Como si nadie conociese su curriculum vitae, que dice que su clan familiar creó un poderoso holding económico durante, gracias a, y en connivencia con la dictadura cívico-militar de 1976 a 1983, la más sangrienta y cipaya de la historia argentina, el ex presidente y líder de Juntos por el Cambio, Mauricio Macri, se victimizó días atrás diciendo que es un “perseguido político”. ¿Por qué? Porque por primera vez desde que su fallecido padre, Franco Macri, llegó al país en 1948, el Estado nacional -del que siempre se benefició y al que siempre estafó- decidió hacer lo que debía hacer: empezar a cobrarse una partecita de todo lo que el clan le robó al fisco a lo largo de décadas.
Lo hizo declarando la quiebra del Correo Argentino, empresa privatizada por el menemismo y que quedó en manos del clan. Como durante 10 años se negaron a pagar el canon, acumularon una deuda de 296 millones de dólares. En 2003 fue estatizado por el gobierno de Néstor Kirchner. Pero 18 años después, el emporio Macri seguía dándole vueltas al pago de la deuda, y su última propuesta fue saldar una sexta parte de la misma. Entonces, se cansó el Estado; es decir, todas y todos nosotros, que ya le pagamos a “la familia” durante años y años las deudas de sus empresas privadas estatizadas por la dictadura en 1983.
Esta no es una biografía de Mauricio Macri. Tampoco pretendemos desvelar si su cinismo y obsesión compulsiva a mentir son patológicos o producto de una “estrategia política”, pues a ese nivel -fue jefe de gobierno porteño, presidente de la Nación y hoy es el líder de la oposición- lo único que interesa es el enorme daño que le hizo y le sigue haciendo al país y a la democracia.
Lo que pintaremos, con brocha gorda, es el cuadro del crecimiento exponencial del clan Macri merced a la dictadura, de la cual fueron un soporte clave junto con otros grandes grupos empresarios, y su diversificación y afianzamiento a lo largo de casi todos los gobiernos democráticos, procesos íntegramente plagados de irregularidades.
La pregunta del millón es porqué tantas y tantos argentinos le confiaron el país si, ya desde la oscurísima noche dictatorial, se sabía perfectamente quién era Mauricio Macri. Esa respuesta no la tenemos. Aunque más adelante citaremos la versión de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), que da pie a proyectar el gigantesco daño que el ex presidente de Sociedades Macri (SOCMA), de Fiat-Sevel y del Club Atlético Boca Juniors le infligió a la confianza de millones de argentinos y argentinas en la política, la democracia, las instituciones, la República y las libertades.
UN ASCENSO METEÓRICO
Entre 1951 -apenas tres años después de llegar al país con tan solo 18- y 1969, Franco Macri armó una empresa mediana, SIDECO, “asociándose a capitalistas nacionales” y “casándose con la hija de una adinerada familia terrateniente de Tandil dueña de Philco, Alicia Blanco Villegas, cuando ésta tenía 15 años”, indicó Arnaldo Gómez en su columna de Radio Belgrano el 27 de abril de 2017.
El columnista contextualizó: “Durante la dictadura instaurada en 1955, durante el desarrollismo (presidencia de Arturo Frondizi, 1958-1962) y durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970), diversos monopolios imperialistas pugnaban por el mercado interno argentino”, el cual entre 1946 y 1955 estuvo bajo la tutela del Estado-empresario creado por el peronismo.
Querían aprovechar la acumulación de capital y el dominio del mercado de las aún poderosas empresas estatales. “Franco Macri, en vez de defender el capital nacional, optó por convertirse en un intermediario de los intereses extranjeros”, dijo Gómez. En 1969 se erigió en el capitán del barco con el cual el emporio de la aristocrática familia italiana Agnelli, dueños de Fiat, Ferrari y la Juventus, entre cientos de negocios que la colocan hoy en el cuarto lugar entre las 750 mayores familias empresariales del mundo, desembarcó en Argentina.
Argentina jamás tuvo, a diferencia de los países desarrollados de Europa, una burguesía industrial y nacional. Los grandes grupos económicos siempre estuvieron en la vereda de enfrente de los gobiernos nacionalistas, industrialistas y populares.
Eso sigue ocurriendo hasta hoy y es una de las causas por las cuales el país nunca despega, pero ello es tema de otra nota (o más bien, de una tesis de grado). Lo cierto es que muy lejos de ser la excepción, los Macri también siempre estuvieron alejados de un proyecto de Nación desarrollada e inclusiva; siempre priorizaron el beneficio del clan y, en el mejor de los casos, de la casta a la que pertenecían; siempre beneficiándose de los contratos con el Estado y de las prebendas que obtenían de los diversos gobiernos para saltarse las normas, evadir impuestos, fugar dinero, entrar en el lucrativo juego fácil de la rueda financiera y, pese a todo, aparecer ante la sociedad como abnegados empresarios que “se hicieron de abajo” y “ayudaron al país”.
