Hoy es un día del periodista agridulce. Más agrio que dulce, si me permiten.
A principios de los 90 hubo un boom periodístico. La cantidad de jóvenes que se anotaban en la carrera de Periodismo de la UNLP pegó un salto enorme que, a lo largo de la Segunda Década Infame, siguió creciendo sin solución de continuidad.
Había dos “motores” que impulsaban ese fenómeno. Uno íntimamente relacionado con el viejo y noble oficio de informar, contar, analizar, entretener. Otro, con la irrupción de un “periodismo de investigación” que prácticamente sacaba a la luz un caso de corrupción por minuto. Y de la mano de ese fenómeno surgieron, fundamentalmente en la TV, las periodistas y los periodistas “estrellas”.
Todas las encuestas de opinión ponían al periodismo a la cabeza de las listas de “instituciones” con mejor imagen y nivel de confianza entre la gente. No hace falta aclarar que la Segunda Década Infame (época a la que quiere volver la derecha vernácula) fue una gran fábrica de hechos de corrupción, pero como la desesperación de los y las periodistas jóvenes y no tan jóvenes era convertirse en estrellas, la denuncia rápida, grandilocuente y el show fueron reemplazando a la investigación, al chequeo de la información y a la seriedad a la hora de informar a la velocidad de la luz. El público pasó a un segundísimo plano. Lo que valía era el rating, la primicia, el “yo lo dije primero”.
Imperdible: el Ex Lanata explica en detalle el monopolio de Clarín – versión completa (tengo50ypicoyque)
En las redacciones de los diarios, estudios de radios y TV se popularizó una expresión, nefasta para mi gusto: “¡bombazo!”. Podía expresarse de distintas maneras. “¡Uy, qué bombazo!” o “¡Tengo un bombazo!”, etc. Pasó a prevalecer “la bomba” periodística. ¿Era cierto? Quizás. ¿Cómo que quizás? Bueno, es un “bombazo”. ¿Puntos de rating? ¿Cantidad de lecturas? ¡Chiquicientas! Entonces sale con fritas.
Al mismo tiempo, la política comenzó a tener relaciones íntimas con el espectáculo. Así las cosas, el periodismo de investigación que movilizó a decenas de miles a estudiar el oficio o carrera a inicios de los 90 fue perdiendo terreno. El “bombazo” podía ser una foto exclusiva de Menem con Madonna, y eso tapaba las explosiones de Río Tercero (por poner un ejemplo arbitrario).
Periodismo de guerra
“¿Hicimos periodismo de guerra? Sí. Eso es mal periodismo. Fuimos buenos haciendo guerra. Estamos vivos, llegamos vivos al final, al último día. Periodismo eso no es… Como yo lo entiendo, no es el que me gusta hacer. Y yo lo hice, no le echo la culpa a nadie, yo lo hice. Eran las circunstancias e hice cosas que en circunstancias normales por ahí no hubiese hecho (…) Si hoy tenemos que hacer el mismo periodismo diría ‘no’. ¿(Ahora) estamos haciendo un periodismo distinto? No siempre…”
Las declaraciones de Julio Blanck -editor jefe del diario Clarín- durante una entrevista con La Izquierda Diario, debieran ser el norte para todos los periodistas. Las hizo antes de morir el 7 de septiembre de 2018, muy joven (64 años) en Estados Unidos, donde estaba realizando un tratamiento por cáncer de páncreas.
Dos de las mayores farsas del periodismo de guerra y el enorme ¿e irreparable? daño que provocaron a la sociedad
El periodismo de guerra no es un invento argentino, pero aquí la guerra fue (es) sin cuartel y provocó un daño que muchos creen que ya es irreparable.
Hay miles de ejemplos. Y, lamentablemente, los sigue habiendo a diario. Pero hace “un rato” se conoció una noticia que dio por tierra con una de las mayores farsas de la historia del periodismo argentino.
¿Durante cuántos años machacaron y machacaron las mentes de millones de argentinos y argentinas con La ruta del dinero K? Bien. El lunes 5 de junio, el juez Sebastián Casanello, por expreso pedido del fiscal Guillermo Marijuán -miembro prominente si los hubo de la “justicia ilegítima”-, sobreseyó a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la causa por supuesto lavado de dinero en la que fue condenado el empresario Lázaro Báez, ante la falta de acusación de la fiscalía (Marijuán) y las querellas.
Marijuán, el mismo que encabezó aquel cinematográfico operativo en el cual retroexcavadoras buscaban dinero escondido bajo tierra en la Patagonia -todo con nuestro dinero, un gasto pornográfico-, le solicitó al juez que dicte el sobreseimiento absoluto de Cristina Fernández porque no había encontrado ni una sola prueba después de 10 años de ¿investigación?
“Buen nombre y honor”
En una resolución de tres carillas, Casanello decretó el sobreseimiento de Fernández de Kirchner “declarando que la formación del presente sumario no afecta el buen nombre y honor” de la vicepresidenta. Tarde piaste, ¿no?
