“Anoche hubo fiesta, en el club de blues local”, cantaba Pappo un día de 1992 en el Luna Park, cuando entró al estadio quien protagonizaría el evento central de la noche, BB King, y lo escuchó. “¿Quién es ese?”, preguntó a sus colaboradores el Rey del Blues. “¡Lo quiero tocando conmigo!”, añadió. En septiembre de 1993, Pappo subió a tocar con BB King al escenario del mítico Madison Square Garden de Nueva York. Y a finales de ese año, hicieron juntos 7 Grand Rex y 2 Luna Park; no quedó una entrada sin vender.
¿Blues local? Nació a mediados de la década del 60, cuando se conocieron tres pibes amantes de ese género musical: un bajista del porteño barrio de Almagro, Alejandro Medina, un guitarrista oriundo de Villa Crespo, Claudio Gabis, y el baterista Javier Martínez, de Berazategui.
Javier Martínez y Alejandro Medina tenían sendas experiencias previas en bandas donde “militaron” otros músicos que, con el tiempo, imprimirían sus nombres en el libro de “los pioneros del rock argentino”.
Martínez fue el baterista de Los Beatniks, grupo integrado, entre otros, por Moris y Pajarito Zaguri (Los Náufragos, La Barra de Chocolate). En tanto que Medina era el bajista de The Seasons, donde cantaba Carlos Mellino, futuro líder de Alma y Vida, banda que dejó clásicos como Del gemido de un gorrión, Don Quijote de barba y gabán, Hoy te queremos cantar, entre otros.
Una “experiencia artística” y una fiesta privada
Los primeros en conocerse fueron Javier Martínez y Claudio Gabis. Ya disuelto The Beatniks, el chico de Berazategui tocaba la batería en El Grupo de Gastón, mientras que Gabis era el guitarrista de una banda de rock psicodélico llamada Bubblin Awe (algo así como Asombro burbujeante).
Un lugar de encuentro, aunque no el principal, de algunos de los jóvenes músicos que estaban inventando el rock nacional -sin saberlo, claro está-, era el Instituto Di Tella. Allí se cruzaban las más diversas disciplinas artísticas, casi siempre en un contexto de “experimentación”.
A mediados de 1967, se llevó a cabo un evento multidisciplinario del cual, entre otros, tomaron parte La Banda de Gastón y Bubblin Awe. Gabis lo recordó contando que ambos grupos estaban separados por un escenario ubicado en el centro del salón, y que mientras ensayaban, él “se metió” en el tema que estaba tocando la banda de Javier Martínez, aportando un riff bien blusero: la unión quedó sellada ese mismo día.
Luego, en una fiesta privada, Gabis y su Bubblin Awe se toparon con The Seasons, el grupo que integraba Alejandro Medina. “Yo le conté a Javier (Martínez) que había conocido a un bajista espectacular. Pero el encuentro entre los tres fue en La Cueva. Allí nació Ricota, que luego fue Manal”, dijo quien está considerado uno de los mejores violeros de la historia del rock argento.
El poderoso trío ya era una realidad. Comenzaron a componer, ensayar y tocar, siempre frecuentando los sitios donde se dio a luz al rock argentino, es decir, La Cueva, Plaza Francia y la confitería La Perla del Once.
Pero Manal iba claramente por el lado del blues y el rhythm and blues, para más tarde sentar las bases del hard rock nacional. Los musicólogos toman como una de las principales influencias de la banda al power trío británico de Eric Clapton, Cream, nacido a mediados de los 60.
No pibe… acá no vas a grabar
Ahora bien, ubiquémonos imaginariamente en la Buenos Aires de 1966. Las discográficas todavía vendían y facturaban (mucho) con los ecos del Club del Clan, con artistas que cantaban temas de 3 minutos promedio, estribillos pegadizos y, de ser posible, bailables. Faltaban tres años para el festival de Woodstock, que marcaría un antes y un después en la historia del rock mundial, donde tocó para la posteridad Gypsy Sun and Rainbows liderado por Jimi Hendrix, otra notable influencia de Manal.
