Una persona puede ir al Museo de Ciencias Naturales de La Plata mil veces y mil veces se quedará observando, fascinada, al majestuoso Diplodocus que domina la enorme Sala 2. Es la estrella principal, sin lugar a dudas. Y por supuesto que atrapa la atención de los niños, pero de los mayores también. ¿Quién no lo miró largamente e imaginó cómo hubiese sido cruzarse con uno en el Jurásico superior, hace más de 150 millones de años? ¿O por qué no allí mismo, como en una película de ciencia ficción?
Ahora bien, ¿cuánto sabemos de la estrella del Museo? Seguramente, algunos todo, otros mucho, el resto no tanto.
¿Cuándo y cómo llegó al Bosque platense? ¿Quiénes lo armaron? ¿Siempre estuvo en el mismo sitio? ¿Quiénes lo descubrieron? ¿Dónde? ¿Es una donación? “¿Vive?”, preguntaría una famosa conductora de televisión.
Chistes aparte, empezaremos diciendo que nadie lo descubrió porque el Diplodocus platense no es real sino una réplica del dinosaurio original, el cual se halla en un museo de la ciudad de Pittsburgh, en el estado de Pennsylvania, al noreste de los Estados Unidos. Ya veremos cuándo se hizo la reproducción (hicieron, mejor dicho, porque hay varias idénticas por el mundo), con qué materiales y qué cambios experimentó con el paso de los años.
TODO NACIÓ EN UN CASTILLO DE ESCOCIA
¿Qué tiene que ver el multimillonario escocés Andrew Carnegie con la estrella del Museo de La Plata? Todo.
Resulta que algún día del año 1905, el magnate del acero estaba de vacaciones en su castillo situado en Sutherland, Escocia, cuando lo visitó su amigo el rey Eduardo VII de Inglaterra. El monarca quedó impactado con un dibujo perfecto del esqueleto de un Diplodocus, que Carnegie había colgado en la pared. Y como era rey, quiso uno. No un boceto, sino un ejemplar. Le dijo que era para el Museo Británico de Londres.
El industrial, que residía en Estados Unidos desde niño, le dijo que era prácticamente imposible conseguir otro. De hecho, el original se había armado con piezas de distintos dinosaurios (de la misma especie, claro) halladas en varias expediciones.
No obstante, quien halló la solución fue el director del Museo de Historia Natural Carnegie financiado por el magnate y ubicado en Pittsburgh, el paleontólogo William Jacob Holland. Le propuso hacer una réplica exacta a tamaño natural. Y así se hizo.
Por supuesto, la primera fue a Londres, a pedir de boca de rey (fue desmantelada en 2017). Pero con el tiempo se realizaron otras ocho. ¿Entonces el Diplodocus del Bosque tuvo y/o tiene “hermanos”? Exactamente. Y en su momento fueron enviados al Museo Real de Berlín, Alemania, el Museo de Historia Natural de París, Francia (ambos realizados en 1908), el Museo Imperial de Austria, el Museo de Paleontología de Boloña, Italia (los dos de 1909), la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo, Rusia (1910), el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, España (1913) y el Museo de Historia Natural de México (1928).
Dinosaurio Museo La Plata
El platense no fue el primero pero tampoco el último. Se montó en 1912. Y fue el mismísimo William Holland, junto con el colega que descubrió los restos del original, Arthur Coggeshall, quienes lo armaron en la actual Sala 3 del complejo científico de La Plata. ¿Cómo lo trajeron? Ya veremos. Primero viajemos al siglo XIX para encontrarnos con la expedición que halló al Diplodocus original.
A principios de 2017, las 292 piezas de la primera réplica que se hizo del Diplodocus carnegii para el Museo Británco de Londres, popularmente conocido como Dippy, fueron desmanteladas tras una “gira” por el Reino Unido. Su lugar pasó a ocuparlo el esqueleto real de una ballena azul que murió en 1891 en una playa irlandesa
Antes que nada debemos aclarar que hay cuatro especies de Diplodocus. Además del que domina el Bosque platense, denominado Diplodocus carnegii por Andrew Carnegie, dueño del museo de Pittsburgh y financista de las expediciones arqueológicas, están el hayi, el longus y el hallorum.
Los primeros restos de un dinosaurio del género Diplodocus (en griego “doble viga”, por la forma de la parte posterior de la cola) se descubrieron en el año 1877 en formaciones de finales del Jurásico superior (aproximadamente entre 155,3 y 145 millones de años atrás) ubicadas en Canyon City, Colorado, Estados Unidos. Se trató de la especie longus.
El Diplodocus platense es del tipo carnegii, el más popular, y fue hallado en el año 1899 durante una expedición a la formación geológica Morrison -también del Jurásico superior- exactamente cuando esta pasa por el estado de Wyoming, en el centro-oeste de Estados Unidos.
Como se dijo, lo encontró el paleontólogo Arthur Coggeshall, quien en 1912 estuvo en nuestra ciudad armando la réplica junto a su colega Holland. De hecho, ellos armaron todas las copias que están repartidas por el mundo.
Con las piezas halladas por Coggeshall y su equipo más otras de la misma especie descubiertas tiempo después, se montó el original en el Museo del magnate escocés. De ahí que ante el “quiero uno” del rey de Inglaterra, tuvo que decirle “lo siento Su Majestad, pero sólo podemos hacerle una copia… exacta”.
DE PITTSBURGH A LA PLATA
Luego de realizar la primera réplica para el Museo Británico de Londres, las otras se hicieron por pedido expreso de jefes de Estado interesados en la divulgación científica. Aquí, la primera solicitud al Museo Carnegie llegó a EEUU firmada por el embajador de ese país en Argentina, de manera tal que fue denegada. Recién cuando el presidente de la Nación, en ese entonces Roque Sáenz Peña, envió una misiva de su puño y letra, los paleontólogos y técnicos pusieron manos a la obra.
El día 20 de agosto de 1912 partió un buque desde el puerto de Brooklyn, Estados Unidos, con destino al puerto de Buenos Aires. No era un viaje más. En sus depósitos llevaba treinta y cuatro cajas con las piezas de un Diplodocus carnegii “para armar”. Su casa sería el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Desde Buenos Aires a la capital bonaerense las cajas viajaron en tren. Los paleontólogos Holland y Coggeshall se hospedaron cerquita: en el Observatorio.
Dinosaurio Museo La Plata
Los científicos locales Marcelo Reguero, Alejandro Otero y Zulma Gasparini detallaron en un trabajo que la única sala que en aquel momento podía cobijar al enorme dinosaurio de 4,5 metros de alto por 27 metros de largo era la 3 (de invertebrados y plantas).
Demás está decir que el trabajo de montaje fue un espectáculo único. Andamios gigantes y manos de artesanos debieron conjugarse. Las piezas estaban hechas de barro cocido y unidas por un armazón de metal.
“Las piezas de mayor tamaño son macizas, con estructuras internas de hierro. En tanto, la inmensa mayoría de las vértebras son huecas, reforzadas con paja y tela de arpillera”, puntualizaron los científicos.
Pero el Diplodocus, como vimos, está en la sala 2, es decir que fue desplazado de su sitio original. Es más, durante un tiempo hizo escala en la sala 5.
Otro dato de interés es que, con el paso de los años y a medida que la ciencia fue conociendo más en detalle a esta especie, el color de las piezas y la postura del esqueleto -sobre todo la cola, inicialmente a ras del piso y después levantada- fueron cambiando: del gris oscuro primario pasó a rojo terracota y después a negro.
Dinosaurio Museo La Plata
Dinosaurio Museo La Plata