Es que “el trabajo” ya se hizo: mancillar a Cristina Fernández sin pruebas durante ¡10 años!, a través de ella al kirchnerismo, y por decantación al panperonismo.
Jorge Lanata, un general del ejército de mercenarios del periodismo de guerra, estuvo a la cabeza del megaoperativo mediático. Y millones de argentinos y argentinas se cansaron (o no) de repetir como loros: “La ruta del dinero K”. Ruta que lisa y llanamente no existió.
Fíjense la siguiente nota, aparecida en el diario El Mundo de España, el de más tirada después de El País. Así opera el periodismo de guerra, a nivel internacional. Y del mismo modo opera la impunidad periodística: Mauricio Macri, uno de los empresarios y presidente más corrupto de los últimos 40 años, tiene chiquicientas causas con pruebas de sobra: todas cajoneadas.
¿Cuántos se enteraron de que Aníbal Fernández no era “La Morsa”?
Otro caso mediático emblemático y que ayudó a que Cambiemos gane las elecciones de 2015 en la Nación y en la provincia de Buenos Aires fue el que se inventó diciendo que Aníbal Fernández era el autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez (causa de la efedrina).
Otra vez Lanata, en tándem con Elisa Carrió, armaron el gran show.
Al periodismo de guerra le importa un comino la verdad. Su único objetivo es jugar políticamente contra las fuerzas que no se someten al poder económico (su padre) a fin de hacer que pierdan las elecciones a cualquier costo o, “mejor aún”, de sacarlas del juego. ¿Sus armas? Entronizar como grandes periodistas a figuras que se presten al juego y que disparen a mansalva con mentiras flagrantes (fake news), tergiversación u ocultamiento de hechos, estigmatización constante, presentación de falsas imágenes y/o videos (por caso, el de La Rosadita, entre tantísimos), la transmisión 7×24 del mismo mensaje hasta generar una bronca incontenible e irracional en el público, y un eterno etcétera
(Como se puede ver, aquella ilusión de tantos al ingresar a la carrera de periodismo a inicios de los 90 chocó de frente contra un tren de alta velocidad: se pasó del periodismo de investigación a las operaciones mediático-políticas cargadas de pornográficas mentiras que, en un “país normal”, como dicen muchos, hubiesen eyectado de los medios a esos pseudoperiodistas. No señor. Canal 13 promueve una nueva temporada de Lanata con su programa PPT en el año electoral, lo cual habla a las claras del multimedios y anticipa que vendrán más y más operaciones).
A continuación, copiamos y pegamos del diario Ámbito, en su edición del 14 de septiembre de 2020:
“Octubre del 2015. Faltaba una semana para las elecciones a gobernador, cuando Aníbal Fernández fue vinculado con el apodo «La Morsa» por parte de políticos y medios de comunicación y lo acusaron de formar parte de la red de contactos que desembocó en el «Triple Crimen de General Rodríguez» ocurrido en 2008, cuando asesinaron a tres empresario farmacéuticos supuestamente relacionados con el tráfico de efedrina.
“El ex ministro debió ir a las urnas acorralado por las acusaciones mediáticas, que provenían de un preso y un ex policía que dio una entrevista en ese momento sentado en el living de Elisa Carrió. Martín Lanatta, condenado por el triple crimen de General Rodríguez (como autor material), lanzó afirmaciones que luego su abogado desmintió, y el otro, José Luis Salerno, se desdijo en la Justicia.
“Martín Lanatta, junto a su hermano Christian y Víctor Schillaci, protagonizó meses después una fuga de la cárcel de máxima seguridad de General Alvear, donde estaban detenidos por el triple crimen de General Rodríguez.
“En el juicio dijo que los ‘usaron para la campaña política, para perjudicar a Aníbal Fernández’, y que después de eso ‘vino la venganza. Nos querían matar en la cárcel y por eso nos fugamos’”.
“Nos hicieron esa nota arreglada para el programa de (Jorge) Lanata, donde tenía que meter a Aníbal Fernández (entonces pre candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria) en la causa de General Rodríguez”, relató Lanatta en el comienzo del juicio, según contó el diario Clarín.
“Esta semana (…) se conoció que el caso de narcotráfico, que data de 2003, tiene como principal imputado a Julio César Pose, ex agente de la ex SIDE, a quien se endilga haber armado un operativo con la DEA norteamericana para supuestamente detener a traficantes de drogas, y quién sería “la morsa”.
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Muy feliz día para todos aquellos y aquellas que siguen creyendo en el periodismo de verdad y practicándolo; que no se venden por un “sobre”; que no son capaces de mentir en lo más mínimo ni bajo la amenaza del dueño de un medio; que no tienen la palabra “opereta” en el diccionario; que son honestos intelectualmente; que desde su lugarcito y con su plumita, cada día aportan un granito de arena para que el ejército de mercenarios que hacen periodismo de guerra, aunque tengan todo el poder económico detrás, al menos recuerden de tanto en tanto que son millones quienes siguen haciendo honor al maravilloso “oficio de escritor”.