“Illia vivió casi toda su vida en una humilde casa de Cruz del Eje, Córdoba, donde se dedicó a la medicina. Jamás utilizó su influencia a su favor, a punto tal que vendió su auto particular siendo presidente de la Nación para pagar los tratamientos médicos de su esposa en Estados Unidos. Cuando fue derrocado en 1966, se fue de la Casa Rosada en taxi, pues no tenía coche. Rechazó la jubilación y se ganó la vida trabajando en la panadería de un amigo”
Una sola vez tuvo un encuentro cara a cara con Don Hipólito Yrigoyen, en 1929. El Peludo le pidió que fuese el médico de la mutual de los ferroviarios. Viajó a Cruz del Eje, Córdoba, para iniciar esa nueva etapa de su vida. Pero el 6 de septiembre de 1930, las hordas fascistas del ejército concretaron el primer golpe de Estado de la historia argentina, por lo que el médico pergaminense Arturo Umberto Illia comenzó a rehacer su maleta de cartón. Los habitantes de la ciudad le pidieron que se quedara. Así lo hizo. Aquel flaco, alto y un tanto desgarbado con cara de bueno-buenísimo fue a la localidad mediterránea lo que René Gerónimo Favaloro sería, varios años después, al pueblito pampeano de Jacinto Arauz: el médico del pueblo.
Alquiló una casa donde atendía a todos. Muchos le pagaban lo que podían o con especias. Otros, que ni siquiera tenían para los remedios, eran enviados por Arturo Umberto a la farmacia del pueblo, los retiraban gratis y, luego, él los pagaba de su bolsillo.
(Ver también la nota “El Dr. Raúl Rosario y el misterio de los remedios gratuitos”)
“En 1944, cuatro mil vecinos hicieron una colecta. Pusieron un peso cada uno y le regalaron la casa que alquilaba. Y también un auto, que vendió cuando asumió como presidente. Porque hasta entonces las visitas a domicilio las hacía caminando, o si eran en el campo iba a caballo o en sulky”, contó el periodista Adrián Pignatelli en un artículo publicado en el portal infobae en agosto de 2020.
“Si la política es alejada de las fuerzas de las ideas, se convierte única y exclusivamente en el ejercicio del poder”
Nació con el siglo XX, el 4 de agosto de 1900, en la ciudad bonaerense de Pergamino, donde su familia tenía un horno de ladrillos, en el cual colaboraba cuando se tomaba unos días de vacaciones. Su padre y su madre eran italianos.
Hizo la mayor parte de la primaria en su ciudad natal, en la Escuela Pública Nº 18, y continuó sus estudios básicos en el Colegio Salesiano Pío IX de Almagro, en capital federal, donde estuvo en carácter de pupilo. Tuvo que interrumpirlos y terminó rindiendo libre en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Su familia era radical. Arturo Umberto vivenció las álgidas jornadas que lograron la Reforma Universitaria, un cambio sustancial en la enseñanza de nivel superior que fue copiada por casi todos los países de Latinoamérica. Así, “atraído por la historia de lucha, reivindicaciones y valores populares” de la UCR de entonces, se afilió al partido.
Estudió Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), aunque estuvo muy ligado a La Plata, ya que realizó gran parte de sus prácticas en el Hospital San Juan de Dios. Se graduó en 1927, tres años antes de que su referente político, Hipólito Yrigoyen, fuese derrocado bajo falsas acusaciones de corrupción.
Se casó con Silvia Martorell, enfermera de su consulta en Cruz del Eje, el 15 de febrero de 1939. Tuvieron tres hijos: Emma Silvia, Martín Arturo y Leandro Hipólito.
“La riqueza económica de un pueblo no consiste sólo en la abundancia total de bienes, sino más bien, en una eficaz distribución según justicia”
En Cruz del Eje, Illia recorría decenas de kilómetros caminando o a caballo, a fin de llegar a todos los habitantes. A veces iba como médico; muchas otras como “psicólogo”, a charlar con las familias para que sintieran que no estaban solas.
Durante su gestión hizo frente a múltiples presiones. Ante todo, las de las Fuerzas Armadas, ciertos partidos políticos y sectores sindicales. Pero la gran estigmatización pública de Illia fue obra de los periodistas Mariano Grondona y Bernardo Neustadt: ellos lo apodaron La Tortuga y lo tildaron, un día sí y al siguiente también, de “endeble y débil”.
