política exterior
Por Roberto Pascual
Juan Domingo Perón decía que “la verdadera política es la política internacional”. Y en ese sentido, el gobierno de Alberto Fernández tiene para exhibir más luces que sombras, pese a que a estas últimas se las puede comparar con la brujas, porque “que las hay, las hay”.
Y si esta afirmación puede parecer temeraria, vale recordar los dichos de Waldo Wolf, el ex diputado nacional del PRO devenido en secretario de Asuntos Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, por aquello de que los cuestionamientos más ácidos de tus peores adversarios suelen mostrar tus mayores aciertos. Y en ese sentido, Wolff denostó con dureza la política exterior del Gobierno porque “no puede pensar una cosa a la mañana y otra a la noche, es esquizofrenia”. Nada extraño para quien cualquier medida no alineada a los designios de Washington o de Tel Aviv es poco menos que un pecado incomprensible y, por supuesto, execrable.
Pero más allá del repudio de ciertos personajes, el Gobierno tiene para exhibir algunos logros significativos en estos tres años.
Rusia y China
Haberse relacionado con Rusia y China para conseguir en forma más o menos rápida las vacunas contra el Covid fue un indudable éxito que puede mostrar la Cancillería.
También Alberto Fernández rápidamente comprendió el contexto internacional y se acercó a uno de los pocos aliados que aparecían en el horizonte internacional, el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Esa asociación de visiones permitió ni más ni menos que moderar los efectos del golpe de Estado en Bolivia, y le salvó la vida a Evo Morales y a su vice Álvaro García Linera.
También fue un acierto la designación de Daniel Scioli como embajador en Brasil, en pleno gobierno de Jair Bolsonaro. Precisamente el rasgo negociador del ex gobernador bonaerense permitió sostener el Mercosur cuando parecía derrumbarse.
Días pasados, el propio Scioli recordó la foto en la que se lo vio junto a Bolsonaro sonrientes prendiendo la velita de una torta. La imagen en su momento fue muy cuestionada, pero ahora el propio diplomático reveló que se trataba de una estrategia para llegar hasta el mandatario en una jugada política. “El Mercosur estuvo a punto de romperse, y hubiese tenido consecuencias catastróficas en la industria nacional, particularmente en la industria automotriz”, recordó.
Pero además de impedir males mayores también hubo definiciones significativas. Por ejemplo, la visita a Lula da Silva cuando estaba encarcelado bajo la acusación de un delito de corrupción que se terminó demostrando falsa.
No menos valiosa fue la decisión de apartarse del Grupo de Lima, que tenía como principal objetivo oponerse de plano a la presidencia de Nicolás Maduro en Venezuela. Al mismo tiempo dio impulso a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que el propio Fernández presidió hasta el 24 de enero, cuando cedió el puesto al primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves. De esta forma, por primera vez un país del Caribe presidirá el Foro regional, lo que llevó a la Caricom (la Comunidad del Caribe) a darle su más absoluto respaldo.
La sumatoria de esos gestos, que incluyeron además viajes a distintas regiones del mundo como parte de la estrategia de alejar al país de un alineamiento obsecuente con Estados Unidos -pero al mismo tiempo apelando a prácticas distantes de lo confrontativo-, permitió a la nación del norte tener un representante en la reciente cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno llevada a cabo en Buenos Aires.
El efecto Lula
La idea de impulsar los foros de integración regional abandonados durante el macrismo comenzaron a dar sus primeros frutos, y no sólo por el arribo como primer destino fuera de Brasil de Lula da Silva, sino porque el acercamiento Buenos Aires-Brasilia ya muestra logros concretos.
No es ninguna novedad que la nueva conducción política de Brasil vuelve a jugar fuerte en favor de la integración regional, una postura que llevó a ese país a ocupar un rol preponderante a escala internacional y que fue perdiendo a raíz de la concepción elitista y extrema de Bolsonaro.
Recrear los tiempos de gobiernos progresistas, populares, de paz interior, estabilidad democrática y crecimiento económico hasta hace poco parecía utópico. Pero hoy, los intentos de reconciliación regional que son tomados en broma por los sectores que siempre juegan en contra son un síntoma claro de que les causa preocupación.
Lula quiere convertir a Brasil en la locomotora de una nueva arquitectura regional, que potencie a nuestros países más allá de su tradicional rol de proveedores de materias primas. En estas horas de escasez energética a raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania, adquiere toda su dimensión el enorme potencial de Vaca Muerta y el hallazgo de un fenomenal yacimiento offshore a 300 kilómetros de Mar del Plata.
Argentina y Brasil, por ello, coinciden en el objetivo de potenciarse mutuamente y sumar voluntades a ese objetivo común. Ni más ni menos que ese fue el fin del Mercosur en lo económico y de la Unasur en lo político. Una coincidencia que se busca fortalecer a través de nuevas instituciones como la CELAC, que entre otros objetivos también busca reducir la dependencia de organismos desacreditados como la OEA.
También buscan cerrar filas en los demorados acuerdos con la Unión Europea, siempre frenados por la protección francesa a sus agricultores, barreras que busca eliminar cuando de sus productos industriales se trata, un cuidado que hoy parece devaluado ante las urgencias energéticas, en especial alemanas.
