De la Redacción de 90 Líneas.-
La película pornográfica que están rodando ultraderechistas y derechistas ultra solamente logra que la imagen de hombre de Estado serio, medido, previsible y con fuertes convicciones de Sergio Tomás Massa crezca hasta niveles impensados.
Javier Milei y su pequeño y enclenque entorno demostró en apenas 48 horas que no se lanzó a la política para cambiar absolutamente nada, sino para llevar a cabo un antiquísimo plan consistente en convertir a la Argentina en una factoría. Ese fue el leitmotiv del Pacto Roca-Runciman firmado en 1933, en plena década infame. El problema fue que en 1943, un grupo de militares nacionalistas le puso fin al fraude, la corrupción y el bon vivant de la burguesía terrateniente. El 17 de octubre de 1945, la clase trabajadora empoderada por el secretario de Trabajo y Previsión, Juan D. Perón, y su mano derecha, Domingo Mercante, obligó a los sectores más reaccionarios del régimen a llamar a elecciones. Y nació el peronismo, “el hecho maldito del país burgués”, como definió John William Cooke.
Eso ocurrió hace exactamente ¡78 años! Increíble pero real: hace casi ocho décadas que los descendientes de los “pioneros” del antiperonismo siguen empecinados en “eliminar” al movimiento sociopolítico que vio la luz en aquel lejano octubre. No hay otro modo de interpretar las mesiánicas propuestas de Milei, que no existen, por ejemplo, en ningún país desarrollado del viejo continente.
Ahora, con el “inestimable” apoyo del ex presidente Mauricio Macri, el mismo que en menos de tres años destrozó a los trabajadores, a las pymes y a los comercios de la Argentina y que tuvo su propio Pacto Roca-Runciman (el pacto Macri-Lagarde) que condicionó a la economía de los argentinos y argentinas por generaciones sin que se viera un centavo porque los 45 mil millones del préstamo del FMI se fugaron por completo, y su ladera incondicional, Patricia Bullrich, Milei y Cía pasaron de ser la opción “anticasta política” a hacer negociados turbios con lo más rancio de la casta política y empresaria (ver ¿Quién es Mauricio Macri?), luego de pactar con lo peor del sindicalismo (Luis Barrionuevo) y con fondos de inversión que siempre operaron contra la República Argentina.
“La propuesta de Milei atenta contra la cultura nacional”
Eliminar la escuela pública que ideó Sarmiento, que defendió a ultranza el radicalismo y corporizó el primer peronismo (el gobernador Mercante, en un solo periodo de gobierno, construyó 1.609 nuevas escuelas, a razón de 268 por año), cuando hoy en día el 70% de los niños y niñas bonaerenses concurren a la escuela pública, significa lisa y llanamente querer retornar al 16 de octubre de 1945.
El mismo sentido persiguen los proyectos de privatizar la ciencia (el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas, antecedente directo del Conicet, fue creado durante la primera presidencia de Perón), privatizar la salud, privatizar YPF, Vaca Muerta y el Gasoducto Néstor Kirchner, eliminar todos los subsidios tornando im-po-si-ble que la inmensa mayoría de la población pueda pagar por la energía y el transporte, y romper relaciones con nuestros dos mayores socios comerciales (Brasil y China) por razones ideológicas infringiendo un daño imposible de mensurar a la industria y el trabajo argentino.
Reconocer que las Malvinas usurpadas violentamente en 1833 pertenecen a Gran Bretaña es escupir sobre la tumba de cada soldado argentino muerto en combate y sobre los que no tienen tumba, como los 323 patriotas que murieron tras el ataque a traición al Crucero General Belgrano ordenado por Margaret Thatcher, mujer que Milei admira profundamente por sus ideas ultraliberales.
«…Y en el mismo lodo, todos manoseaos»
Renunciar a la moneda propia y reemplazarla por el dólar con la excusa coyuntural de combatir la inflación es renunciar para siempre a la soberanía nacional y poner todas las decisiones económicas en manos del país que fabrica el llamado billete verde, es decir, Estados Unidos.