Para estos periodistas, voceros hasta los años 90 y un poco más también de los intereses de los poderosos, el problema de Illia no eran las formas sino el fondo: no era liberal, al igual que Yrigoyen, Lebensohn y, tiempo después, Raúl Alfonsín, el último radical popular.
Despojado de bienes materiales, Illia se retiró de la presidencia de la Nación con menos capital del que contaba al asumir el cargo. Nunca aceptó cobrar una jubilación de privilegio (El Historiador)
En rigor de verdad, Illia, al igual que Yrigoyen, Moisés Lebensohn y otros, estuvo a años luz de las políticas liberales que promovió en los años 20 y 30 Marcelo T. de Alvear -hombre ligado a la burguesía agroexportadora y gran rival interno de El Peludo-, luego el radicalismo que lideró la Unión Democrática en 1946 y que posteriormente se opuso a la reforma de la Constitución en 1949 en su totalidad.
De hecho, Moisés Lebensohn -gran amigo de Eva María Duarte-, como parte de los convencionales constituyentes radicales identificados con el sector intransigente, propuso oponerse a la reelección del presidente, que el peronismo había copiado de la carta magna estadounidense, pero apoyar la inclusión en la ley de leyes de todos los derechos civiles y sociales implementados por el gobierno desde 1946. El sector unionista, entonces, se retiró de la Convención.
(Siempre se creyó o se hizo creer que el radicalismo en su conjunto rechazó la reforma constitucional del 49: historia oficial, no fue así)
“Ningún país puede pensar en desarrollarse sobre bases coloniales”
Luego de ser senador provincial en Córdoba por Cruz del Eje, vicegobernador y diputado nacional, fue candidato a la gobernación y se impuso en las elecciones de 1962, pero el golpe de Estado que derrocó al entonces presidente de la Nación, Arturo Frondizi, no le permitió asumir a él ni a ninguno de los electos como mandatarios provinciales y comunales.
Al año siguiente, y cuando Ricardo Balbín tenía todos los números, Illia fue elegido por la UCR como candidato a la presidencia. Obtuvo el 21% de los votos y mayoría en el Colegio Electoral. En segundo lugar se ubicaron los votos en blanco (19%), expresión de rechazo a la proscripción del peronismo por vastos sectores de la población.
Los comicios estuvieron celosamente fiscalizados por las militares.
Illia asumió el 12 de octubre de 1963. Su vicepresidente fue Carlos Perette.
Pignatelli enumeró: “Durante su presidencia no hubo un solo día de estado de sitio y tampoco presos políticos, hubo libertad gremial y, en 1964, levantó la proscripción al peronismo (NdR.- contra la férrea voluntad del poder económico y las FFAA). En su gestión, Naciones Unidas votó la resolución 2065/65 que convocaba al Reino Unido a sentarse a discutir la soberanía de las Islas Malvinas. Se sancionó la ley del salario mínimo, vital y móvil, la ley de medicamentos, la ley de asociaciones profesionales y se derogó la ley de contratos petroleros. Cuando le preguntaron por qué, respondió: ‘Sencillo, está en nuestra plataforma electoral’. Destinó el 25% del presupuesto a educación, ciencia y tecnología. Además, incorporó al Código Penal la figura de enriquecimiento ilícito de los funcionarios”.
“Para gobernar solo hay que ser honesto y cumplir con la Constitución”
Uno de los 3 presidentes de la historia que no endeudó al país
Que Illia haya tomado como una de sus primeras medidas el levantamiento de la proscripción al peronismo puso en alerta roja a las asociaciones de grandes empresarios y latifundistas, así como a su brazo armado: las FFAA de la Nación. Pero además, fueron las políticas nacionalistas y de claro corte popular que impulsó el pergaminense las que terminaron desatando una campaña mediática nacional y extranjera que le abrió de par en par las puertas a los militares (otra vez…) en 1966.
“La Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Unión Industrial Argentina (UIA) se habían unido en una asociación antiestatal llamada Acción Coordinada de las Instituciones Empresarias Libres (Aciel). Ambas atacaron persistentemente el ‘déficit del Estado’, la inclinación del gobierno por ‘los controles de precios y de cambio’, su ‘proteccionismo a las empresas públicas’, como YPF, y la decisión de ‘mantener congelados los arrendamientos agrícolas’, medida impuesta bajo el gobierno de Ramírez tras la denominada Revolución de 1943 que puso fin a la Década Infame”.
