fabiana cantilo
Imaginemos que una rockera veinteañera está camino a grabar su álbum debut. Que la producción se encuentra en manos de Charly García, nada más y nada menos. Que esa chica le pide a Luis Alberto Spinetta, su gran ídolo y con quien tenía muy poco trato, una canción para el disco y él le compone un tema llamado Ventiscas de marzo. Que sus músicos en el estudio iban a ser el propio Charly, Oscar Moro, Rinaldo Rafanelli, Gustavo Bazterrica y Daniel Melingo, entre otros. En fin, el sueño de la piba.
La piba era Fabiana Cantilo, nacida el 3 de marzo de 1959 en la ciudad de Buenos Aires, quien ya tenía un corto pero intenso recorrido en el micromundo del rock vernáculo. Lo que ella no imaginaba en aquel 1984 en que germinaba su primer disco solista, era que el mismo significaría su paso definitivo a la categoría “La dama del rock argentino”, un trono que estuvo en disputa hasta 1990 cuando Patricia Sosa, al disolverse el grupo La Torre, se cruzó definitiva y (en ese entonces) sorpresivamente a la vereda de la música melódica.
Con su canción “made in Flaco Spinetta” bajo el brazo, Cantilo fue corriendo a mostrársela a su productor Charly García como nena con zapatos nuevos y relucientes, pero … ¡Ups!
Así lo contó el periodista especializado en rock, Sergio Marchi, en el libro Ruido de Magia, la biografía oficial de Luis Alberto Spinetta (editorial Planeta): “Charly era como un vendaval; en la cúspide de sus poderes, se puso a producir más discos de lo que en verdad se podía, entre ellos el primer álbum solista de Fabiana Cantilo, devota de Spinetta. A través de Fito, que era su novio entonces, Fabi pudo acceder a Luis y pedirle una canción para su disco. Luis le dio un inédito: Ventiscas de marzo. Cuando fue a mostrarle a Charly lo que había conseguido, este le dijo ‘No, tiene demasiados acordes’. ‘¡Y yo me quería pegar un tiro!’, gritó Fabiana, ‘porque le tenía que decir que no a Spinetta. Que con lógica se ofendió’”.
1984 fue un año muy particular en el mundo del rock nativo, pues fue la época en la cual, mientras atravesaban momentos muy importantes de sus carreras, Charly y el Flaco iniciaron la aventura -al final, fallida- de grabar un disco en conjunto. Para muchos, entre los que se anota el autor de esta nota, el álbum que le falta al movimiento rockero en castellano, como contamos en detalle en el artículo García-Spinetta: ¿por qué fracasó el disco más deseado del rock?
Spinetta estaba en una dimensión semidesconocida para él, pese a que desde finales de los 60 fue uno de los grandes pioneros del rock nacional: iniciar su andadura como solista tras liderar bandas del calibre de Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta Jade. En tanto, García estaba –musicalmente hablando– en un momento cúlmine, pues tras romper todos los papeles que había escrito con Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, venía de editar Clics modernos, segundo LP en solitario, y se preparaba para entrar a estudios a grabar el tercero, Piano Bar; aunque a nivel personal se había subido a una montaña rusa sin cinturón de seguridad, de la cual saltaría años después directamente a la cama de un neuropsiquiátrico (ver Cuando Palito le salvó la vida a Charly).
Volviendo a Cantilo, quien había quedado literalmente atrapada entre los dos “próceres” del rock argento, Marchi contó: “Fabiana, que (en ese momento) vivía la aceleración de sus partículas tan intensamente como Charly, no se rindió. Y cuando volvió a compartir una mesa con Luis Alberto (le contó cómo habían sido las cosas) y le dijo que seguía queriendo hacer un tema suyo. ‘Está bien’, salió del paso Spinetta. ‘Hacete una versión de El Monstruo de la Laguna en tiempo de reggae’. ‘No sé cómo hice para transmitírselo al otro (por Charly)’, se preguntó Cantilo. ‘Pero (la cuestión es que) lo grabamos y Luis vino a tocar. Yo estaba muy loquita. Y en el medio de ese disco me internaron”, rememoró.
“Eran tiempos donde parecía que Charly y Fabiana estaban jugando una carrera mortal. Pero Cantilo sobrevivió y retornó a la grabación, lo que hizo que Charly exclamara: ‘¡Ah, si Fabiana no se muere, yo tampoco!’”.
