“¿Te acuerdas del baile de los palos de escoba? ¿Te acuerdas que entonces era la nueva ola? Y bien… ¿Qué es esto de nuevo? / Te acuerdas del tipo que rompía las guitarras cuando nadie tenía un miserable amplificador, ¡hay miles ahora! / Corbatas con saco gris, flequillo sólo hasta la nariz… La historia prosigue pero amigos yo ya la vi…”
Desde el tema Mientras miro las nuevas olas, incluido en Bicicleta, el tercer álbum de estudio de Serú Girán grabado entre septiembre y octubre de 1980, Charly García criticaba la new wave (nueva ola), un sonido nacido a finales de los ‘70 en Gran Bretaña que luego recaló en EEUU y, finalmente, llegó a la Argentina prácticamente en ese año de 1980 (el LP Wadu Wadu de Virus se editó en noviembre del ‘81, aunque el disruptivo sexteto platense venía ensayando y tocando desde hacía unos años).
El líder de Sui Generis, La máquina de hacer pájaros y Serú Girán, que en ese entonces seguía haciendo rock progresivo y del muy bueno, consideraba que aquella movida simulaba ser algo nuevo cuando en realidad -pensaba- era lo mismo que se había visto décadas atrás aunque bajo otras formas.
Pero como el rock siempre fue un espejo de la realidad, Charly terminó convirtiéndose, apenas un par de años después, en quien cambió por completo el sonido y la estética del rock nativo. ¿Haciendo qué? New wave.
En 1982 ya “avisó” con un par de temas de su primer disco solista, Yendo de la cama al living. Por ejemplo, con la canción que dio título al álbum, donde García, en estudios, tocó todos los instrumentos. O con No bombardeen Buenos Aires. El resto de ese trabajo fue una suerte de puente entre Serú Girán y lo que vendría.
Yendo de la cama al living (Charly García – álbum homónimo – 1982)
Y lo que vino fue su segundo álbum solista: Clics modernos. Una obra cúlmine del rock argento. Charly utilizó allí cajas de ritmos, baterías y teclados electrónicos y hasta samplers.
Un detalle nada menor: el disco se grabó en los emblemáticos y súper sofisticados estudios Electric Lady de Nueva York, creados en 1970 por -para muchos- el mejor guitarrista de todos los tiempos, Jimi Hendrix. Y el compositor, cantante y multiinstrumentista argentino contó con la producción de Joe Blaney, un reputado productor estadounidense que justo venía de producir a la banda de punk-rock británica The Clash: una de las tapas más icónicas del rock es la del álbum London Calling de ese grupo londinense, consistente en una fotografía donde se ve a Paul Simonon rompiendo el bajo… En fin, al menos no era la guitarra…
Charly ya había tenido un acercamiento a nuevos ritmos cuando decidió producir, a contramano del pope de la industria musical argentina, Daniel Grinbank, el primer disco de Los Twist, La dicha en movimiento (1983), coprotagonistas de la mayor revolución estética, de sonido y de poesía del rock argento a inicios de los ‘80.
Se dice que Charly habría tenido un duro entredicho con Gustavo Santaolalla, el otrora líder de Arco Iris, la banda de hippie-rock por excelencia en los inicios del rock argentino, cuando éste, desde su exilio en EEUU comenzó a criticar que en Argentina se siguiese haciendo folk rock y rock progresivo. De hecho, en 1978 Santaolalla creó en el país del norte -al que emigró a causa de la dictadura cívico-militar- el grupo de punk y new wave Wet Picnic.
Y en 1981, durante una temporada corta que pasó en Argentina, grabó el disco Santaolalla casi al mismo tiempo que Virus grababa su Wadu Wadu. De allí se rescatan piezas como el rock bailable Ando rodando y Vasudeva, para muchos el primer tema reggae argentino.
Ando rodando (Gustavo Santaolalla – 1982)
Lo cierto es que Charly entró a los estudios de Nueva York y dio forma a un trabajo que, hasta hoy, está considerado por otros músicos, productores y periodistas especializados como el segundo mejor disco de la historia del rock nacional después de Artaud, de Luis Alberto Spinetta.
Clics modernos fue un disco hecho con máquinas. Literalmente. E introdujo sonidos que llegaron a dejar en estado de shock a los más fanáticos de Charly, porque no tenía un solo punto en común con todo lo que había hecho hasta entonces desde el primer álbum de Sui Generis.
Así lo contó. “Necesitaba un baterista y me encantaba el de Jan Hammer. Era buenísimo. Pero no funcionó. No sacaba el sonido que yo quería. Entonces usamos la (caja de ritmos) TR-808 para grabar Nos siguen pegando abajo”.
