“(El rock en castellano) era marginal y estaba prohibido. Nos metíamos en los sótanos, único lugar donde podíamos cantar, con Horacio Fontova, con el Negro Rada, con un montón de gente que estaba dando sus primeros pasos, como yo … (Con el tiempo) pasé a hacer un género más internacional, porque el rock seguía en los sótanos y me moría de hambre. No era fácil vivir acá en la época del hippismo y el flower power”.
El testimonio es de Valeria Lynch. Los “sótanos” sin dudas son “las cuevas” de Billy Bond y sus distintos socios. “Acá” es Argentina. Y “la época del hippismo y el flower power” son los dictatoriales finales de los ‘60 y principios de los ‘70.
Valeria Lynch formó parte de aquellos pibes y pibas que, a la larga, fueron conocidos como los pioneros del rock nacional, aunque, como ella misma contó, decidió tomar otro camino. No, no era nada fácil.
El rock en castellano no daba un mango, literalmente. Pero Valeria se guardó algunos recuerdos maravillosos, como ver ensayar a Almendra en la casa de Spinetta (era amiga de Cristina Bustamante, la primera novia del Flaco y musa de Muchacha ojos de papel, Para ir y Blues de Cris), y que Pappo le confesara, mucho tiempo después, que ella era “la mejor cantante de rock, pero no lo puedo decir porque los rockeros me matan”, en referencia a su increíble voz. (Todo esto se puede leer en las notas Valeria Lynch: la mejor cantante argentina de rock y ¿Por qué Valeria Lynch no fue rockera?).
verdades y mentiras del rock nacional
No obstante, aquí queremos tomar de su declaración dos aspectos que nos parecen muy relevantes. En primer lugar, como ya apuntamos, su referencia a lo difícil que era vivir en Argentina en aquellos años en que nació el rock nativo, justamente una expresión artística que si algo necesita es libertad de expresión, exactamente lo que acá faltaba a fuerza de bastonazos, razzias, cárcel y demás.
En segundo lugar, su uso del plural cuando dijo “el rock seguía en ‘los sótanos’ y me moría de hambre”, ya que si los sótanos fueron “las cuevas” quiere decir que hubo más de una, y si el rock naciente no daba un mango, concluiremos que significaba ‘represión + ni un peso para morfar’, fatal combinación que, al mismo tiempo, engrandece más a quienes perseveraron (sin caerle encima a quienes no lo hicieron ni mucho menos).
Polémico, contradictorio, amado por muchos y no querido por otros tantos, lo cierto es que Billy Bond es testigo directo del nacimiento del rock nacional, pues fue dueño -siempre en sociedad con otros- de las cuatro cuevas. Sí, fueron cuatro. Desde ya, la más famosa, por lejos, es la Cueva de Pueyrredón, donde se dice que ocurrió “todo” lo que tiene que ver con la génesis del rock vernáculo, aunque Billy Bond desmitifica el asunto y afirma que allí no pasó (casi) nada de relevancia. Entonces, vamos al lío.
En distintos videos, Billy Bond o El Bondo, nacido Giuliano Canterini el 19 de noviembre de 1944 en La Spezia, Italia, fue recorriendo las distintas “cuevas”. Él habla de tres. Nosotros hablaremos de cuatro. Un poco para contradecirlo -por ser tan cabrón- y otro poco porque él mismo alguna vez hizo referencia a una cueva que duró 3 (sí, tres) días.
verdades y mentiras del rock nacional
Ni Sandro ni Tanguito ni “un carajo”
Como dijimos, la más emblemática fue la Cueva de Pueyrredón, situada en esa calle a la altura del 1723. También para quien escribe. El Bondo, en un extraño arrebato de “blandura”, reconoció que hay quienes hablan de cosas que pasaron en distintas cuevas refiriéndose siempre a la de Pueyrredón porque “mucha gente se confunde, mezcla los tiempos, las épocas”. Y no es para menos, teniendo en cuenta que ninguno de esos sitios “duraba más de 3, 4 ó 5 meses, porque la cana siempre te los cerraba. Al principio, todo bien. Después caían, te prendían las luces, paraban todo y pedían documentos a todo el mundo. La represión era fuerte”.
