El tercer capítulo de la segunda temporada de la gran serie Black Mirror es, en mi opinión, el más infravalorado de la serie. Recordemos que el célebre programa nacido en el Reino Unido es una producción episódica donde se cuentan historias de la tormentosa relación entre el hombre y la tecnología.
El capítulo al que me refiero es “The Waldo Moment” (el momento Waldo), un episodio sobre un actor de doblaje que da vida a un personaje animado llamado Waldo, una caricatura irónica y humorística.
De esta manera, el episodio ocurre durante una campaña electoral, donde el Partido Conservador británico se enfrenta a los Laboristas. En medio de la disputa, Waldo comienza a ridiculizar a la dirigencia del pueblo donde ocurre la trama. Su éxito con el público llega al punto de convertir al personaje en una opción electoral real.
Lo que se inicia como un chiste va transformándose en algo cada vez más real, hasta una escena clave donde el protagonista se entrevista con unos hombres anónimos que creen que el futuro es Waldo, es decir, la dirigencia política será reemplazada por un personaje animado. Pero no es el fin de la política, sólo cambiará de manos. El pueblo no tendrá el poder, lo tendrán los poderes detrás Waldo.
¿A qué les suena esta historia? Tal vez a un personaje televisivo que generaba meme tras meme, y terminó por ganar una elección primaria. Milei no representa un compendio de ideas de ultraderecha: es un esfuerzo por crear un personaje que represente el enojo de una población castigada por la crisis económica. Pero tras él no hay nada más que una serie de corporaciones que lo harán a un lado tan pronto asuma.
Un chiste que se vuelve realidad, que pierde la gracia y amenaza con quitarnos lo que nos costó sangre a los argentinos, la democracia, para asegurar un futuro donde el hombre sea totalmente desplazado porque su trabajo será “demasiado caro”.
Aún el pueblo tiene en sus manos evitar que llegue el momento de Waldo para hundirnos, quizás para siempre.