El primer golpe fue la creación de Impresit-Sideco en 1961: un 51% Fiat y un 49% Macri. El síndico fue A. Lisdero. De estrechos vínculos con Von Buch, representante de Siemens, junto al presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el almirante Quihillalt, armaron los pliegos y ganaron la licitación para la construcción de las centrales nucleares, sumándose a la liga de la tristemente célebre “patria contratista” y comenzando así su ascenso entre los poderosos.
LA LLUVIA DE DÓLARES OCURRIÓ…ENTRE 1976 Y 1983
Con SIDECO como nave insignia y 7 empresas a nombre de la familia para mediados de los 70, el clan constituyó Sociedades Macri (SOCMA), en la cual tuvo un rol clave Mauricio Macri.
Como se dijo, la dictadura cívico-militar de 1976-1983 fue el abono que permitió el crecimiento del grupo. Franco Macri fue parte del núcleo de poder que conformaron, en la etapa comandada por la siniestra dupla Jorge Rafael Videla – José Alfredo Martínez de Hoz, los principales holding económicos del país, como Pérez Companc, Techint, Arcor, Loma Negra, Bunge y Born, Acindar, Bridas, Clarín y, claro está, SOCMA. Fueron la pata civil de la dictadura, definió el periodista Raúl Dellatorre.
Mauricio Macri recibió, cuando no, un guiño de la Justicia. Fue sobreseído en la causa Panamá Papers. Llamativamente la decisión la tomó un juez el 6 de agosto de 2019, antes de las PASO donde se presentó como candidato a la reelección por Juntos por el Cambio
Antes de la dictadura, el clan tenía 7 empresas, y a su término, nada menos que 47 en los más diversos rubros, como construcción, bancos, automotrices, peajes y manejo de los residuos. Todos los grandes emporios económicos hicieron fortunas bajo el régimen dictatorial. Y todo estuvo perfectamente planificado. Macri y los demás fueron los beneficiarios del brutal proceso de concentración de riqueza que se llevó a cabo en esos macabros siete años: en 1974 el 51% de la torta económica estaba en manos de los trabajadores y el 49% en el campo empresario; en 1983, la participación de la clase trabajadora en la riqueza nacional se había reducido a un 22%.
Se trató del desembarco en la Argentina del ultraliberalismo (más conocido como neoliberalismo), cuyo campo de experimentación estuvo del otro lado de la cordillera, en Chile, desde 1973. Ese año, las fuerzas armadas trasandinas derrocaron al presidente socialista Salvador Allende e implementaron, de la mano de su creador, el economista estadounidense Milton Friedman, las teorías ultraliberales también conocidas como “de la Escuela de Chicago”.
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Pero los beneficios dictatoriales para el clan y los otros grupos económicos no terminaron allí ni mucho menos. La frutilla del postre llegó en 1982, cuando el Banco Central estatizó las deudas de las grandes empresas privadas, un “favor” a la clase dominante que a todas y todos los argentinos nos costó 15.000 millones de dólares que se pagaron con decenas de ajustes durante décadas (ajustes que implicaron menos obra pública, desfinanciación de la educación y la salud públicas, falta de trabajo, pensiones paupérrimas y un larguísimo etcétera).
Es interesante observar la similitud entre esas consecuencias sobre la sociedad con las que provocaron las políticas del gobierno de Cambiemos (luego Juntos por el Cambio) encabezado por Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Otro punto en común: la dictadura endeudó al país por generaciones, pasando la deuda externa de 8.085 millones de dólares en 1976 a 46.065 millones en 1983; Macri tomó deuda con el FMI, del cual Argentina se había desligado durante el gobierno de 2003 a 2007, incrementando la deuda externa bruta un 76% entre finales de 2015 y finales de 2019, según los datos oficiales del INDEC. “Fue el presidente que más se endeudó desde 1970” (Ámbito, 4 de agosto de 2020).
La dictadura también fue la que abrió la puerta del país a la especulación o “bicicleta financiera”. Macri y Cía. se beneficiaron pidiendo préstamos en dólares en el exterior, sobre todo en EEUU, transformando aquí esos dólares en pesos y depositándolos a tasas altísimas, para luego recomprar un 50% promedio más de dólares de los que habían pedido, devolver el préstamo y quedarse con el “vuelto”.