Pero luego cortó con tanta dulzura y lanzó una frase muy interesante para describir las mil versiones que hubo y que hay sobre las cuevas y sobre cada cosa ligada al rock nativo en general: “Como sabemos, en este negocio todo el mundo habla por todo el mundo…” Y sí.
verdades y mentiras del rock nacional
“Yo a veces me cago de risa un poco, porque si le vas a dar bola a todos los tipos que estuvieron en la Cueva de Pueyrredón… Hay como un millón de tipos que estuvieron en la Cueva de Pueyrredón, todos estuvieron y todos saben lo que pasaba allí -ironizó-, pero en la Cueva no cabían más de 50, 60 personas, 70 cuando estaba muy lleno. Y la mitad eran músicos y la otra mitad eran turistas que nos venían a ver a nosotros, a los hippies raros, roñosos”.
Luego, des-romantizó por completo el asunto: “La Cueva era un lugar de mierda, muy oscuro, era un sótano; no era un lugar muy agradable. Antes era un lugar de putas. Su dueño era Blanco y el encargado era Bravo, que se ocupaba de las putas y de la limpieza del lugar. No funcionó, porque quedaba en la zona norte y siempre caía la cana”. ¿Y la supuesta etapa como sitio de jam sessions? “Solamente una vez al mes lo alquilaban unos músicos de jazz para zapar; músicos excelentes, como (Roberto Fats) Fernández, (Néstor) Astarita…”
“Nosotros empezamos a ir a las jam sessions”, dijo, para contar que un día quisieron imitar la Cav de Los Beatles (el Cavern Club donde comenzaron a tocar los cuatro de Liverpool), para lo cual hicieron un arreglo con Blanco: ocupaban el lugar e iban a porcentaje. En tanto, Bravo pasó a trabajar para ellos.
“Ellos” eran Billy Bond, Ricardo Palacios y Carlitos “Carnaza” Villalba, quien en sus comienzos fue guitarrista de Los Holiday Flames y de Jackie y los Ciclones. En el año 65 formó parte del conjunto Los Guantes Negros. Al nacer la Cueva, tomó el bajo y formó la primera banda estable del sitio –Las Sombras– junto con Nacho Smilari en guitarra, Raúl Frías en batería y Rubén Ayuzo en voz. Luego la banda estable pasaría a ser el trío conformado por Ricardo Lew, Adalberto Cevasco y Fernando Bermúdez, estos dos últimos músicos de Sandro tras la disolución de Los de Fuego. En tanto, Nacho Smilari tocó, en sucesivas etapas, en La Barra de Chocolate (con Pajarito Zaguri), Vox Dei, Piel de Pueblo y La Pesada del Rock and Roll, entre muchos otros grupos, incluido La Renga como invitado.
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“Otro mito es que Tanguito se pasaba el día en la Cueva y que cantaba ahí. Tanguito era un desastre. Estaba todo el día drogado, borracho. Cuando estaba bien era un pibe bárbaro, de barrio, simple, pero cuando se drogaba era insoportable, había que echarlo (…) Es cierto que tenía talento y a mí no me interesa destruir su imagen musical, pero la imagen física y personal era lamentable”.
También es verdad que dos por tres echaban de la Cueva a Miguel Abuelo, no sólo porque era menor sino porque se drogaba, hacía bardo y cuando los dueños se calentaban les tomaba el pelo (Documental “Buen día, día”, sobre la vida de Miguel).
Siguió El Bondo: “Otro mito es que Sandro era el dueño de la Cueva. ¡Un carajo! Arreglamos para que le haga publicidad al lugar. También dicen que cantó en la Cueva, y nunca lo hizo porque ni siquiera había micrófono. Se sacó unas fotos para Radiolandia, como idea publicitaria, y los tipos titularon ‘El Gitano abre la Cueva’”.
“Tampoco es cierto que Los Gatos tocaban… Sólo al final, después de que nos pusieron una bomba y casi todos nos fuimos del lugar, alguna vez tocaron. Pero no fue nada formal. Además, ese mito no lo crearon los chicos de Los Gatos; ellos no decían que tocaban en la Cueva, lo decía otra gente… Como sabemos, en este negocio todo el mundo habla por todo el mundo…”
«Los Gatos no tocaban en la Cueva de Pueyrredón, y el éxito de ellos vino unos meses después del cierre, cuando grabaron La balsa» (a mediados de 1967)
Y finalmente, entre las cosas más importantes, está aquello de que todo lo trascendente respecto del nacimiento del rock argentino pasó en la Cueva de Pueyrredón. “En la Cueva no pasaba un carajo. Las grandes reuniones (entre músicos) eran fuera de la Cueva, en el bar de la esquina; había más gente ahí que en la Cueva, porque adentro sólo estaban los turistas pelotudos que bancaban el boliche para ir a ver a los hippies roñosos, raros”.