Prometer un ajuste más duro que el del FMI es decir, directamente, que se construirá una sociedad con una pobreza estructural superior al 60%. Vale recordar que el primer peronismo canceló la deuda externa argentina y que se negó a integrar el naciente FMI. ¿Quiénes se sometieron al Fondo Monetario? Los golpistas de 1955, dueños de un antiperonismo tan feroz como nunca se volvió a ver hasta la dictadura de 1976. No es casualidad.
Hablando de dictadura del 76, reivindicarla y negar el genocidio es el acto político más atroz desde 1983 a la fecha. Y Milei lo hizo públicamente en el debate televisivo, luego de que su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, organizara un acto negacionista prodictadura en la Legislatura porteña. Vale recordar que su padre, el teniente coronel retirado Eduardo Marcelo Villarruel, encabezó en Chubut un movimiento militar para negarse a jurar por la Constitución Nacional en 1987.
1987 fue el año del primer levantamiento golpista carapintada, que persiguió la impunidad total para los torturadores y asesinos de la dictadura. Fue entonces cuando Antonio Cafiero, el líder opositor peronista al gobierno radical encabezado por Raúl Alfonsín, se instaló -día y noche- en la Casa Rosada hasta que los sublevados depusieron las armas. Dos demócratas cabales.
Milei jamás le respondió ni sí ni no ni blanco ni negro a la periodista de TN que le hizo la pregunta más sencilla del mundo: “¿Usted cree en la democracia?”. Quien calla, otorga.
Insultar al primer Papa argentino de la historia mundial, uno de los mejores sumos pontífices que conoció la Iglesia Católica, al punto de gritarle “zurdo de mierda que pregona el comunismo” y, peor aún, “enviado del maligno en la Tierra”, fue un puñal en la espalda de millones y millones de argentinos y argentinas que profesan la fe católica. Y la propuesta de su idolatrado Benegas Lynch de romper relaciones con el Vaticano mientras Francisco sea el líder de la Iglesia, la frutilla del postre de un disparate sin igual.
Para el final (de lo contrario podríamos escribir un libro de barrabasadas) dejamos un tema central: la quita lisa y llana de todos los derechos que el peronismo les dio a las trabajadoras y trabajadores de la Patria desde 1943, cuando venían desde el siglo XIX bajo un régimen laboral de esclavitud, literalmente. La jornada laboral de ocho horas, las vacaciones pagas, el aguinaldo, la indemnización por despido, el salario digno, así como la escuela y la salud públicas, la defensa irrestricta de las Malvinas, la moneda nacional, la democracia para siempre y el Nunca Más no sólo a las dictaduras sino a los gobiernos autoritarios, y un largo etcétera, representan profundos surcos en el alma de cada argentino y argentina, que ha ido pasando de generación en generación hasta convertirse en un hecho cultural. Y lo cultural no se destruye. Pretender destruir al peronismo siempre caerá en saco roto más allá de un resultado electoral, porque hace rato que el peronismo dejó de ser exclusivo de los peronistas y que se convirtió en parte indivisible de la cultura nacional.
Milei, y ahora Milei-Macri-Bullrich-Villarruel, representan el deseo más caro a la antiargentinidad: reconstruir la sociedad del 16 de octubre de 1945. Imposible. Pero cierto es que esa entente neofascista es capaz de hacer muchísimo daño en su porfía tan inquebrantable como irracional.
Mientras Milei llamó a “ponerle la tapa al ataúd del peronismo”, siempre apelando a figuras de destrucción y muerte, alguien sentenció: “Buscaré convencer a muchos pares para que voten a Massa en el balotaje, porque Milei no representa la identidad cultural de la Argentina. La propuesta de Milei atenta contra la cultura nacional, y esto va más allá de su propuesta económica”.
¿Lo dijo alguien de La Cámpora? No precisamente. Lo dijo el alto dirigente empresario José Urtubey. Y agregó: “Si ustedes leen a Alberto Benegas Lynch, verán que claramente está en contra de la cultura de inclusión social. Otra demostración de falta de sensibilidad absoluta es su relación con el Papa. Estamos hablando de gente que, estando en el extremo, roza la inconsistencia mental” (Infobae, lunes 23 de octubre de 2023).