El sueño húmedo de la burguesía argentina, cipaya desde el vamos y siempre detrás de un proyecto de clase y jamás de uno de nación, ha sido y sigue siendo retrotraernos al preperonismo. Pero con la irrupción de la ultraderecha y toda su brutalidad a cuestas, en nombre de ese “proyecto eterno” se están cruzando a diario delgadas líneas rojas que deberían poner en alerta a la sociedad.
Sin embargo, la sociedad parece haber naturalizado esas brutalidades y mucho más. ¿La argentina se habrá convertido en una sociedad resignada que tolera pornográficas desigualdades? ¿El insulto y la agresión como forma no sólo de hacer política sino de ir por la vida? ¿Una escuela pública para pobres y una privada tres veces subvencionada para la clase media? ¿Tener a un delincuente como ministro de Economía, un 65% de pobreza estructural in crescendo y, dentro de no mucho, niveles de desocupación alarmantes? El tiempo responderá. Por ahora, todo parece indicar que sí
Alberto «Bertie» Benegas Lynch es diputado nacional de la extrema derecha argentina, y su padre una suerte de gurú del presidente Javier Milei.
Junto a otros dirigentes de la derecha ultra, envalentonados por el contundente triunfo de LLA en el balotaje, ya no esconden sus pensamientos más retrógrados (o sea, sus pensamientos a secas).
«Yo no creo en la obligatoriedad de la educación. Es una responsabilidad de los padres. Vos a tu hijo le querés dar lo mejor. Muchas veces puede pasar en la estancia, y sobre todo en Argentina, que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller trabajando».
Hasta Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, saltó de su silla ante la declaración del diputado nacional que, lisa y llanamente, es una apología del trabajo infantil.
También salieron al cruce dirigentes políticos, gremiales, sociales. Entre ellos, el líder del sindicato docente bonaerense Udocba, Alejandro Salcedo, y su par de la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina, Luis Cáceres. Y un largo etcétera.
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No obstante, la preocupación que queremos volcar en estas líneas tiene que ver con un vasto sector de la sociedad -creemos que hoy en día mayoritario- que no se inmuta ante esto ni ante ninguna de las barbaridades que en materia social, económica, política, institucional y cultural viene desplegando el gobierno desde el 10 de diciembre de 2023.
“La gente está tan shockeada, golpeada por el tsunami de medidas que perjudican y gravemente a todos los sectores, que se levanta cada día tratando de ver cómo sobrevive. Eso no implica que esté resignada, que se haya tornado una sociedad conformista que se va a bancar todo”, dicen desde el progresismo, que hace tiempo tiene su corriente interna en el peronismo.
Desde un peronismo que podríamos llamar ¿ortodoxo? dicen que “hay que esperar”, que este modelo inhumano se caerá indefectiblemente y que entonces, una vez más, la clase media pauperizada “pedirá peronismo a gritos”.
En tanto, desde ciertos ámbitos académicos ligados a la sociología no descartan que a “Milei le salga bien”. ¿Y eso qué significa? “Que si logra controlar la inflación, aunque sea a costa de un 65% de pobreza estructural y de un 20% promedio de desocupación, es probable que la mayoría de la gente se la banque”. ¿Es decir, una sociedad resignada? ¿Una sociedad que definitivamente abandonó el sueño de un país pujante, vivible, aquel que supimos construir con pleno empleo, educación pública de calidad y movilidad social ascendente? “Y…sí. Serían unos 90 recargados”.
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Panorama desolador. Aunque, seamos sinceros, parece ser el que, por ahora y sólo por ahora -como decía un relator de fútbol- se va imponiendo en el día a día.
- El presidente dándole me gusta a un posteo donde se caracterizó a un gobernador (el de Chubut) como a una persona con síndrome de Down luego de usar como insulto la palabra mogólico, no movió el amperímetro social.
- Peor aún: el desmantelamiento y desfinanciamiento de la Agencia Nacional de Discapacidad, con todo lo que ello implica, menos que menos.
- El corte en el suministro de alimentos a los 44.000 comedores comunitarios del país no generó ninguna protesta, salvo, claro está, la de muchos damnificados y sobre todo de las responsables de los comedores y merenderos. Pero ya quedó en el olvido social.
- El corte en el suministro de medicamentos a pacientes oncológicos -incluidos niños y niñas- y con enfermedades complejas, que cuestan fortunas impagables hasta para familias de clase media y media alta, también quedó en el olvido.
- Los miles de despidos que se producen a diario porque las pymes y algunas grandes empresas no pueden seguir adelante, sumados a los cientos de miles de despidos en la construcción y los de empleados estatales con 20, 25 años de antigüedad que cumplían funciones ne-ce-sa-rias en dependencias claves con la Anses, por ejemplo, se miran por TV. O ni siquiera, porque la TV en general ya está en otra cosa.
- Que la vicepresidenta le haya dado, en un momento donde miles y miles de argentinos pasan hambre en el granero del mundo, un aumento de sueldo a los senadores, no parece incomodar a nadie.
- Que el Gobierno le pague tres veces la educación a la clase media -poniendo a dos cuadras de cada casa una escuela pública; subsidiando al colegio confesional al que manda a sus hijos, y ahora abonándole la mitad de la cuota- no ha provocado ninguna protesta clasemediera, sino una zambullida masiva en la página web para anotarse en el “plan VIP”. Lo más patético del caso es que en el sitio oficial de la Secretaría de Educación se presenta dicho plan como “Vouchers educativos para la clase media”, sin rodeos. ¿La clase baja? A la escuela pública, que ni siquiera recibe lo que necesita para los comedores escolares (salvo en la provincia de Buenos Aires; nobleza obliga).
- ¿Y qué dicen de las relaciones carnales parte II, con Milei rindiéndole pleitesía a la jefa del comando sur de las FFAA estadounidenses y echando por su pedido a los inversores chinos (en el sur, 180.000 desocupados de un plumazo) y poniéndose de sombrero a la nación que en pocos años será la primera economía del mundo? Nada de nada.

Y ahora, apología del trabajo infantil
¿La sociedad argentina se está tomando su tiempo para reaccionar ante este plan de saqueo y destrucción inédito en nuestra historia, o simplemente se ha resignado a ser un país subdesarrollado y neocolonial?
“La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento … La respuesta está flotando en el viento”, escribió y cantó el gran Bob Dylan allá por 1963.
Habrá que ver para dónde sopla el viento del país más austral del mundo.
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