularizó Ritchie Valens.
En la medida de lo posible, los miles y miles que no estaban en el núcleo duro que se forma frente al escenario y tenían más libertad de movimiento, incluso en la pista de atletismo, empezaron a correrse en busca de espacio para… ¡bailar! Así, la cancha de River se convirtió en una gigantesca pista de baile. Y Bruce, su banda y Sting se entusiasmaron al punto que aquella mezcla de Twist and Shout y La Bamba duró nada menos que 10 minutos 46 segundos. La fiesta perfecta. Que finalizó con todos y todas haciendo el clásico de Bob Marley Get up, Stand up y reemplazando el estribillo por “Derechos humanos, derechos humanos ya!” (Increíblemente, un tema que hasta hoy, 35 años después, algunos trasnochados siguen cuestionando).