Nos siguen pegando abajo (Charly García – Clics modernos – 1983)
Cuestión que Charly grabó todos los sonidos y luego apeló a un guitarrista (Larry Carlton, violero que grababa con Michael Jackson, tocó en tres temas), un baterista (el desconocido Casey Scheverrell) y un saxofonista para una sola canción. Pero les pidió que se limitaran a tocar exactamente lo que él había programado en las máquinas.
Un argentino que ayudó a García en Nueva York fue Pedro Aznar, que en ese momento integraba la banda del virtuoso jazzero estadounidense Pat Metheny
Y en No me dejan salir innovó con el uso de un sampler para utilizar sonidos creados por nada menos que el rey del soul, James Brown.
¿Qué es un sampler? De modo muy simple: una máquina a la que se le cargan sonidos que luego se pueden usar a gusto a través de la voz, un teclado, una batería, etcétera. La “industria del sample” se generalizó tanto desde los ‘80 en el mundo que dio origen a un sitio llamado Whosampled (algo así como quién o quiénes samplean), de consulta obligatoria para los musicólogos. Bien, No me dejan salir registra 7 sonidos tomados de otros tantos temas de James Brown, como mostramos a continuación (Aclaración más que importante: samplear no es sinónimo de plagiar ni mucho menos si se hace como corresponde).
Who Sampled (registro de las 7 muestras de James Brown en No me dejan salir)
No me dejan salir (Charly García – Clics modernos – 1983)
Ahora bien, Clics modernos salió a la venta el 5 de noviembre de 1983 y se convirtió en la puerta de entrada grande -sin olvidar a los pioneros como Virus- de la new wave a la Argentina. Incluso desde lo estético, un Charly con pelo corto y ropa negra aparecía en una composición de tapa que rompía todo lo preestablecido.
“Encontré en Nueva York una figura pintada en una pared que me recordó mucho a las que pintaban en Argentina para representar a los desaparecidos, y la usamos”, contó García, quien en el álbum incluyó canciones con letras que apuntaban directamente a los terribles años que terminaba de vivir la sociedad argentina, como Nos siguen pegando abajo, Los dinosaurios, entre otros.
Los dinosaurios (Charly García – Clics modernos – 1983)
“La Selección”
Claro que el disco, una vez en la calle, tenía que pasar a los conciertos; al vivo. Y fue en ese momento cuando Charly García formó la que para muchos es una de las mejores bandas de la historia del rock vernáculo. Una suerte de selección. En guitarra, Pablo Guyot. En batería, Willy Iturri. En bajo, el enorme Alfredo Toth (ex Los Gatos y Los Desconocidos de Siempre, entre otros). En vientos, Gonzalo Palacios (Los Redonditos de Ricota, Los Twist, Sumo, más adelante Soda Stereo) y nada menos que Daniel Melingo, cofundador de Los Twist y saxofonista de Los Abuelos de la Nada. En coros, la que con el tiempo sería considerada “La Voz” femenina del rock nacional, Fabiana Cantilo. En tanto, en teclados aparecía un pibe rosarino de 20 años que venía de tocar con Juan Carlos Baglietto y de componer la inmensa mayoría de los éxitos de sus tres primeros elepés: Fito Páez.
Guyot, Iturri y Toth, quienes venían de ser la banda de Raúl Porchetto en su disruptivo álbum Metegol, formarían GIT. Además, Iturri y Toth habían integrado a inicios del ‘82 la pionera banda new wave de Gustavo Santaolalla.
Clics modernos fue presentado durante cuatro noches en el Luna Park.
Luego, en 1984, saldría el tercer disco solista de Charly, Piano bar, con la misma súper banda. Al igual que Clics modernos, se presentó en el Luna Park: muy difícil explicar con palabras cómo sonaba esa “selección de rock argento”.
La primera selección de rock nacional de Charly García data, en rigor, de mediados de los años ’70. La máquina de hacer pájaros, con Oscar Moro en batería, Gustavo Bazterrica en guitarra, Carlos Cutaia en teclados y José Luis Fernández en bajo fue algo muy adelantado a su época, al punto que ni los “especialistas” entendieron a aquella banda de rock sinfónico-progresivo que nada tenía que envidiarle a las mejores del mundo, y fue blanco de duras críticas. Con el tiempo, se lo valoró con creces. Tarde quizás.
Bonus track 1.-
Demoliendo hoteles (Charly García – Piano bar – 1984)
Bonus track 2.-
No se va a llamar mi amor (Charly García – Piano bar – 1984)