Ese mecanismo también lo puso en marcha Mauricio Macri durante su presidencia.
RESIDUOS, CORREO, CONTRABANDO
En 1979 le otorgaron Manliba, la empresa de recolección de residuos privatizada por el gobierno militar. La concesión terminó en un escándalo cuando el clan se resistió a la aplicación de un descuento, ya en tiempos democráticos. Se ingresó en un proceso judicial entre la intendencia porteña y el grupo Macri que, por supuesto, la Justicia dirimió a favor del segundo.
Mauricio Macri fue el presidente de Fiat-Sevel. Cuándo no, se dedicó a evadir impuestos mediante un esquema de “contrabando”. Entre 1993 y 1995, Sevel Argentina exportaba autopartes a Sevel Uruguay (es decir que se exportaba a sí misma) y cobraba importantes reintegros por exportaciones. No obstante, esas piezas se ensamblaban en el país vecino y Sevel Argentina luego las importaba como automóviles terminados, por lo que la empresa también se beneficiaba con un arancel preferencial por importaciones del 2%.
La Dirección General Impositiva determinó que Sevel evadió unos 5 millones 739 mil dólares en esos dos años. Asimismo, solamente por reintegros y en 1993, el monto sumó 730 mil dólares. Imputado por contrabando, Macri fue absuelto por la Corte Suprema manejada a placer por el entonces presidente Carlos Menem.
Asimismo, en el menemato el clan entró en el juego de las privatizaciones a precios de remate. Fue cuando se hicieron con el Correo Argentino. Los costos de las correspondencias se multiplicaron por 10. Sin embargo, como no les permitieron aumentar las tarifas, se negaron durante más de una década a pagar el canon acumulando una deuda de casi 300 millones de dólares. Hasta que en 2003, el primer kirchnerismo estatizó la empresa. El resto, ya lo contamos: el Estado declaró la quiebra y Mauricio Macri dijo que es “un perseguido político”, motivo por el cual recibió gestos públicos de solidaridad, vía Twitter, de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
GOBERNAR ES HACER NEGOCIOS (PARA UNO MISMO)
Son muchísimas las causas que se acumulan sobre las espaldas de Mauricio Macri tras su presidencia. Pero dos son emblemáticas: el conocido como “curro” de las autopistas y el de los parques eólicos.
Como dueño de Autopistas del Sol y presidente, Macri jugó de ambos lados del mostrador. Su gobierno dispuso un aumento del 50% de la tarifa en enero de 2016 y de otro 100% entre enero y febrero de 2017. El clan saldó sus deudas, y cuando las acciones subieron hasta un 394%, vendió AuSol.
Más negocios desde la Casa Rosada. “La compañía Sideco Americana, empresa insignia del holding de los Macri, creó junto con un grupo de socios cuatro empresas a nombre de un contador. Así adquirieron 6 parques eólicos en la provincia de Chubut y en Miramar, provincia de Buenos Aires, que meses más tarde revendieron, obteniendo una ganancia de 15 millones de dólares en menos de un año. De acuerdo al reporte anual de la compañía asiática Goldwind, a esa ganancia deben sumarse otros 33 millones de dólares, dando un total de 48 millones de diferencia entre lo que pagaron a Isolux (propietaria de los parques) y lo que revendieron meses después” (Diario Perfil, 8 de enero de 2018).
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En el informe que la APDH realizó sobre el gobierno de Cambiemos con el objetivo de “concientizar a la población” porque “el país no resistiría otro gobierno de ese tipo”, remarcaron que muchos argentinos y argentinas creyeron realmente en que podía darse un cambio que abriera las puertas a una alternancia en el gobierno entre el peronismo y una centroderecha democrática. Luego, subrayaron la tremenda desilusión que esos millones de ciudadanos se llevaron.
En ese contexto, vale decir que Mauricio Macri como líder de una derecha que en rigor ya es ultraderecha, ha generado un daño muy difícil de reparar en términos socioeconómicos, políticos y culturales, pues ha provocado en aquel que no quiere votar al peronismo (sin necesidad de ser del histórico núcleo duro antiperonista) la sensación de que ya no tiene opciones. De hecho, la alternativa en las próximas elecciones para quienes no estén de acuerdo con el actual gobierno es…Juntos por el Cambio, es decir, quienes dejaron un país devastado a finales de 2019. Además, con los mismos nombres y rostros, salvo algún maquillaje que no pasa de eso.
NdR: este artículo fue escrito antes de que se conociera la gravísima denuncia de la Cancillería de Bolivia sobre el envío de material bélico por parte del gobierno de Mauricio Macri para apoyar el golpe de Estado en el país vecino