Por Luciano Segura (*)
Si bien los incendios son un fenómeno natural y recurrente en los ecosistemas con grandes superficies de pastizal, la mano del hombre siempre logra romper con estos equilibrios. La dimensión de los recientes incendios provocados por el hombre en Corrientes dista mucho de esta condición natural.
Las aves son habitantes frecuentes de los extensos pastizales del noreste argentino. Entre los pastos logran camuflarse y evitar ser vistas por depredadores. Entre los pastos construyen sus nidos y crían a sus pichones. Entre los pastos también encuentran su alimento, ya que allí habita una abundante y enorme variedad de pequeños invertebrados que permiten que las aves cumplan con su ciclo de vida.
Debido a que los pastizales son un ambiente en serio riesgo de conservación a nivel mundial y regional (principalmente por el uso desmedido para el sector agro-industrial), hay especies muy dependientes de estos ambientes que actualmente atraviesan severas amenazas de extinción, como el Tordo Amarillo, la Monjita Dominicana o el Yetapá de Collar, solo por nombrar tres muy emblemáticos de Corrientes. Pero los pastizales correntinos no solo albergan aves en peligro de extinción, sino también otros animales en serio riesgo de conservación, como el Aguará Guazú, el Venado de las Pampas, el Ciervo de los Pantanos o la Boa Curiyú.
Las aves de pastizal han evolucionado tan de la mano de su ambiente, que la retracción de los mismos afecta directamente su supervivencia. Por otro lado, hay aves que habitan todo el año los pastizales y otras solo en algún momento del año. Entre estas últimas se diferencian las que utilizan los pastizales durante la época de cría, pero luego migran al norte en busca de mejores condiciones de vida, mientras que otras viajan al sur para la época de cría y vuelven para pasar el invierno en el pastizal. Sea uno u otro caso, los pastizales les garantizan el alimento necesario para sobrevivir a un gran número de aves.
El fin del verano es un momento especialmente sensible para las aves. Los ciclos de cría de la mayoría de las aves son anuales, en estas latitudes comienzan en octubre y finalizan en febrero. Cada año, cuando finaliza la temporada de cría, la comunidad de aves cuenta con un gran número de juveniles que, de la mano de sus padres y los individuos más experimentados, se preparan para pasar su primer invierno. Febrero, marzo y abril suelen ser meses de abundancia de alimento para las aves, ya que así la sabia madre tierra asegura la supervivencia de estos individuos jóvenes e inexpertos. Además, tanto para las aves jóvenes como para las adultas, los meses previos al invierno son también meses en donde necesitan reforzar sus reservas energéticas, ya que los alimentos durante el invierno no suelen ser abundantes.
La reciente quema de los pastizales correntinos acarrea un grave daño en las poblaciones de aves que dependen de este ambiente. Los mismos no han sido aún cuantificados, pero es probable que haya habido una gran mortandad de individuos debido a la extensión e intensidad de los incendios. Si bien las aves son capaces de desplazarse grandes distancias en cortos periodos de tiempo, pudiendo huir de las áreas que se están quemando, la magnitud y los numerosos focos de incendio probablemente funcionaron como trampas mortales para muchas de ellas.
Estas aves no sólo se han quedado sin alimento en la previa del invierno, sino que, además, para cuando llegue la temporada de cría en primavera, estos pastizales no estarán en condiciones para ofrecerles todo aquello que es vital para ellas. Sólo algunas de estas aves tendrán la capacidad de desplazarse en busca de nuevos pastizales, en zonas no afectadas por los incendios, pero la mayoría de ellas intentará reestablecerse en sus territorios de cría habituales, pagando el costo de intentar reproducirse en sitios poco favorables.
Ya sea por un efecto directo (aves que mueren quemadas) o indirecto (desaparición de sus hábitats de alimentación, refugio y cría), el saldo que dejan los incendios en Corrientes es una grave disminución poblacional de las aves que habitan sus pastizales.
(*) Licenciado en Biología con orientación en Zoología, Doctor en Ciencias naturales por la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Es investigador en el Instituto de Limnología Dr. Raul A. Ringuelet (UNLP-CONICET). Además, se desempeña como docente en la UNLP e investigador adjunto del CONICET.