La Cueva donde germinó el rock argento: la de Rivadavia
“El sitio donde funcionó la Cueva de Rivadavia era de un chico, fotógrafo de Radiolandia, y de un primo suyo que hacía discos piratas para las boites (discotecas de la época); quedaba a tres cuadras de Music Hall”.
“Ya eran épocas psicodélicas. Sonaba fuerte Sgt. Pepper’s de Los Beatles (publicado en el Reino Unido en mayo del ‘67), se vislumbraba a Led Zeppelin, Jimmy Hendrix… Almendra ya empezaba a rodar, y Manal, junto a Jorge Álvarez y Pujó, empiezan a hacer recitales en el Coliseo los domingos a la mañana”.
“En esa Cueva, sí señores, Sandro cantaba. Cantaba Tutti Frutti, Sally la lunga y otros temas. Ahí sí Moris cantaba El oso. Y estaban La Barra de Chocolate (de Pajarito Zaguri), Spinetta, Pappo, Javier Martínez y Alejandro Medina (Manal)… Pasábamos el sábado en la Cueva hasta las 5 de la mañana y el domingo íbamos con Javier y Alejandro a armar el recital en el Coliseo”.
“Entonces sí, en esta Cueva se empieza a generar lo que después será el llamado rock nacional”.
«El rock no daba guita»
Billy Bond repitió varias veces que eran “tiempos difíciles (porque) las cuevas eran muy inestables comercialmente hablando, se pasaban de moda muy rápido. Y es que la cana caía todos los días. Además, los rockeros no tenían un mango; sólo dejaban algo de guita los turistas, pero estos se terminaban borrando porque no había putas. Entonces, cuando se acababa la novedad, estabas muerto. Eran lugares de vuelo corto a nivel comercial”.
“Álvarez y Pujó seguían con los recitales en el Coliseo, pero tampoco daban guita. Entonces Mandioca (el sello discográfico que empujó el nacimiento del rock nacional) empezó su caída por problemas económicos”.
“El programa de radio Modart en la noche seguía al mango. Ahí pasaban al Trío Galleta (que versionaba a Creedence), Conexión Nº 5, La Joven Guardia, Pintura Fresca… Pero lo cierto es que entre ellos se empezaron a hacer un lugar Almendra y Manal, los únicos que sobresalían. Manal hacía blues, y Spinetta ya era un capo, con Muchacha, Tema de Pototo y otros…”
Manzana y La Pesada
La tercera Cueva se llamó Naranjo. Era un sótano cerca de la Casa Rosada, al que clausuraron a los tres días de abrir.
“¿Cuál era el truco de abrir boliches?”, se preguntó Billy Bond. “Ni ideológico ni romántico: necesidad, formas de sobrevivir, nos cagábamos de hambre porque la música no daba nada. Esa era la razón de las cuevas, nada de idealismo, necesidad”, aseveró.
Así las cosas, “en Barrio Norte, a la vuelta de una comisaría -una cosa de locos-, abrimos la tercera Cueva, que llamamos Manzana en homenaje a Apple (la empresa multimedia que Los Beatles fundaron en 1968). Allí había un bar llamado ‘Viva María’, cuyos dueños eran unos conchetos de Barrio Norte, nenes de papá, pero buenos pibes. Me asocié con ellos”.
“Allí comenzaron a venir muchos músicos, y empezaron las tradicionales zapadas de las que tanto se habla cuando se menciona a la Cueva. Estaban, entre muchos otros, Héctor Starc (guitarrista de Aquelarre), Black Amaya (baterista de Pappo’s Blues y de Pescado Rabioso), David Lebón (bajista de Pappo’s Blues y de Pescado), los Fattoruso, Gambolini, Javier Martínez (Manal), Pomo (baterista de Los Abuelos de la Nada, Pappo’s Blues e Invisible), Nacho Smilari, Pappo, el Trío Galleta, Alejandro Medina (Manal), Juan “Gamba” Gentilini (Conexión Nº 5), Spinetta…”
“Yo era músico de Music Hall, y por contrato tenía que grabar discos. Entonces, como me encantaba un tema de Javier Martínez, No pibe, le pedí si podía hacer mi versión y me dijo que le diera para adelante. Eso fue el inicio de La Pesada del Rock and Roll, donde tocó toda la gente que iba al boliche por amistad”, finalizó.
Aunque tratándose de rock nacional, bien se podría decir “esta historia recién comienza”, ya que es cierto que de cada cosa y cosita referente al rock nativo hay tantas versiones como rockeros.
Y larga vida al rock argentino…