En ese marco, Alberto Fernández destacó ante Lula que el primer desafío regional es consolidar las democracias y las instituciones, al tiempo que criticó con dureza los intentos de golpe -que calificó de “fascistas”- en el marco de un ambicioso programa de cooperación energética y financiera entre ambos países.
Pero si la visita de Lula fue un verdadero acontecimiento regional, el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC no se quedó atrás. Una vez más, el foro que reúne a 33 países de América Latina y el Caribe puso de relieve su apuesta por “hablar con una sola voz a nivel internacional y gobernarse sin tutorías”. La declaración final también destacó el rol de los países del bloque como principales productores y exportadores mundiales de alimentos.
No menos significativo fue que el documento final dejara expresada la necesidad de combatir el cambio climático, apuntando a establecer estrategias ambientales comunes, el desarrollo de la ciencia, la tecnología e innovación productiva, la infraestructura para la integración y cooperación en materia de educación, materia espacial y nuclear, junto con el explícito respaldo a la Argentina en su reivindicación sobre las Malvinas.
Además del apoyo al país en su reclamo sobre las islas del Atlántico Sur, el documento final de la VII cumbre de mandatarios del organismo puso de relieve “la importancia de la Hidrovía Paraguay-Paraná”, exigió “poner un final al bloqueo a Cuba”, defendió un acuerdo político en Venezuela sin injerencia extranjera, y reclamó una defensa conjunta de los recursos naturales y estratégicos regionales.
«La verdadera política es la política internacional» (Juan Domingo Perón)
Fue una reunión que no pasó inadvertida en el mundo, al punto que el presidente chino Xi Jinping envió un video donde destacó el rol de la CELAC bajo la conducción de Argentina como “fuerza propulsora indispensable para la cooperación global Sur-Sur y el multilateralismo”, en un mundo que ha entrado en un nuevo período de turbulencias y transformaciones que sólo podrá superarse “con el fortalecimiento de la unidad y la cooperación”.
Y es precisamente esa etapa de turbulencias y transformaciones la que da poder e impulso a una región que puede exhibirse al mundo como “zona de paz”, pero también de oportunidades, que fueron las que trajeron al país al canciller de Alemania, Olaf Scholz, en su primera visita a Latinoamérica como parte de una gira que también incluye a Chile y a Brasil.
Fue la tercera oportunidad en que Alberto Fernández se reunió con Scholz, luego de los encuentros que mantuvieron previamente en mayo y junio del 2022 en Alemania, en los que, entre otros temas, analizaron el impacto de la guerra en Ucrania en la producción, distribución y el mercado global de alimentos, como así también la agenda de cambio climático, la seguridad alimentaria y fundamentalmente energética, en momentos en que la mayor potencia europea sufre la falta de provisión de gas ruso.
Alemania es el principal socio comercial de Argentina en la Unión Europea. El intercambio entre ambos países alcanzó el año pasado a 3.600 millones de dólares, es decir, un 8% más respecto de 2021, de los cuales Argentina exportó un 9% por encima del año anterior. Aún así, el déficit comercial alcanzó en 2022 a 1.837 millones de dólares, superando los 1.716 millones de 2021.
Precisamente la búsqueda de energía, tanto en una etapa de transición como en la actual, fundamentalmente mediante la exportación de gas de Vaca Muerta -como a mediano plazo de energía limpia mediante la venta de hidrógeno verde y sus derivados- podría modificar en forma drástica la balanza comercial bilateral negativa.
También el Presidente mantuvo en la semana una reunión con el titular del Consejo Europeo, Charles Michel, con quien dialogó sobre la importancia de fortalecer la relación estratégica entre la Unión Europea y la CELAC. El mandatario coincidió con Michel en destacar la complementariedad entre ambas regiones y la importancia de continuar el trabajo impulsado en los últimos años para alcanzar nuevos acuerdos de entendimiento sobre materias primas y energía. La Unión Europea es el tercer socio comercial de la Argentina y el principal inversor externo.
El futuro económico del continente
Además mantuvo un encuentro bilateral con el principal asesor presidencial especial para las Américas de los Estados Unidos, Christopher Dodd, especialmente invitado a la reunión de la CELAC, lo que despertó críticas pero fortaleció la postura dialoguista de Fernández.
Son esas necesidades energéticas y el potencial argentino para producir tanto gas como petróleo y, a mediano plazo, energía limpia en abundancia, junto a las enormes reservas de litio, lo que han vuelto a ubicar a la Argentina en un lugar clave a nivel internacional.
De allí que los esfuerzos en común con Brasil y la búsqueda de integración regional pueden ser un paso determinante para el futuro económico de todo el continente. Claro que también es necesario que semejante esfuerzo y estos logros políticos no se terminen arrojando por la cloaca de otro endeudamiento irresponsable, o beneficiando a ese grupo de vivos que dilapidan oportunidades por ceguera estratégica internacional arropada de supuesta ideología, o con la finalidad siempre inconfesable de llenarse los bolsillos.