En ese contexto, tres chicos empiezan a recorrer las compañías comerciales con un demo titulado Qué pena me das, un súper potente blues rock de más de 6 minutos de duración, sin estribillo pegadizo alguno y con una letra que dice “Ese eres tu, el que finge sin saber cómo es la verdad de su existir (…) Te reirás, fumarás o bailarás para escapar de tu vida, que sólo es una historieta paralela de tu ser (…) Nunca eres tu, siempre es una ficción, nunca es verdad, sólo cambias el actor (…) Qué pena me das, jamás te sentirás dentro de ti…”
Les dijeron que “no” en todos lados. Hasta que Jorge Alvarez creó junto a Pedro Pujó el sello Mandioca, la discográfica que nació para darle espacio a toda la movida que iba creciendo desde el sótano La Cueva. El disco simple se publicó en 1968 con Qué pena me das en el lado A y Para ser un hombre más en el lado B. Javier Martínez recordaría con el tiempo que el primero que lo pasó en la radio fue el locutor peruano residente en Argentina Hugo Guerrero Marthineitz, cuando “era un disparate pasar una canción para nada comercial y de esa duración en el horario central de una emisora radial comercial”.
Qué pena me das (Manal – 1968)
El segundo disco sencillo fue claramente blusero. En el lado A trajo el tema No pibe, que a la larga se convirtió en uno de los mayores clásicos del rock en particular y de la música popular argentina en general. Salió a la venta en 1969 con Necesito un amor en el lado B.
Manal ya se había convertido «oficialmente» en el grupo de blues local. Fue el primero que cultivó ese género en castellano.
No pibe (Manal – 1969)
A nivel masivo, la banda que junto a Los Gatos, Almendra y Vox Dei construyó los cimientos del rock nacional tal como lo conocimos durante las tres décadas siguientes, se coronó en el festival Pinap de aquel 1969. “Fue el día más glorioso de mi vida artística. A Javier (Martínez) se le rompió la batería, a Alejandro (Medina) se le rompió el bajo, a mí se me rompió no sé qué, pero seguimos tocando y la gente deliraba. Terminamos los tres cantando en un micrófono: Alejandro con la guitarra, Javier con los palillos y yo con la armónica y la gente delirando. Manal se consagró ese día, se hizo un grupo grande. Ese día entró a la historia”, recordó Claudio Gabis (rock.com.ar).
En 1970 llegaría el primer álbum. O, para ser correctos, habría que decir “el” álbum. Y es que el LP que llevó el nombre de la banda está considerado por músicos, productores, compositores y periodistas especializados como uno de los tres mejores de la historia del rock argentino.
A puro blues y rhythm and blues, con toques de soul y jazz, Manal publicó temas como Una casa con diez pinos, Informe de un día, Avellaneda blues, Avenida Rivadavia, Jugo de tomate, entre otros.
Para tomar dimensión de lo que significó Manal, quizás nada mejor que recordar la definición de Luis Alberto Spinetta en “Martropía. Conversaciones con Spinetta”, el libro de Juan Carlos Diez publicado en 2006: “Manal fue una banda que influenció mucho a Almendra (…) Yo considero que ellos sonaban mucho mejor, tocaban mejor y la tenían más clara que nosotros (…) Manal fue la mejor banda”.
Avenida Rivadavia (Manal – 1970)
Jugo de tomate (Manal – 1970)
En 1971 grabaron el segundo álbum, El león. Se fueron de Mandioca y lo hicieron en la RCA, que ahora sí los aceptó, es decir, con el diario del lunes.
El disco no tuvo mucha aceptación. Menos blusero y más rockero, quedó no obstante como uno de los precedentes indiscutibles a la hora de hablar del hard rock en Argentina.
Manal se disolvió. En 1981 se reencontraron para hacer varios conciertos en el estadio Obras, grabar el LP Reunión, realizar una gira nacional y luego editar el LP en vivo Chau Manal.
Otra perla que dejó el trío fue la banda de sonido de la película Tiro de gracia (1969), dirigida por Ricardo Becher, que contó con la actuación de Cristina Plate, una de las mujeres pioneras del rock argento.
Avellaneda blues (Manal – 1970)