Como explico a mis nietos qué significa Berisso y su calle Nueva York. Ellos tienen 8, 10, 11 y 18 años, les contaría que a sus edades yo fui un chico feliz, nacido de un hogar humilde, de padres muy buenos que no tenían estudio pero les sobraba amor y respeto y eso superaba con creces un título universitario.
Les contaría a mis nietos que fui feliz rodeado de amigos que compartíamos hasta la comida.
Como explicarle a mis nietos la inmensa cantidad de personas que transitaban por la Nueva York y trabajaban en los frigoríficos.
Que yo usaba la ropa heredada de mis hermanos mayores y la arreglaba mi abuela y mi mamá.
Les diría que en las décadas del 50 y 60 no existía la avanzada tecnología y pedir una línea telefónica demoraba más de una década. Que los televisores eran grandotes con el mueble de madera y en blanco y negro. Las cartas se despachaban en los buzones o las llevaba al correo de la Montevideo y Guayaquil.
Que piensan construir un natatorio gigante en el Hogar Social donde hice un curso de dactilografía y concurría a un consultorio odontológico y que los tranvías nos llevaban a muchos lugares y su boleto costaba menos que el del micro. Que una sirena anunciaba la entrada y salida de los trabajadores de los turnos del Swift.
Les diría que por el empedrado de la Nueva York circulaban camiones con hacienda, micros, colectivos, autos, etc. Les diría que los hombres y mujeres que trabajaban en los frigoríficos y comercios de la zona, eran un ejemplo de honestidad y honraban sus deudas. “La palabra tiene más valor que la firma de un documento” decía mi viejo.
¿Entenderán mis nietos la vida que viví en Berisso?
¿Comprenderán el amor de nuestros viejos que hago extensivo a los padres de quienes leen estas sentidas palabras?
En los últimos tramos de una prolongada vida quiero dejar testimonio que si volviera a nacer, me gustaría repetir mi vida, mi infancia y mi amor por quienes ya no están a mi lado.
No sé si comprenderán, pero estoy seguro que cuando sean adultos, les contarán a sus hijos que tuvieron un abuelo que nació en un hogar humilde y que murió rico, muy rico por la riqueza conquistada a través de la amistad de los amigos que le obsequió la vida. A esa riqueza se van a referir.
Que traten de disfrutar de la vida como lo hice yo. Que no olviden sus orígenes. Que sean felices y que me recuerden con mucho cariño. Eso les diría a Galita, León, Agustín y Julieta, mis adorados nietos.