Educación
En 1963 se destinó el 12% del presupuesto nacional a educación; en 1964, el 17%, y en 1965, el 23%.
El 5 de noviembre de 1964 se puso en marcha el Plan Nacional de Alfabetización. En junio de 1965 el programa contaba con 12.500 centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a 350.000 alumnos de 18 a 85 años de edad.
Entre 1963 y 1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, la cifra más alta en toda la historia de la casa de estudios.
La política petrolera
Frondizi había iniciado en su gobierno (1958-1962) una política de explotación petrolera basada en la locación de obras de los yacimientos a empresas privadas, reservando a la estatal YPF la actividad de exploración y la compra de la producción a las empresas foráneas. La plataforma electoral de Illia denunciaba esa política porque “eran concesiones y no locaciones”, además de considerarla “contraria a los intereses nacionales”. Y anuló los contratos de concesión por “vicios de ilegitimidad y por ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación”.
Ley del salario mínimo, vital y móvil
El 15 de junio de 1964 se publicó en el Boletín Oficial la Ley 16.459 del salario mínimo, vital y móvil, previa a la constitución del Consejo del Salario, integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos. Entre los objetivos estaban “evitar la explotación de los trabajadores en aquellos sectores en los cuales puede existir un exceso de mano de obra; asegurar un ingreso mínimo adecuado, y mejorar los salarios de los trabajadores más pobres”. Con los mismos objetivos se promovió la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
La Ley de Medicamentos
La Ley 16.462, también llamada Ley Oñativia en homenaje al Ministro de Salud Arturo Oñativia, fue sancionada el 28 de agosto de 1964. Establecía una política de precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a fines de 1963, fijando límites para los gastos de publicidad, imponiendo límites a la posibilidad de realizar pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. La reglamentación de la ley (mediante el Decreto 3042/65) fijaba además la obligación para las empresas de presentar mediante declaración jurada un análisis de costos y a formalizar todos los contratos de regalías existentes.
Esta ley surgió a partir de un estudio realizado por una comisión creada por Illia sobre 300.000 muestras de medicamentos. Muchos de estos “no eran fabricados con la fórmula declarada por el laboratorio y su precio excedía en un 1.000% al costo de producción”.
Partidarios, opositores y observadores imparciales coincidieron en que esta política tuvo un peso decisivo en el proceso político que culminara con el derrocamiento del presidente.
La Ley de Hacienda
La ley 15.437, pensada junto al entonces ministro de Hacienda, Jonatan O. Huesca, establecía que los productores de hacienda, ya sea de ganado ovino, bovino, vacuno o porcino tenían la oportunidad de solicitar un préstamo al gobierno para incentivar las inversiones en su producción, así, la ganadería comenzó a surgir de entre las cenizas.
Política económica
En materia económica, el gobierno de Arturo Illia tuvo una política de ordenamiento del sector público, de disminución de la deuda pública e impulso a la industrialización. Se creó la Sindicatura de Empresas del Estado para un control más eficaz de las empresas públicas.
La evolución del Producto Bruto Interno (PBI) durante ese período fue del -2,4% para el año 1963, del 10,3% para el año 1964 y del 9,1% para el año 1965. La evolución del Producto Bruto Industrial fue del -4,1% para el año 1963, del 18,9% para el año 1964 y del 13,8% para el año 1965.
Dijo el historiador Felipe Pigna -palabra más, palabra menos- que el único mojón industrialista que conoció el país hasta 1973 tras el ‘primer peronismo’ se dio durante el gobierno de Arturo Illia
El salario real horario creció entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6%. La desocupación pasó de 8,8% en 1963 a 5,2% en 1966.
La deuda externa disminuyó de 3.400 millones de dólares a 2.600 millones. Los otros presidentes que no endeudaron a la Nación a lo largo de la historia fueron Hipólito Yrigoyen, Juan D. Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
El 28 de junio de 1966, Illia fue derrocado. Primero se negó a abandonar la Casa Rosada, pero finalmente cedió ante las amenazas de violencia contra él y los suyos. Se fue en taxi, pues había vendido el auto para pagar el tratamiento médico de su esposa. Llegó el militar Juan Carlos Onganía, el ideólogo de La Noche de los Bastones Largos, o, lo que es lo mismo, el inicio de la decadencia educativa y cultural argentina.