Por Mauricio Vallejos
Es el año 2022 y el mundo vuelve a estar inmerso en un conflicto bélico que amenaza con llegar a tener una escala global. Si bien es muy complejo analizar todos los pormenores de dicho proceso, podemos observar hacia el pasado para intentar no repetir los mismos errores, hubo un tiempo donde los jóvenes de los países centrales fueron enviados a morir a los frentes de combate para defender a reyes que vivían y ordenaban desde ostentosos palacios.
Sin novedad en el frente es una cinta está basada en la novela homónima de Erich María Remarque, la cual narra el día a día en las trincheras de la Primera guerra mundial. Es una obra que se para en la desesperanza y el calvario que viven esos hombres, donde sin importar lo que pase, los soldados siempre debían repetirles lo mismo a sus superiores “Sin novedad en el frente”. Esta es la tercera adaptación al cine de dicha historia, la primera fue en 1930 dirigida por Lewis Milestone y la segunda en 1979 dirigido por Delbert Mann.
De este modo, tenemos un film que cuenta desde la llegada al frente del protagonista (Paul) hasta el último día del conflicto. La primera toma de la cinta ya marca desde donde se cuenta la historia, ya que hay un plano nadir que nos muestra cómo la narrativa se cuenta de abajo hacia arriba, es decir los protagonistas son los subordinados que están en manos de sus superiores, porque la película cuenta el día a día de los soldados mientras se intenta alcanzar la paz entre los Estados.
Lo interesante de la obra, tanto la cinta como la novela, es su narrativa desde una perspectiva de clase. Aquí hay una idea muy clara, los que toman las decisiones y dan las órdenes no están en el campo de batalla, no comen la comida de los soldados y siempre están cómodos y con ropa limpia. Ahora bien, dentro de los burócratas están los que tienen algún sentido humanista y los que no, el personaje que interpreta Daniel Brühl, el líder de la misión diplomática para firmar la paz con Francia, busca terminar la guerra para que no muera más gente. Por otra parte, está el General alemán a quien responden los protagonistas, el cual no quiere terminar la batalla, solo da las órdenes mientras cena, toma vinos caros y fuma habanos.
Por otro lado, es una cinta profundamente anti bélica, no hay villanos en el campo de batalla sino soldados de distintos bandos obligados a matarse entre ellos, ambos son humanos y están en la misma situación de esperar la muerte en una trinchera. Del mismo modo, nos muestra como una generación de jóvenes fue llevada a la guerra con discursos patrióticos que escondían los intereses de la élite. “El káiser necesita soldados” o “ustedes marcharán sobre París” son frases que escondían una trampa, no eran patrias sino imperios.
Es importante decir que cintas como esta muestran como la juventud es siempre un colectivo vulnerable, históricamente los jóvenes han sido carne de cañón de intereses oscuros. La película retrata a la guerra no solo como un infierno, sino como una estructura gigante. Hay secuencias que muestran como a los soldados muertos se les quita la ropa para arreglarla, limpiarla y reutilizarla en otro combatiente.
El film no es perfecto, tiene un mensaje muy claro pero que por momentos es muy obvio, hay conceptos que son demasiado remarcados por el director. No obstante, creo que la dirección visual es impresionante y las batallas tienen un nivel de realismo increíble. Siento que la cercanía de la cinca con 1917 de Sam Mendes, estrenada en 2019, genera que Sin novedad en el frente tenga menos atención, ya que la cinta de Mendes pateó el tablero en cuanto a cómo dirigir una película bélica marcando un antes y un después.
En un momento muy difícil de la humanidad, donde el peligro de la guerra nuclear ha vuelto al tablero de la política internacional, es importante una película donde nos recuerde que los conflictos bélicos los pelean siempre los mismo, los jóvenes pobres. Y a su vez, siempre tienen los mismos ganadores, aquellos que se enriquecen con el negocio que se arma en torno a la muerte de millones de seres humanos.