El álbum debut de Fabiana Cantilo vio la luz en 1986. Su primer éxito fue el tema que dio nombre al disco, Detectives, que en aquella época dorada para el “rock de acá” sonó en conciertos, radios y también en discotecas. Luego sobresalió Amo lo extraño, Tu arma en el sur, Hagamos algo (del rosarino Rubén Goldín) y El Monstruo de la Laguna en una versión rara para quienes tenían el oído acostumbrado a la muy rockera original de Pescado Rabioso, pero bien lograda. En algún punto, fue un anticipo de dos discos muy exitosos de Cantilo, Inconsciente Colectivo (2005) y En la Vereda del Sol (2009), donde grabó clásicos de todos los tiempos, desde Almendra hasta Virus.
Detectives (LP Detectives – 1986)
Crédito: Irina López
Fabiana Cantilo, de pequeña, llegó a cantar en su escuela el tangazo Balada para un loco con Astor Piazzolla y Amelita Baltar entre el público. Luego comenzó a frecuentar pubs, donde hacía versiones de los Beatles y Génesis, entre otros.
Fue en 1979 cuando Viviana Tellas, amiga de su amigo Miguel Zabaleta, la invitó a formar parte de una rareza para la época: un grupo cien por ciento femenino. Se llamó Las Bay Biscuits y lo integraron Viviana, Fabiana, Isabel de Sebastián (luego vocalista de Metrópolis y autora de Héroes Anónimos, el mayor éxito de esa banda, además de vocalista de Virus, Spinetta, Divididos y Fito Páez, entre otros), Diana Nylon (corista de Los Redondos) y Edith Kucher. En rigor, se trataba de un grupo de rock teatral que realizaba música y performances.
El monstruo de la laguna (LP Detectives – 1986)
Mary Poppins y el deshollinador con Fito Páez (LP Algo mejor – 1991)
Por esos años, Fabiana comenzó a ser parte indispensable de una megabanda llamada Ring Club, de cuyo seno terminaron saliendo nada menos que Los Twist y Los Abuelos de la Nada. Una suerte de capitán de ese barco era el saxofonista Daniel Melingo, cofundador de Los Twist con Pipo Cipolatti y, a la vez, integrante de Los Abuelos.
Nada es para siempre con Hilda Lizarazu y Daniela Herrero (LP Sol en Cinco – 1995)
Así recordó Fabiana aquella hermosa locura. “El Ring Club fue la previa de lo que serían Los Twist y Los Abuelos de la Nada. Armábamos espectáculos como, por ejemplo, ‘Juicio oral al doctor Moreau’, que era un tipo que no existía, donde Miguel Abuelo era el juez y Miguel Zavaleta el abogado defensor, o al revés. Hacíamos temas con Juan del Barrio y Los Hermanos Clavel. Una serie de personajes maravillosos. Después, creo que apareció Charly. Nos divertíamos como locos y, por supuesto, no ganábamos un mango. Y eso tiene muchísimo que ver, porque así no había problemas. Fue una de las épocas más creativas de muchos de nosotros”.
Mi enfermedad (LP Algo mejor – 1991)
En 1983 se editó, con producción de Charly García tras una aventura realmente alocada -como contamos aquí-, La Dicha en Movimiento, el primer disco de Los Twist que representaría un quiebre musical y estético casi sin parangón en el rock vernáculo desde la publicación del tema La Balsa, por Los Gatos, el 3 de julio de 1967.
Fabiana era una de las cuatro patas del grupo, de manera que al anunciar que se retiraba para iniciar su carrera solista, hasta Cipolatti y Melingo pensaron que Los Twist duraría solamente ese primer LP. Pero apareció en escena Hilda Lizarazu. Ella y las colaboraciones puntuales de Cantilo estiraron la vida del grupo. Y por suerte que lo hicieron, porque sobrevendrían temas que quedaron como clásicos de clásicos.
En su tercer disco solista, Algo Mejor (1991), Fabiana grabó “el” tema que por siempre la convertirá en una pope del rock argento: Mi Enfermedad, de Andrés Calamaro. La canción está considerada entre de las 36 mejores de la historia del rock según el ranking de la revista Rolling Stones, el más serio de los que se han realizado en estas pampas.
Pero ese álbum trajo otro hit: Mary Poppins y el deshollinador, del cual en 2005 haría una versión con Fito Páez.
En total hizo 13 álbumes de estudio, el último en 2019. El anterior a ese, Superamor (2015), es considerado por algunos críticos como el más logrado de su carrera. Una carrera solista que empezó poniéndola, literalmente, entre la espada y la pared (Charly y el Flaco, o viceversa, como a cada cual le guste).